En las últimas dos décadas, gracias a las inversiones Estatal en infraestructuras vial y en el desarrollo urbano de ciudades con vocación turísticas, así como la ley 158-01 de Fomento al Desarrollo Turístico, la cual establece una serie de incentivos y exenciones fiscales; la República Dominicana a experimentado un exponencial crecimiento de la inversión extranjera y la inversión privada en el sector de la construcción, no solo para hacer Hoteles, sino que también se han construido una impresionante cantidad de proyectos de urbanizaciones, plazas, parques temáticos, bares y restaurantes, e incluso importantes edificios comerciales en esas ciudades Turísticas.
Todo esto, sumado a otras inversiones de infraestructuras en las ciudades más pobladas del país, como el Metro de Santo Domingo, la Construcción de Túneles y Elevados, Circunvalaciones, también han contribuido a proyectar una modernidad de todas las infra estructuras urbanas, que han catapultado la inversión privada (local o internacional) en obras como Mega Plazas Comerciales, Torres de Lujo, Edificios Comerciales, hoteles de ciudad, entre otras. No menos importante, la inversión en áreas rurales, como caminos vecinales, puentes, carreteras, acueductos y otros, también han dinamizado la construcción en esas comunidades.
Sin dudas, en los últimos 20 años el sector de la construcción ha sido uno de los sectores que más ha contribuido al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), incluso ha aumentado su participación en el porcentaje del PIB, además de que ha promovido el crecimiento de otros sectores como el turismo y con todo esto, genera importantes aportes a las fuentes de empleo y a las recaudaciones del propio Estado.
Sin embargo, en los últimos 4 años hemos tenido la más baja inversión Estatal de la historia, menos del 12% del presupuesto anual, lo que con el tiempo ha venido promoviendo una desaceleración de las construcciones, y esto, apenas este año comienza a reflejarse en las estadísticas económicas. Esta baja Inversión de Capital por parte del Estado, sumado a una política monetaria restrictiva, del año 2023, que provocaron aumentos de tasas de interés y con esto, la desaceleración de emprendimientos inmobiliarios y una baja rotación de los inventarios, en especial en las viviendas económicas. En el 2024 nuestras autoridades monetarias han reducido la tasa de referencia, sin que estas reducciones se transfieran a las tasas activas y pasivas del sector bancario, debido a los impuestos del 10% al ahorro, las atractivas tasas que pagan Hacienda y el propio Banco Central, que generan una preferencia de la banca a hacer tesorería y no colocar esos recurso en la economía en forma de préstamos, ademas de las atractivas tasas de los Bonos del Tesoro Americano y otros instrumentos financieros en dólares y en otras divisas.
Éstas elevadas tasas de interés, sumado a la baja inversión de capital del Estado han desacelerado al sector; pero adicionalmente, un nuevo elemento que desincentiva a los potenciales adquirientes y genera desconfianza en el mercado: Se descubre y se hace público un fraude inmobiliario, en el que se estafó a cientos de adquirientes; provocando la ralentización de las ventas, e incluso, poniendo en riesgo proyectos inmobiliarios de importantes constructores, que ante la imposibilidad de vender sus inventarios, se les ha complicado el adecuado flujo de fondos y amenazando sus proyecciones de ventas y sus capacidades de entregar a tiempo.
Por la importancia del Sector Construcción, la importancia del Turismo y la importancia de la Inversión Extranjera, no nos quedan dudas de que nuestras autoridades monetarias tomaran medidas en favor de mitigar estos efectos negativos y para seguir impulsando el crecimiento del sector y de la economía. No obstante, sin una adecuada política fiscal, en la que se dinamice la adecuada Inversión de Capital y se reduzcan los Gastos Corrientes, como las muy abultadas nominas del Estado, las politizadas Pensiones Solidarias, el Gasto en Publicidad y el creciente Déficit del Sector Electrico, el crecimiento se seguirá desacelerando.
Para que tengan una mejor idea, la economía de República Dominicana muestra un desempeño desacelerado desde octubre de 2024 hasta enero de 2025, según los últimos datos del Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE) del Banco Central de la República Dominicana (BCRD). Durante ese cuatrimestre, el crecimiento ha disminuido de manera sostenida, pasando de 5.5% en octubre a 2.2% en enero, lo que representa una caída acumulada de más de tres puntos porcentuales.
Esta tendencia indica una ralentización en el ritmo de expansión de la economía. En ese sentido, en el reporte del IMAE de enero de 2025, el Banco Central subraya que: “la ejecución del gasto de capital del Gobierno con respecto al Producto Interno Bruto (PIB) se mantiene por debajo del promedio histórico, cerrando el 2024 en 2.45 % del PIB, para una disminución de 0.44 puntos porcentuales con respecto al 2.89 % observado en 2023”. Y continúa señalando que “sectores productivos claves, como la construcción y la minería, registraron una variación interanual de -7.3 % y -1.8 %, respectivamente, en enero de este año”.
Todo esto, sumado al nerviosismo de la tasa de cambio, que se traduce en aumentos de costos, aumentos de precios, resultan ser una confluencia de factores adversos que atentan con la estabilidad macroeconómica; misma que no podrá ser resuelta exclusivamente con Políticas Monetarias, por lo que escapa de la exclusiva responsabilidad del Banco Central.
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