
En el período proyectado por el Ministerio de Hacienda 2026-2029, la República Dominicana enfrentará un fenómeno preocupante en sus finanzas públicas: el pago de intereses de la deuda superará sostenidamente el gasto en inversión de capital. Esta tendencia, lejos de ser un tecnicismo contable, revela un desafío profundo para el futuro económico del país.
¿Qué nos dicen los números?
Según la Política Presupuestaria 2026 del Ministerio de Hacienda, se proyecta que los intereses a pagar por la deuda pública alcanzarán RD$322,360.9 millones en 2026, cifra que irá en aumento hasta llegar a RD$418,674.0 millones en 2029. En contraste, el gasto de capital, es decir, la inversión pública en infraestructura, tecnología, educación técnica, entre otros, será de solo RD$191,029.9 millones en 2026 y apenas subirá a RD$247,589.8 millones en 2029.
Esto significa que el país estará invirtiendo menos en su futuro que lo que paga por su pasado endeudado. En 2026, los intereses serán un 68.7% más altos que la inversión de capital, y en 2029, esa brecha seguirá siendo del 69%.
Este desbalance refleja la estructura fiscal rígida existente, donde el gasto corriente (sueldos, subsidios, operaciones) y el servicio de deuda se imponen sobre el gasto productivo. Mientras los intereses crecen año tras año, el gasto de capital representa menos del 13% del gasto total proyectado para 2029. Este modelo es insostenible si aspiramos a un crecimiento económico con inclusión, competitividad y resiliencia.
Cuando un país gasta más en intereses que en inversión, corre el riesgo de caer en la conocida “trampa de deuda”, donde el financiamiento solo sirve para cubrir vencimientos y no para generar nuevos activos productivos. Esto limita la creación de empleo de calidad, retrasa mejoras en infraestructura y debilita la capacidad del Estado para responder ante choques económicos o climáticos.
¿Qué se podría hacer?
- Lo primero que requiere es una reforma fiscal inteligente, que aumente los ingresos de forma progresiva, cierre brechas de evasión y reoriente el gasto.
- Es urgente revisar el gasto corriente y priorizar la inversión pública con alto retorno social y económico.
- Además, debe impulsarse una política activa y permanente de renegociación de deuda costosa, enfocándose en alargar plazos y reducir tasas.
Un presupuesto donde los intereses superan a la inversión no es neutro: es un reflejo de decisiones pasadas, pero también una advertencia sobre el rumbo futuro. Si queremos una economía dominicana más sólida, productiva e inclusiva, debemos buscar la forma de invertir más en lo que viene y menos en lo que ya fue.
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