Cómo pasa el tiempo! Hoy arribamos al segundo aniversario del día que Dios te reclamó, cumpliendo con su perfecto Plan para tu vida, la de  aquí y  la de allá, donde el último latido de tu corazón en la tierra fue celebrado por Cristo, nuestro salvador, de quién casi pude escuchar en ese momento decir… consumado es…y así fue…ya estabas listo para de Su mano partir hacia Su hogar donde, desde hace siglos ya había preparado moradas para ti y los suyos.

En cuál “nube” te habrán asignado tu morada?…¿Quiénes serán tus vecinos?…¿Ya fundaste “El Celestial, su diario Eterno”?…o volviste a tomar la línea de Cachafú y Pum! ajustándolas  al ambiente actual?

Asumo que te la habrás ingeniado para producir tus “Humoradas”, rogando yo desde aquí que los Discípulos del Señor y sus Ángeles se hayan preparado para estos eventos…no quiero imaginar la cara de San Pedro luego de leer en tu columna la versión sobre las quince veces que negó a Cristo, el por qué la versión oficial sólo menciona tres y evita abundar sobre las razones políticas que intervinieron en el “asunto”, dejando de lado al papel que jugó la CIA en los eventos ocurridos hace más de dos mil años, usando su enlace local, un joven y prometedor político conocido como “El Doctor”, a quien se le adjudica haberle regalado una ponchera al bueno de Pilatos por si acaso tenía que lavarse las manos.

Por aquí, Papi, las cosas andan mas o menos igual sólo que de bajada. Dios, en su sabiduría, te evitó sufrir la entronización del Dembow como ritmo…perdón, como ruido popular nacional al que, para acceder, es necesario presentar certificaciones de analfabetismo crónico, no tener idea alguna sobre lo que es música, pertenecer a la Real Academia de Malas y Peores Palabras, con aplicación en “Pleberías  e Indecencias Graves”, consumándose el resultado de lo así gestado en la interpretación que una persona realiza hablando como para dentro de sí, emitiendo un sonido raro, mientras algunas jóvenes bailan fémur en mano pues ya no les queda nada que enseñar.

Pero dejando las bromas detrás, quería decirte cosas que no acerté comentártelas a tiempo, por lo que me ajusto a la narrativa epistolar rogándole al Señor que te las comunique en la forma que entienda mejor.

Papi, de la mano de  tu ayuda idónea, Eugenia Aquino, dejaste el mejor legado que un ser humano puede aportar: Una familia sólida, unida, pendientes entre sí cada uno de sus miembros; tu esposa ha seguido siendo ese ser humano tan especial que conociste, tus hijos somos verdaderos hermanos, poblados del cariño y solidaridad que no se da en el vacío; esto siempre será producto de lo que ustedes sembraron, la prioridad en materia familiar es una materia que tus hijos liberamos y que, con nuestras fallas, cada día más luchamos por perfeccionarla.

Creo que el hacernos padres nos abrió el entendimiento de la dimensión de tus esfuerzos, de la feroz batalla que libraste contra esas cargas que sin quererlas  se traen desde la infancia y, por el resultado que lograste, descubrimos cuántas victorias obtenidas pasamos por alto, cuántas oportunidades de comprenderte mejor desperdiciamos, sin embargo, tus empeños  suplieron nuestra inmadura forma de ver las cosas, esas mismas que dimos por sentadas sin darnos cuenta de que, en otros hogares, ellas no constituían una práctica real generando desconciertos e inseguridades que nosotros nunca sufrimos.

Tus logros profesionales forman parte de nuestro orgullo pero, sin dudas, el activo heredado que más valoramos, es tu triunfo como padre; sobre todas las dificultades que enfrentaste puedes decir: Lo logré.

Dios te bendiga siempre.