Aunque sea la dominicana más chilena como en una ocasión me tildó una amiga, no quiero dejar pasar el momento sin recordar las fiestas patrias de Chile.
Hace unos cuatro años escribí en este mismo medio sobre estas fiestas y es que quien ha tenido la oportunidad de vivirlas le es muy difícil olvidarlas.
En Chile hay dos momentos en que la alegría se apodera de todos, las fiestas patrias y el año nuevo.
Este año desde el miércoles 17 comenzó la celebración que se prolongará hasta el domingo 21. Cualquiera se preguntará que cómo llevo esto tan en cuenta. Tengo unas plataformas de trasmisión que me permiten ver todos los canales del mundo, por lo tanto, he podido seguir el proceso como si estuviera presente.
La alegría es contagiosa, en las ramadas (tarimas), o en las fondas, nadie se está quieto, todos bailan cueca (baile nacional), cumbia, reguetón, etc. Todos con algo de comida en las manos, anticuchos (pinchos), choripán (un pan con un chorizo asado dentro), completos (hot dog), tomando chicha (bebida de maíz o uva fermentados) o terremoto (vino con helado de piña y granadina).
La celebración se extiende a todo lo largo del país, desde Arica hasta Punta Arenas.
Hay dos lugares emblemáticos en las fiestas patrias, en Santiago, el Parque O’Higgins, que es donde se da inicio formalmente a esta celebración con la asistencia del presidente y los funcionarios del gobierno que bailan una cueca para dejar oficialmente inauguradas dichas fiestas y en Coquimbo, conocida como la fonda más grande de Chile, ciudad al norte de Santiago con la fiesta de “La Pampilla” en que acampa la gente a esperar el gran acontecimiento nacional.
Dentro de las celebraciones de fiestas patrias hay dos actos religiosos, uno el 18, un “Te Deum” de acción de gracias en la Catedral Metropolitana de Santiago con la participación ecuménica de todas las denominaciones religiosas junto a representantes de diversas iglesias como la católica, luterana, anglicana, metodista, pentecostal y evangélica, además de comunidades judías y musulmanas. Cada representante es el encargado de hacer las lecturas y las peticiones. El domingo siguiente es celebrado otro “Te Deum” de acción de gracias en las iglesias evangélicas, que al igual que la anterior participan también todas las autoridades.
¿Podremos algún día celebrar algo ecuménico en nuestro país?
Recordemos a Juan Pablo II que convocó en Asís en 1986 y en 1999 a todas las religiones cristianas y de otras denominaciones a orar por la paz y a Francisco que tuvo contacto principalmente con los de otras confesiones cristianas, con los de otras creencias religiosas y con los no creyentes.
Una celebración digna de ver es la “Gran Parada Militar” para celebrar el “Día de las Glorias del Ejército de Chile”, que se celebra cada 19 de septiembre en el parque O’Higgins, en la capital Santiago.
Para dar inicio el oficial de mayor rango pide permiso al presidente, luego desfilan los huasos (campesinos de la zona central) a caballo que le presentan un cuerno con chicha (bebida de uva fermentada y cocida) y un cuerpo de baile hace gala de un pie de cueca. De esta forma queda iniciado el desfile que puede durar cerca de tres horas con la participación de todos los ejércitos y un despliegue del poder de las artillerías de guerra.
Desfilan cerca de cien perros que realizan tareas especiales acompañando a sus entrenadores, también los cachorros en brazo de sus cuidadoras o entrenadoras. Caballos con elegantes jinetes, batallones de mujeres, todas de igual tamaño y con un peinado similar. Paracaidistas, quienes este año se lanzaron desde lo alto, un total de veintiuno. Militares en mulos y una banda de músicos a caballo que guían las riendas con los pies. En fin, presenciar este desfile es una experiencia única e inolvidable.
El haber vivido esta gran experiencia me permite decir:
¡VIVA CHILE MIERDA!
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