La nación debió llenarse de júbilo con la reciente llegada de un primer crucero a Port Cabo Rojo. Al presidente Abinader habrá que reconocerle el mérito de ese mayúsculo logro en aras del desarrollo turístico de la región más pobre del país. Pero la prensa y las redes sociales han circulado información que revela que el despegue del proyecto completo de Cabo Rojo es un campo minado de problemas que requerirán de una tesonera perseverancia presidencial.
Si bien la operación de cruceros en el sitio representa una efectiva punta de lanza del desarrollo turístico, el atraque del crucero Norwegian Pearl desnudó algunas de las falencias de ese segmento del proyecto. La apoteósica fanfarria desplegada por las autoridades para marcar su arribo no es criticable dada la connotación del simbolismo. Pareció que finalmente había “llegado la hora del sur”, aunque se alegó que había “llegado el cambio”. Pero hubo patas cojas que no se revelaron durante el acto de bienvenida.
Lo mas trascendente fue que el mismo proyecto del muelle estuvo inconcluso en un 50%. El Grupo ITM, la empresa mexicana que se ha arriesgado a desarrollar el puerto admitió que todavía se tomará un año y medio para que la obra este completa. A la fecha, “la primera fase de la infraestructura portuaria tiene habilitadas dos piscinas, tres restaurantes en el centro y una zona de locales (souvenirs), un área de bienvenida (welcome area), así como sus zonas de servicios: baños, andadores y la zona de salida.”
A todas luces, la falta de terminación no impidió que los cruceristas disfrutaran del destino. De 2,577 cruceristas se desmontaron unos 970, de los cuales más de 300 visitaron el pueblo de Pedernales y los demás tomaron excursiones a Bahia de las Águilas, Laguna de Oviedo, Hoyo de Pelempito y la frontera con Haití. Los que se quedaron en el muelle disfrutaron de las amenidades ya ofertadas, incluyendo el uso de una gran piscina. La estadía del barco duró 8 horas y su siguiente puerto fue La Romana.
Respecto al resto del proyecto de Cabo Rojo, por otro lado, se advierten luces y sombras. Entre las luces figuran la electrificación oportuna del puerto por Edesur y la casi completa planta de tratamiento de aguas residuales. El plan de remozar la carretera entre Barahona y Pedernales, sin embargo, solo ha logrado los primeros 28 kms (del tramo entre Barahona y Enriquillo). Los 74 kms del tramo Enriquillo-Pedernales todavía esperan que el MOPC retome la obra después de haberla inaugurado. En el interior del proyecto se ha construido la carretera que termina en La Cueva, pero algunas de las obras prometidas para el pueblo de Pedernales han sido solo anunciadas. El remozamiento del hospital ha sido la única obra finalizada en el pueblo.
Independientemente de todas las carencias y precariedades que algunos observadores le endilgan a la provincia de Pedernales, la llegada del primer barco es el apto despegue de un proceso que se consolidara con el emprendimiento y creatividad de sus habitantes. El tiempo irá señalando las necesidades para hacer de la provincia un soberbio atractivo para los cruceros. El Grupo ITM actualmente cosecha gran éxito con el puerto de Puerto Plata (Taino Bay) y se puede confiar que hará de Port Cabo Rojo un destino viable y apetecible.
Vale admitir que el resto del proyecto de Cabo Rojo no ha avanzado con toda la celeridad deseada a pesar de que, según la DGAPP, se han invertido ya RD$26,000 millones. Hay actualmente tres hoteles en construcción y se ha anunciado que las cadenas Iberostar y Hyatt serán quienes los gerencien, pero no luce probable el vaticinio presidencial de que se inaugurará el primer hotel de 580 habitaciones a finales del presente año. Reportes informales dan cuenta de que el hotel más avanzado apenas tiene unas 150 habitaciones construidas. Una reciente redada de trabajadores haitianos ilegales en el sitio de seguro ralentizará la obra.
Sin embargo, la velocidad con que se construyen esos hoteles no es el gran problema. Lo que resalta de la revisión panorámica del proyecto es que habrá un desfase entre la inauguración de los hoteles y la operación del aeropuerto de la comarca en Oviedo. Mientras un primer hotel pudiera estar listo a finales del 2024, la pista de aterrizaje comenzará a construirse en marzo y no estará lista hasta finales del 2025. Se justifica preguntarse entonces como llegarán los huéspedes a ese primer hotel durante su operación del primer año. ¿Qué explica ese obvio desfase? ¿Llegarán los aviones a Barahona y serán los pasajeros transportados a Cabo Rojo en pequeños aviones?
El mas trascendente dolor del parto de Cabo Rojo no será lo reseñado. La fundamental es que todavía no ha aparecido un inversor hotelero que quiera correr el riesgo de plantar un hotel donde estarían ubicadas las primeras 4,000 habitaciones. Tod la inversion hotelera hasta ahora ha sido estatal. Pero a pesar de que no han aparecido inversores privados, no debe descartarse que aparezcan cuando el aeropuerto este terminado. En Playa Dorada el primer hotel –Jack Tar– hubo de construirlo el Banco Central y en Cabo Rojo podría darse algo similar.
Preocupante resulta que las diligencias de las autoridades en la búsqueda de los inversores, las cuales incluyen un viaje de la Vicepresidente a Qatar y presentación del proyecto en FITUR 2021, no han dado resultados. Tampoco se ha logrado el “socio estratégico” que se busca para complementar la inversion estatal. Para Punta Bergantín ya se ha anunciado que el Grupo Martignon construirá dos hoteles y en Miches son varios los proyectos privados anunciados por más de US$1,000 de inversion, pero Pedernales no ha atraído ninguna de las 12 cadenas que se citaron inicialmente como interesadas.
Ante esta situación procede preguntarse si la reticencia de los potenciales inversores se debe a que la infraestructura hotelera no será ubicada en Bahia de las Águilas. Quien suscribe en su momento advirtió que esa era la ubicación que siempre interesó a los inversores privados y que Cabo Rojo podría no generar similar interés. De manera que las autoridades deben estar abiertas a modificar el plan maestro para complacer a los inversores, habida cuenta de que ya existen tecnologías que garantizan la protección de los ecosistemas y la sostenibilidad ahí del turismo.
Lo que en esta coyuntura parece deseable es una fuerte reafirmación del compromiso presidencial con el proyecto de Cabo Rojo. Deseable sería, por ejemplo, que los US$475 millones que recibirá el gobierno como parte del canon de la nueva concesión a Aerodom, se especialicen para apoyarlo. La reelección se presta para que el mandatario confronte los obstáculos y consolide los avances. Después de todo, detonar en grande el turismo en esa pobre región es equiparable, en términos de los mas importantes logros de su actual gestión, a la lucha contra la corrupción y por la transparencia, así como al aumento y expansión de la protección social que ha engalanado la gestión del presidente Abinader.