Cuando pensamos en el ser, es decir lo que existe, pensamos en el universo como horizonte último de lo real capaz de ser conocido desde nuestros sentidos y la forma en que funciona nuestra razón a partir de su estructura cerebral. Eso implica dos límites. El primero es que no tenemos garantizado con las capacidades cognitivas de nuestra especie un acceso a todo lo real (ya Kant nos advirtió de ello) y el segundo es lo muy limitado que es nuestro conocimiento sobre lo real, tanto a escala macro (el universo desde el Big Bang) y a escala micro (la longitud de Planck). ¡Ni hemos podido todavía colocar un ser humano en otro planeta diferente a la Tierra! Es por ese motivo que es tan relevante el pensamiento de Heidegger.
Uno de los aportes más significativos de él para el pensamiento del siglo XX es su esfuerzo por analizar la forma en que ha de formularse una pregunta (toda pregunta). Cuestión clave para la ciencia y la filosofía. Heidegger le dedica el acápite 2 de su obra. Una vez esclarecido lo que él considera el “olvido” por la pregunta del ser desde Platón y Aristóteles hasta el mismo Hegel, procede a analizar la forma en que se debe formularse la pregunta, como él lo formula: “La estructura formal de la pregunta por el ser”.
Heidegger lo plantea de la siguiente manera. “La pregunta por el sentido del ser debe ser planteada. Si ella es una pregunta fundamental, o incluso la pregunta fundamental, entonces este cuestionar requiere ser hecho transparente en la forma debida. Por esto, será necesario explicar brevemente lo que pertenece a toda pregunta en general, para poder comprender desde allí el carácter particularísimo de la pregunta por el ser”.
Es importante destacar que el esfuerzo de Heidegger comienza por analizar la manera en que ha de ser formulada “toda pregunta en general”, y en un segundo momento establecer “el carácter particularísimo de la pregunta por el ser”. Es importante destacar que en el acápite anterior, el §1, señala que es necesaria “una repetición de la pregunta por el sentido del ser”. Es decir, no es solo la pregunta por el ser, sino la pregunta por el sentido del ser, lo que acota la pregunta como tal. Atención que no es lo mismo preguntar por lo que es el ser a preguntar por el sentido del ser.
Ernst Tugendhat destaca el problema que implica esa formulación por la pregunta por el “sentido” del ser. “Qué se mienta con sentido del ser y por qué se presupone como algo evidente que ser es siempre ser del ente”. Para ubicar el problema el mismo Tugendhat señala que en Heidegger se manifiesta la pregunta “por el ser del ente, y esto significa por el ente en cuanto ente, pero no por el sentido del ser o, como dice también posteriormente (Heidegger), por el ser mismo. En esto está claramente implícito que ser es siempre ser del ente, lo cual -si se toma, como hace Heidegger, «ser» como infinitivo de un «es» cualquiera- no es de ninguna manera evidente en sí mismo”. Preguntar por el ser más allá del ser de cualquier ente sí que sería superar la tradición occidental que él cataloga como el “olvido por la pregunta del ser”.
Es tan importante este problema en Heidegger que varios autores (Vigo y Pöggeler, por ejemplo) consideran que toda la obra de Heidegger es en gran medida un solo tema, un único tema, el problema de la pregunta por el ser. “Otto Pöggeler, quien caracterizó el derrotero filosófico de Heidegger no como el camino de muchos pensamientos sino, por el contrario, como el camino de la limitación a un único pensamiento. Este camino no sería otro que el que conduce hacia la vecindad del, y tomaría la forma de un retroceso hacia los presupuestos no-pensados de la metafísica tradicional”. (Vigo, 2006). Quizás, es una intuición, es en ese punto que radica la relevancia de Heidegger en el pensamiento occidental del siglo XX. Lejos de seguir -como los filósofos europeos del siglo XIX- construyendo metafísicas semejantes a pompas de jabón, Heidegger, desde su formación fenomenológica se centró en la ontología. Y es por ese motivo que realiza la crítica en el §1 sobre el pretendido “olvido” del ser.
A partir de este punto Heidegger comienza a establecer los elementos en la formulación de la pregunta en general. Son tres. Y de entrada es importante destacar la crítica de Tugendhat a lo que veremos en este acápite 2 de Ser y Tiempo. “Heidegger intenta, de forma tortuosa y poco convincente, mostrar ahí en primer lugar, en un análisis fenomenológico, pretendidamente universal, de todo preguntar que éste está siempre referido a una tríada: aquello de que se pregunta, aquello a que se pregunta y aquello que se pregunta”. Si este es el camino adecuado para trascender el “olvido” del ser y encontrar el sentido del ser es la tarea en Ser y Tiempo y posiblemente de toda la obra de Heidegger.
Esa preocupación heideggeriana luce que tiene raíces en su primera lectura filosófica de joven -ya comentado en otro artículo de este servidor. “Heidegger sitúa el punto de partida de su preocupación por la cuestión fundamental de la metafísica tradicional, esto es, la cuestión del ser, en una fecha tan temprana como 1907, cuando, siendo aún estudiante del Gimnasium, se encontró con la tesis doctoral de Franz Brentano, dedicada al problema de los múltiples significados del ser en Aristóteles, la cual había sido publicada en 1862”. (Vigo, 2006). El libro fue un regalo del P. Conrad Gröber.
Es importante, sobre todo en estudios humanísticos y de ciencias sociales, que las primeras intuiciones que nos apasionan podamos convertirlas en proyectos de vida. Tal consejo me lo dio Emilio Brito sj. A partir de ese eje sobre la pregunta por el ser es posible analizar no solo Ser y Tiempo, sino toda la obra de Heidegger.
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