Con Gaza en el corazón
Por el fin del genocidio del pueblo palestino
Creo que cada vez es más amargo este día, 10 de octubre, en el que se conmenmora el Día Mundial de la Salud Mental. Aunque en la salud siempre hay tareas pendientes, el caos y el abandono institucional en República Dominicana es cada vez más doloroso. Los hechos y sucesos que por desgracia se han encadenado en estos últimos meses son muy desesperanzadores.
Muchos expertos hablan y plantean hipótesis o incluso ofrecen soluciones mágicas que no tienen nada de operativas y, por tanto, los resultados son cada vez peores. En otros casos, se utiliza la salud mental como contenido y espectáculo de lo que es el sufrimiento humano más terrible y aún hoy incomprendido. Este es el estado actual de la psiquiatría dominicana, un espectáculo de análisis sin pies y con menos cabeza que nunca…
En mi opinión, hasta que no se comprenda que el médico psiquiatra solo no va a lograr nada, la situación no mejorará. Requiere de la cooperación de especialistas en disciplinas como la epidemiología, la neurología, la medicina interna, también de psicólogos sociales, endocrinólogos, maestros, educadores, trabajadores sociales, comunicadores, ONG y, por supuesto, de los colegios profesionales, en primer lugar la Asociación Médica Dominicana. Necesitamos ampliar la mirada y el trabajo para construir unos circuitos asistenciales accesibles.
En muchas ocasiones, he planteado que la salud mental no puede ser un espectáculo, sino que merece el mismo respeto y atención que las otras enfermedades. Por esa razón, después de las tragedias que hemos contemplado en los últimos meses me pregunto qué tiene que suceder para que de una vez por todas se pongan en marcha programas públicos de higiene mental descentralizados, pedagógicos y gratuitos. Solo habría que atender al número de víctimas, en especial de huérfanos y huérfanas, producto de situaciones derivadas de la salud mental.
En 1992, la Federación Mundial para la Salud Mental proclamó el 10 de octubre como Día Mundial de la Salud Mental, para realizar un trabajo de sensibilización acerca, por ejemplo, de la importancia del diagnóstico precoz de estas enfermedades o para prevenir algo tan antiguo, pero que perdura en nuestros días, como la estigmatización de las personas que padecen este tipo de enfermedades. Y, por supuesto, sobre la importancia de los programas públicos sanitarios.
Hace ya un tiempo escribí en esta misma columna el artículo “La sociedad dominicana a la consulta del Dr. Zaglul” y creo que un profesional como él, con su formación, pero también con su sensibilidad y la experiencia que acumuló a lo largo de más de medio siglo de ejercicio de la medicina, estaría perplejo ante la situación actual. El cuidado de la salud mental es un trabajo silencioso, diario y constante que exige mucho esfuerzo y requiere años de formación científica especializada.
Hoy, 10 de octubre de 2025, quiero felicitar a las personas que conforman el Patronato para la Salud Mental, presidido por Rosario Bonarelli, quienes desde hace años mantienen un compromiso admirable con el reconocimiento de la dignidad y la visibilidad de quienes padecen estas enfermedades. Muchas gracias por vuestra labor.
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