“La corrupción y la evasión fiscal son enemigos de la igualdad y la justicia social”. (Thomas Piketty: La Desigualdad).

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Como entender que un ciudadano, Senador, quiera con dinero público, individualmente, hacer política pública para mitigar las carencias y necesidades que existen en las provincias, como alegaría el presidente actual del Senado.

Quisiera que alguien me diga en qué provincia de las 31 y un Distrito Nacional, en qué municipios (158), en qué Distrito Municipal, de los 235, en cuáles Secciones, de las 600 y en cuales Parajes, de los 4,900, han disminuido la pobreza y la desigualdad como consecuencia del Barrilito, que, con ironía, se le denomina desde el 2006: Fondo de Gestión Provincial Senatorial. “Institucionalizado” cuando el PLD se hizo de una mayoría en el Congreso en ese año de elección congresual.

El Barrilito es una afrenta, una vergüenza para una sociedad que quiera erigirse en un Estado social democrático de derecho. La concepción del barrilito es una visión atrasada de la política, empero, más deleznable, pues se hace clientelismo con el dinero público, para beneficio privado. El Senador aplica la limosna, la dádiva, la donación, el obsequio, del dinero del conjunto de la sociedad como si fuera de él. Esto lo reditúa y, en consecuencia, el “éxito” es para quien otorga el donativo.

Si fuéramos a medir el alcance de la democracia, como una estela del barrilito, diríamos que estamos muy mal como sociedad desde la dimensión de la institucionalidad, desde los roles y alcances de los actores políticos y desde la legitimidad y la ética política. El barrilito tiene hoy 18 años y han atravesado cuatro elecciones distintas y la partidocracia política se ha mantenido de manera impertérrita, más allá de los diferentes partidos políticos que han sido mayoría en el Congreso en ese interregno.

El Barrilito es la cadena prolongada “legalmente” del clientelismo, neopatrimonialismo y de la corrupción como espacio del poder político. Es la cristalización de la negación de derechos en los territorios públicos, la ausencia de políticas públicas de protección social. Con dinero del Estado “se canalizan” respuestas a necesidades perentorias que redimensionan individualmente a actores políticos.

Los derechos se transforman en dádivas. Signos ignominiosos de una elite política pérfida, donde la iniquidad es el eje medular de su existencia. Oráculo cruel de un dramatismo social del Siglo XIX, allí donde la moral y la decencia no encuentran eco. El Barrilito no es legítimo ni ético ni moral. Simplemente, es la sangre del dinero, la sangría, ante la ausencia de ideas y propuestas para buscar respuestas colectivas a problemas y necesidades sociales. Obteniendo en detrimento de la sociedad, compensaciones y canonjías políticas.

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¿Por qué nuestros políticos se caracterizan por ser grandes en las cosas pequeñas y pequeños en las cosas grandes? Porque viven procrastinando las decisiones estructurales. Problemas coyunturales, por la definición de sus decisiones, las van posponiendo hasta convertirlas en estructurales. Verbigracia: Caso del Banco Central con respecto a los certificados que han generado un déficit cuasi fiscal de US$15,700 millones de dólares, equivalente al 12.7% del PIB, donde tendremos que pagar de intereses RD$144,000 millones de pesos para el 2024.

La problemática del sector eléctrico. El Estado dominicano está subsidiando a las EDES con US$1,500 millones de dólares, igual a RD$84,000 millones de pesos, que representan 1.3% del PIB. Esto es, alrededor de un 50% de los subsidios generales. Dos problemas coyunturales, de tanto irlos prorrogando, se han convertido en estructurales, al igual que todo lo concerniente a la dimensión del endeudamiento. El endeudamiento ha sido la salida más expedita para la clase política “trabajar” sin ahondar en la realidad económica-social y, en consecuencia, no tocar los intereses más fácticos de la sociedad. Desde el 2008 hemos tenido un déficit promedio de 3.1%.

¿Por qué hemos llegado hasta aquí? Porque los que han dirigido el Estado dominicano no han querido ir a la raíz, a la esencia de los problemas medulares, cardinales, de la sociedad dominicana. El que seamos el país de la región con la presión tributaria más baja, después de Guatemala con 13, 14, 14.5% del PIB, a pesar de más de siete reformas desde el 2004 a la fecha.

El informe del FMI más reciente es una reiteración de los últimos 20 años. Lo relativo a la evasión fiscal, a las exenciones y al drama de la sangría eléctrica y su tórrida ineficiencia en la problemática de la distribución, cobros y fallas técnicas. El diagnóstico del importante organismo multilateral nos lo sabemos, pero, no hacemos nada. ¡No hay nada tan triste y que cause tanto rubor y apocamiento como saber lo que hay que hacer y no hacer nada! La política es conflicto y relaciones de poder. Es tomar decisiones que empujen a la sociedad a un estadio cada vez mayor de desarrollo. Es asumir compromiso con la historia tomando acciones que desplieguen el arco circunspecto del presente con el futuro.

¿Cómo permitir que el sector empresarial, la burguesía, la clase dominante de la sociedad sea la que falle de manera sempiterna en el cumplimiento de sus deberes primarios en la escala de una sociedad de mercado, como lo es el pago de su responsabilidad con los impuestos? El mundo del capitalismo ha atravesado por cuatro etapas en relación con la responsabilidad de la clase empresarial:

  • Generar empleo.
  • Pagar impuestos.
  • La filantropía corporativa.
  • La responsabilidad social y medioambiental.

Nuestra clase burguesa se mueve en el péndulo del columpio histórico, entre el Siglo XIX y la primera mitad del Siglo XX. Hay un rezago del compromiso de la clase dominante con la propia sociedad que le dimana su riqueza. Su consciencia de clase es tan oblicua, que solo le permite ver con la ceguera tibia de la rentabilidad.

Tenemos una burguesía sin actores sociales que piensen en su devenir como estamento social, más allá de que están en la cúspide de la escala de la jerarquía económica-social. La clase burguesa nuestra ni siquiera genera una ideología de su praxis social. No decanta en un proceso de identidad socio-cultural como identitaria que solidifique la cultura como articulación de diversidad, cohesión y capital social. Donde ella sea fuente fluvial de proyectos colectivos. ¡45 novelas diarias es la expresión de mayor alienación social exhibidas en la televisión dominicana!

Es la ausencia de una responsabilidad social empresarial y un efluvio decantado de la elite política, que ha permitido que en República Dominicana exista una evasión del ITBIS de un 43% y del Impuesto sobre la Renta de un 60%. En la región de América Latina la evasión del ITBIS es de un 20-23%. No estamos hablando del grado de elusión fiscal, de toda la problemática que encierra el compromiso con la Tesorería de la Seguridad Social y los niveles de evasión por parte del sector empresarial (empleador).

Eso que hacen los empresarios, los dueños del capital, es sencillamente corrupción. Evasión es negar una sociedad más justa, más equitativa, sobre todo de un dinero que retienen como agentes de retención y no canalizan a la Dirección General de Impuestos Internos. El latrocinio acusa doble dimensión y debería formar parte de un delito punitivo penal. Estamos en presencia de una huida de la responsabilidad de la clase dominante que expresa la verdadera dimensión de la crisis, incubada y anidada de manera subterránea, que si seguimos así eclosionará a mediano plazo.