La exhibición de demostraciones artísticas es bastante antigua en la historia de la humanidad. Tenemos las pinturas rupestres para dar fe de esta aseveración. De los rastros del deseo de mostrar lo que nos apasiona, las colecciones personales de uno y otro (sí, casi siempre de hombres), también tenemos muchas evidencias. Estas muestras con vocación más o menos pública son los antecedentes de los museos, lugares donde numerosos visitantes se compenetran con creaciones y tradiciones que se corresponden con puntos de vista. De hecho, la palabra “museo” se deriva de la idea de que se trata de un lugar donde se ve el trabajo fruto de la inspiración de las musas.
En República Dominicana, el primer museo fue obra de una feminista. Cierto, la Iglesia católica tradicionalmente tuvo vocación de exponer el mensaje bíblico a través de creaciones artísticas y también de guardar, registras y hasta enseñar las manifestaciones de los creyentes. Pero la idea de un museo para exponer el acervo producido los dominicanos como grupo fue de Abigaíl Mejía, hija de un presidente de la Suprema Corte y de una madre con espíritu libre que se fue a Barcelona a principios del siglo XX y se llevó a los hijos con ella cuando se divorció del ilustre Juan Tomás Mejía y Cotes (pariente de todos los Mejía Ricart) . En Barcelona, esta joven se formó como docente (una de las pocas disciplinas que aceptaban mujeres en la época) y se familiarizó con varios museos que visitaba asiduamente. Como resultado, a su regreso al país, lanzó una campaña por la creación de un Museo Nacional, del que fue su primera directora. Con los años, ahora ella se ha convertido en tema de exhibiciones temporales en varias ocasiones, como la dedicación de la Feria del Libro de Santo Domingo a su persona en el año 2020 y la exhibición sobre su vida que realizara la Cooperación Española en el año 2019.
Desde esos momentos en que surgió el Museo Nacional hasta ahora han surgido numerosos museos y, justo es reconcerlo, uno de los que más influyó en ello fue Joaquín Balaguer, a quien algunos le atribuyen el empuje detrás de que se reconstruyeran las ruinas del Alcázar de Colón, quien en el año 1973 lanzara el museo de las Casas Reales y, quien definitivamente fue el impulso detrás de que el lugar de la última residencia capitalina de Rafael Trujillo, en vez de ser coto privado de preservadores u opositores de su memoria, se convirtiera en un espacio abierto a la presencia de todos, recogiendo la diversidad de herencias bibliogáricas, históricas, científicas, antropológicas y artísticas que forma parte de la identidad dominicana. Loable propósito, aunque los críticos podrán observar que finalmente lo que ha sucedido es que la impronta de la vida en dictadura tiñe todos los aspectos de la vida dominicana, más de sesenta años después de su fin.
Los museos y centros culturales de la Ciudad Colonial han sido motivo de mucha actividad recientemente. Sobre el Museo de la Catedral escribí recientemente. El Centro Cultural de Indotec, el Centro Cultural Banreservas y el Centro Cultura Alemán acogieron ponencias de las Ferias Internacionales del Libro y de festivales Centroamérica Cuenta celebrados en ese hermoso entorno. La Cooperación Española. donde Pedro Vergés y José Mármol trabajaron ¡juntos! hace años, también acoge numerosas manifestaciones artísticas realizadas en torno a figuras esencialmente dominicanas.
Una reciente y hermosísma añadidura a este grupo donde se encuentran la Casa del Teatro y varias otras salas teatrales (Teatro Guloya, Las Máscaras), el Museo Fernando Peña Defilló, el Museo del Ámbar, el Museo de la Porcelana, la Casa Mella Ruso, ha sido la apertura a fines del año 2024, del Centro Cultural Taíno Casa del Cordón, apadrinado por el Banco Popular Dominicano.
¿Por qué el Banco Popular ha creado este Centro Cultural? A principios de los años sesenta, cuando se fundaron el Banco Popular Dominicano y muchas otras empresas, fruto de una cierta apertura de la economía, la calle Isabel la Católica era considerada “el Wall Street dominicano”, así que su fundador, Alejandro E. Grullón E., se empeñó en conseguir local ahí, lo que obtuvo a los pocos meses de haber sido autorizado a operar durante el gobierno de Juan Bosch. En la Ciudad Colonial, la mayoría de los espacios son propiedad del Estado Dominicano, que los alquila a usuarios elegidos con el compromiso de que ellos colaboren con su conservación y le den vida a estas herencias. El Popular usó la Casa del Cordón como sede durante unos 30 años, luego únicamente como sucursal y ahora, adaptándose a los usos actuales, lo ha habilitado como Centro Cultural destacando dos herencias importantes del siglo XVI: la arquitectura colonial de los primeros colonos y la herencia taína de los siglos anteriores, ambas escenificadas con animaciones, pinturas y documentales, además de acoger la colección de Manuel García Arévalo, empresario que lleva años dedicado al coleccionismo de esta herencia. La visita a esta y otras inslalaciones es de mucho agrado para los grupos de turistas cuya mayoría llega esencialmente a través de cruceros y puede ser aprovechada también por residentes locales, a un precio sumamente conveniente, menor que dos horas viendo una película en el cine. Altamente recomendada para todos.
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Nota: el título hace alusión al título del “informe” presentado por el Padre Bartolomé de las Casas, denominado “Brevísima relación de la destrucción de las indias” y precisamente lo que intento mostrar es que hay varios esfuerzos actuales por rescatar la herencia resultado de esos mismos momentos.
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