Desde el 15 de octubre se exhibe a través de YouTube un documental realizado por RD Positiva, empresa fundada por Luis Emilio Molina, quien antes había promovido proyectos culturales a través de Patín Bigote y del Cluster Turístico de la Ciudad de Santo Domingo. Su propósito en este nuevo emprendimiento es promover piezas que ofrezcan una visión constructiva, consciente y esperanzadora de la República Dominicana y ha decidido iniciar con la obra que se reseña en el título, sobre el legado de su padre.  Se trata de un esfuerzo serio y que aporta luces sobre nuestro pasado reciente.

Al documental le sobra cariño: lo dirigió el nieto del personaje central –que se sabe cómo somos los nietos con los abuelos, yo también escribí un libro sobre el mío– aparecen entrevistados los hijos, varios amigos entrañables, compañeros de luchas y personas más lejanas, pero que igualmente reconocen los aportes de este hombre que promovió la adopción de cambios en la legislación laboral y de la Seguridad Social.

También le sobran unos treinta minutos, sobre todo los dedicados a la época de Trujillo que, si bien ofrecen contexto, son excesivos comparados con la vida de este católico ferviente que, por identificación con las posturas más humanitarias de la iglesia católica, se convirtió en sindicalista, luego fue cooptado por el Partido Reformista (para presentarlo en una lista electoral como diputado) y por el Partido Revolucionario Dominicano (el presidente Salvador Jorge Blanco lo contrató como asesor sobre reforma laboral). La dimensión pública del hombre fue muy bien abordada.En lo interpersonal, es hermoso ver retratado el amor que Henry Molina sintió por Carmen Peña, la mujer emprendedora que luego ha padecido un largo alzhéimer y que fue su esposa durante más treinta años.

Sin embargo, hubo escasas referencias a la base ideológica que motivaban las acciones públicas.  Se oye al propio Henry Molina citar posturas del papa Juan Pablo II, indicar que a él y a un grupo de socialcristianos se les conocía como ex monaguillos y uno de sus hijos dice que su padre se levantaba cada mañana con canciones religiosas, pero no aparece una entrevista a ningún sacerdote o teórico que reflexione sobre esta dimensión de su vida. Uno de los invitados a la primera exhibición pública, realizada el pasado miércoles en Casa San Pablo, fue el jesuita Pablo Mella y, aunque generacionalmente pertenece al grupo de los hijos de este pasado sindicalista, seguro que hubiera podido referirse a la participación de la Iglesia católica en los movimientos de apoyo a las clases trabajadoras.

Algunas de las cosas más hermosas sobre el legado de este hombre quedaron fuera de cámara, aunque implícitas. Fue capaz de criar una familia que le hace honor al cuarto mandamiento: “Honrarás padre y madre”. En la esfera pública, conocemos que dos de sus hijos han alcanzado éxito al seguir variaciones de la vocación de su padre.  Luis Emilio aporta a la difusión de creaciones culturales y Luis Henry es actualmente presidente de la Suprema Corte de Justicia.  Nada mal para un hombre nacido en condiciones económicas difíciles y que decidió creer y actuar para un mejor país.  Sus hijos y la sociedad le respondieron positivamente.  Hoy estamos mejor que hace sesenta años cuando él empezó a organizar grupos para hacer reclamos que le parecían justos.

Jeanne Marion Landais

psicóloga y escritora

Jeanne Marion-Landais cuenta con una experiencia profesional importante en el mundo financiero y diplomático. Ha vivido en Estados Unidos, Francia y República Dominicana y su mirada al mundo está permeada por sus vivencias en estos países. A título voluntario colabora desde el 2014 con El Arca, asociación en torno a la discapacidad intelectual. Es madre de dos hijos.

Ver más