Han pasado ya más de cinco décadas desde aquel abril inolvidable de 1965, y sin embargo, su eco sigue vivo en la conciencia de cada egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Antes de esa fecha histórica, para muchos dominicanos y dominicanas era impensable siquiera aspirar a pisar las aulas uasdianas. Desde entonces, más de cien mil ciudadanos han egresado de una institución que, gracias a la gesta de abril, se transformó radicalmente.
Entre las conquistas de ese proceso revolucionario, la más tangible es, sin duda, la Universidad Autónoma de Santo Domingo. En medio del fragor de una lucha armada contra el ejército más poderoso del mundo, en la Zona Constitucionalista del casco colonial de la ciudad, un grupo valiente de estudiantes e intelectuales fue capaz de imaginar una universidad distinta: más abierta, más justa, más del pueblo.
De esa visión surgió el Movimiento Renovador Universitario. Tan pronto cesaron los combates, exigieron un cambio de rumbo a las autoridades uasdianas de entonces, una transformación que terminó expulsando a quienes no podían aceptar esa nueva dirección. Así se dejó atrás la universidad elitista y cerrada, y se dio paso a una institución profundamente democrática, popular y comprometida con la justicia social.
La UASD, desde entonces, se ha convertido en la gran aliada de las familias de bajos ingresos, abriendo sus puertas al saber como nunca antes. Ha sido motor de movilidad social, bastión de luchas patrióticas, defensora inquebrantable de los derechos ciudadanos y garante de las libertades públicas. No es exagerado decir que sin el abril del 65, la UASD seguiría anclada en el siglo XIX.
Por ello, es motivo de orgullo nacional reconocer el vínculo indisoluble entre la Gesta de Abril de 1965, el Movimiento Renovador Universitario y la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Esta tríada no solo marcó un antes y un después en la historia de la educación superior dominicana, sino que sentó las bases de una universidad inclusiva, crítica y socialmente comprometida. Recordarla no es un acto de nostalgia, sino un ejercicio de responsabilidad histórica.
Hoy más que nunca, se hace necesario valorar el legado de aquella generación que soñó con una universidad abierta a todos, sin distinción de origen ni condición social. La UASD sigue siendo un espacio donde miles de jóvenes, especialmente de los sectores más vulnerables, encuentran oportunidades reales de transformación personal y profesional. Esa misión, lejos de estar concluida, continúa inspirando nuevas reformas y desafíos.
La experiencia del Movimiento Renovador Universitario demostró que el pensamiento crítico, el debate y la participación estudiantil pueden ser fuerzas constructivas dentro de una sociedad democrática. Inspirado en las ideas de la Reforma de Córdoba, el movimiento dominicano no solo reinterpretó esos principios para su contexto, sino que los proyectó con fuerza y originalidad hacia el futuro de la educación superior del Caribe.
Cuidar, fortalecer y proyectar este legado es una tarea de todos. La UASD no es solo un centro académico: es un símbolo de lucha, de avance y de esperanza. Su historia nos recuerda que es posible transformar las estructuras cuando se actúa con convicción y visión colectiva. Por eso, mantener vivo el espíritu renovador es la mejor forma de honrar el pasado, construir el presente y asegurar el porvenir de nuestra universidad.
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