Mito 2: La inmigración haitiana es una carga para RD
“La República Dominicana no aguanta más la carga económica de la inmgración haitiana”, es una reiterada afirmación del Presidente Abinader respaldada y amplificada por otros líderes y dirigentes políticos que, de tanto repetirse, ha devenido en estribillo mediático, que para los dominicanos más educados es un axioma, y para los menos instruidos una verdad de Perogrullo.
La idea de “carga económica”, con que la se estigmatiza la inmigración haitiana se enfoca exclusiva y deliberadamente en el gasto en que incurre el Estado por el uso de servicios públicos por los inmigrantes haitianos y sus descendientes, especialmente en salud, educación y ayudas de los programas de protección social en menor medida, ignorando deliberadamente su aporte económico por el trabajo que realizan.
De esta manera se ve y se trata esa inmigración como “ayuda humanitaria”, “sacrificio” o “gasto solidario” del Estado dominicano, no como fuerza laboral con una alta participación en el mercado laboral –por encima de los nativos-, desconociendo e invisibilizando los ingresos que generan por el trabajo, que en la agropecuaria y la construcción es mayoritaria y clave.
Como bien señala el colega demógrafo y economista Alejandro Canales en su excelente libro El malestar en las migraciones, la “construcción ideologizada de la migración, que pone el acento en los eventuales problemas sociales, políticos y culturales que podría generar en las sociedades de destino, suele, sin embargo, invisibilizar las contribuciones de los inmigrantes en las sociedades receptoras, no solo en términos económicos, sino también demográficos, sociales y culturales”, fomentado y reforzando con ello las actitudes y comportamientos xenófobos y racistas contra los inmigrantes haitianos.
Paradójicamente, pese al grado de resonancia de la “carga económica” y la relevancia que se le atribuye oficialmente a un tema, que, de acuerdo con el denominado Pacto Nacional para la Formulación y Ejecución de Políticas de Estado frente a la Situación de Haití, “dejó de ser solo un problema de migración, para convertirse también en un impostergable reto a la seguridad nacional y regional”, no se ha realizado ningún estudio oficial en el que se cuantifique detalladamente cuántos recursos públicos absorben los inmigrantes ni su aporte a las recaudaciones gubernamentales. No se ha realizado el cálculo del monto de impuestos que aportan al fisco, ni de la cantidad de recursos que absorbe al demandar servicios públicos y recibir transferencias sociales.
Debido a las omisiones y sesgos ideológicos y políticos implicados en la idea de supuesta “carga” que oscurecen el impacto real de la inmigración haitiana, conviene, y es de elemental rigor científico, a los fines de evitar establecer o validar relaciones espurias con consecuencias para políticas y medidas migratorias que adopta el Gobierno, precisar cuáles son las formas de ingresos que se percibe por la inmigración haitiana y las vías o conceptos de gastos o egresos por consumo de recursos y servicios públicos por parte de los inmigrantes y sus descendientes.
Del lado de los ingresos, el aporte económico de los trabajadores inmigrantes se realiza a través de su participación en el mercado laboral, en las finanzas públicas y en el valor agregado a la producción del país de destino. Como una alta proporción de los migrantes realiza actividades laborales remuneradas, incrementan el valor agregado o el Producto Interno Bruto (PIB), la masa salarial y el consumo, elevando la base imponible del impuesto sobre la renta y de los impuestos indirectos. Estos recursos permiten que los migrantes demanden bienes y servicios en el país de destino, con lo cual la demanda agregada se eleva y a su vez, incrementa el número de personas empleadas, tanto nacionales como extranjeras. De este modo, en las comunidades donde se sitúan los migrantes, se crean redes de servicios que buscan satisfacer la demanda propiciada por ellos. Algunas de las empresas o micro negocios son creadas por los propios migrantes que, en ocasiones, suelen ser altamente emprendedores.
En todo caso, los resultados empíricos dependerán del tamaño del sector público, del nivel de la presión tributaria, de la tasa de desempleo y de la cobertura del sistema de seguridad social o estado de bienestar. De acuerdo a la literatura sobre el impacto de las inmigraciones en las finanzas públicas, el balance fiscal neto va a depender de las características de los inmigrantes, su grado de calificación y selectividad sociodemográfica y laboral con respecto a la población nativa y de las características de la política de protección social del país receptor.
Además, el aporte de los inmigrantes a las finanzas públicas dependerá de su desempeño en el mercado laboral del país receptor, el cual está estrechamente vinculado con su nivel de calificación en comparación con el resto de los trabajadores nacionales
Debido que en general en muchos países los registros administrativos de naturaleza económica, fiscal, financiera y de consumo no identifican la condición de inmigrante de los trabajadores extranjeros, el aporte económico de la inmigración y su impacto sobre las finanzas públicas ha sido cuantificado en forma indirecta por los economistas, utilizando modelos matemáticos y estadísticos, asumiendo supuestos de productividad de trabajadores inmigrantes y nativos, sin incorporar el efecto de encadenamiento productivo y utilizando datos combinados de encuestas nacionales de hogares o de fuerza de trabajo y algunos de las cuentas nacionales.
En lo que concierne a la República Dominicana, el aporte que en términos de ingresos realizan los inmigrantes haitianos a la economía dominicana es sobre todo a través o mediante el trabajo asalariado e informal. Ese aumento general del valor agregado eleva el ingreso disponible de la población y, en consecuencia, se traduce en un aumento del consumo de bienes y servicios, tanto de los que están gravados por el ITBIS como de los no gravados. Esto significa que los flujos migratorios al elevar el PIB también incrementan las recaudaciones de ese impuesto.
Dado que el sistema de cuentas nacionales en RD no se diferente entre trabajador y el contribuyente nacional y el extranjero, imposibilitando estimar directamente los aportes económicos de la inmigración y el impacto sobre las finanzas públicas ni siquiera mediante el cálculo del valor presente de la diferencia entre el pago de impuestos y la demanda de servicios públicos. Tampoco se cuantifica el impacto indirecto que tiene el trabajo de los inmigrantes haitianos sobre las recaudaciones de ITBIS, al crear un excedente que implica un aumento del valor agregado nacional o PIB. Y de otro lado, si bien se disponen excepcionalmente, como veremos, de las estadísticas de servicios hospitalarios y gasto en salud y educación y de algunos datos recopilados en encuestas apenas permiten una mera aproximación a la medición del fenómeno.
En relación con el aporte de los inmigrantes haitianos al PIB, varios esfuerzos investigativos se han emprendido en el país desde la década pasada para estimar en forma indirecta el aporte económico de los inmigrantes haitianos a la economía. El más reciente es una estimación realizada por los economistas Antonio Ciriaco y Luis Vargas mediante el enfoque de las productividades medias del trabajador –sin incluir aportes indirectos de la mano de obra–, utilizando datos de la Segunda Encuesta Nacional de Inmigrante (ENI) del 2017, la Encuesta Nacional de Fuerza y las cuentas nacionales del Banco Central (https://dominicanrepublic.unfpa.org/es/publications/aporte-al-valor-agregado-de-la-población-de-origen-extranjero-en-la-república).
De acuerdo a los autores de este estudio, los trabajadores inmigrantes haitianos aportaron en ese 2017 RD$247,989 millones al valor agregado de la economía dominicana, equivalente al 7.41% del PIB, 2.5 puntos porcentuales por encima de su porcentaje en la población total del país (4.9%), mientras que el porcentaje de aporte de todos los inmigrantes es de 9.54%, muy similar al 11,9% encontrado recientemente para el caso de Chile en un estudio realizado por los demógrafos Alejandro Canales y Jorge Rodríguez, aplicando un modelo matemático de descomposición del PIB.
Comparando con los resultados de un estudio anterior realizado con la ENI 2012 por los economistas Jefrey Lizardo y Carlos Gratereaux, en el período 2012-2017 hubo un aumento de un 5.4% del valor agregado por parte de los inmigrantes, mientras que los nacidos en Haití aumentaron su valor agregado en 4.07%. A nivel sectorial, dicho aporte asciende al 26.4% del Producto agropecuario y al 26.9% del PIB en la construcción.
Otra estimación para el mismo año 2017 se realiza en el marco del proyecto sobre Evaluación de la Contribución Económica de la Inmigración Laboral en los Países en Desarrollo como Países de Destino de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la OIT encontró que los inmigrantes contribuyen entre un 3.8% y un 5.3% al valor agregado del país.
Ese aumento general del valor agregado elevaría el ingreso disponible de la población y, en consecuencia, se traduce en un aumento del consumo de bienes y servicios, tanto de los que están gravados por el ITBIS como de los no gravados. Esto significa que los flujos migratorios al elevar el PIB también incrementan las recaudaciones de ese impuesto.
En relación con la contribución de los trabajadores inmigrantes haitianos a las finanzas públicas, en ese mismo estudio de OCDE/OIT se estimó para 2007 los montos de pago de Impuesto sobre la Renta (ISR) y de nóminas, bienes y servicios, impuesto sobre la propiedad y las contribuciones a la Seguridad Social, utilizando datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). Se encontró que en general la inmigración no representa una carga fiscal para RD, pero en el caso de los inmigrantes haitianos, la contribución fiscal neta sí es negativa, pero muy pequeña (apenas -1.8% del PIB), y menor que la de los nativos (-3.8%); y el gasto público per cápita en promedio fue mayor para los nativos (RD$29,042) que para los inmigrantes (RD$25,109).
En un estudio realizado en 2012 el economista Jaime Aristy concluyo que los inmigrantes haitianos son demandantes netos de los recursos del Estado Dominicano, ya que la contribución al total de ingresos tributarios es inferior a la absorción de recursos que realizan a través de la demanda de servicios públicos, pero aunque el pago de impuestos es muy bajo, en términos relativos es un demandante neto menor que el trabajador dominicano de ingresos similares al haitiano porque los nativos demandan más bienes y servicios públicos.
Si bien la contribución en impuestos de los inmigrantes trabajadores haitianos a través de las retenciones no constituye un monto importante de la totalidad de las recaudaciones, por sus bajos niveles salariales inferiores comparado con los promedios existentes, de manera indirecta su impacto sobre el impuesto sobre la renta es positivo, al elevar la remuneración del capital que sí paga impuestos. Y de otro lado, las encuestas indican que a la mayoría de los asalariados se le descuentan el ISR y la SS en proporción similar a los trabajadores nativos, aunque en los registros de la seguridad social no se reflejen por la evasión fiscal de los empleadores.
Más recientemente, en el citado estudio OCDE-OIT se halló que los inmigrantes realizaron una contribución fiscal neta positiva, pues pagaron más impuestos indirectos y su consumo en servicios públicos representaron un menor gasto en beneficios de seguridad social, ayuda social y educación. Para el año 2010, el Centro de Formación y Acción Social y Agraria (CEFASA) estimó que de regularizarse a los 352,974 trabajadores haitianos que laborarían en los cultivos de café, arroz, banano y caña de azúcar, y en la construcción la contribución que harían a la seguridad social sería de RD$2,034 millones. Si se agrega el aporte de 15.39% de los salarios cotizables (RD$5.298.6 millones), el aporte total a la SDSS sería de RD$7.332.8 millones.
Respecto del gasto en consumo en servicios de salud de los inmigrantes haitianos, de acuerdo a estimaciones del Servicio Nacional de Salud correspondientes al año 2019, el monto total del gasto en salud para la atención a pacientes extranjeros (el 96.7% orientado a inmigrantes haitianos) realizado por el Ministerio de Salud Pública en ese año fue de RD$4,195.73 millones, que equivale a un 12.6% del gasto total en salud del sector público.
El gasto en la educación de los 173,416 niños hijos de inmigrantes haitianos matriculados en la enseñanza preuniversitaria (6.7% de la matricula total) se ha estimado en RD22,600 millones en 2024, equivalente al 7.6% del presupuesto anual del Ministerio de Educación.
Si en lugar de comparar la sola contribución fiscal de los inmigrantes haitianos con los gastos que realiza el Estado dominicano para ofrecer la obligada atención en salud, educación y otros servicios públicos como transporte, uso de red vial y espacios públicos, la misma se realiza con los ingresos que generan a la economía dominicana, la “tesis” de la pesada “carga económica” no se sostiene.
Si finalmente se calcula un balance neto comparando el gasto de los inmigrantes haitianos por el consumo en servicios públicos de salud y educación con los RD$247,989 millones de ingresos que aportan con su trabajo a la economía dominicana, la brecha es enorme. Estos últimos apenas representan el 12.3% de lo que aportan en total al PIB los trabajadores inmigrantes haitianos.
Este balance favorable a la economía dominicana es una robusta evidencia de que la haitiana es una inmigración esencialmente laboral que contribuye a la dinámica económico-productiva. Los inmigrantes haitianos son aportadores o contribuidores netos al crecimiento económico de RD, no demandantes o consumidores netos de servicios públicos, como se le atribuye.
En el caso de los servicios de salud y la educación, como veremos en próximas entregas, los inmigrantes haitianos no son depredadores de los servicios obstétricos ni están quitando cupos a los niños hijos de dominicanos. No son en su mayoría “invasores”, ni personas que viven de delinquir, sino que constituyen una población con mayor integración al mercado (mayor nivel de participación y de ocupación) que los nativos, y en menor proporción demandantes netos de servicios públicos.
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