La ciudad de Nueva York y el estado de Nueva Jersey eligen este martes a su alcalde y su gobernador, respectivamente, en unas elecciones marcadas por el alto coste de vida y que pondrán a prueba su estatus como bastiones demócratas en medio de la crisis del partido y del giro conservador en EE.UU.
En Nueva York se perfila como ganador el candidato demócrata, Zohran Mamdani, en boca de todos desde que venció en las primarias al veterano político Andrew Cuomo pese a su corta experiencia como asambleísta estatal, y cuya orientación socialista ha suscitado recelo entre los líderes del partido y los moderados.
El presidente, Donald Trump, ha calificado a Mamdani de "comunista", pero parece dar por supuesto que este superará de nuevo a Cuomo, que sigue siendo su principal rival con una candidatura independiente cuya campaña ha recibido una lluvia de millones de dólares de varios magnates, tanto demócratas como republicanos.
Mamdani, de 34 años, y que se puede convertir en el alcalde más joven de Nueva York desde 1892 y también en el primero musulmán, ha recaudado una fracción de los fondos electorales de Cuomo pero, en cambio, ha inspirado a la población joven, que se ha convertido en un ejército de voluntarios para su campaña.
Una ventaja que se reduce en Nueva York
La encuesta de AtlasIntel arroja el margen más estrecho de Mamdani sobre Cuomo, con un 41 % de voto estimado frente al 34 %, lo que reduce una ventaja que lleva meses estabilizada en dos dígitos, y refleja también cierto impulso para el candidato republicano, Curtis Sliwa, con un 24 %, aunque sus posibilidades son escasas.
Mamdani, tildado de populista, ha propuesto autobuses y cuidados infantiles gratuitos, control de alquileres, creación de viviendas asequibles y de supermercados con alimentos subvencionados, que asegura puede ejecutar con una subida de impuestos a los millonarios y a las empresas, lo que preocupa entre los moderados.
Cuomo, que es exgobernador, exfiscal y exministro, ha insistido en que al demócrata le falta experiencia pero, más que definir un programa, se ha enfocado en la ofensiva refiriendo, entre otras cosas, a las críticas del demócrata a Israel, pues Nueva York acoge la mayor población judía fuera del país.
Mientras, Mamdani, desconocido hasta hace poco, llenó el mes pasado un estadio de Queens con capacidad para 10.000 personas en un mítin con el lema "Nueva York no está en venta" en el que participó la dupla formada por Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, figuras del ala izquierdista y que le han dado apoyo.
Otras figuras que lo han apoyado son la gobernadora estatal, Kathy Hochul, y la fiscal del estado, Letitia James, así como el líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, no así el del Senado, Chuck Schumer, ni del expresidente Barack Obama, entre otros líderes.
Obama, que este fin de semana participó en los mítines de las candidatas demócratas a la gobernación de Nueva Jersey, Mickie Sherrill, y Virginia, Abigail Spanberger, no viajó a la Gran Manzana pero llamó a Mamdani para elogiarle y ofrecerle ser su "caja de resonancia", según reportó The New York Times, en un gesto positivo.
Una ventaja reducida en Nueva Jersey
En Nueva Jersey, la congresista, exfiscal y exmilitar Sherrill ha reducido su ventaja sobre su rival republicano, el empresario y exlegislador estatal Jack Ciattarelli, en el tramo final antes de estas elecciones que son clave para las elecciones de medio término del año que viene.
La encuesta de AtlasIntel arroja una intención de voto del 50 % para Sherrill y del 49 % para Ciattarelli, aunque otros estudios de la última semana dan más ventaja a la demócrata, de 4 puntos en el caso del de Suffolk University y hasta 10 puntos en el de YouGov.
La campaña de la demócrata se ha centrado en oponerse a las políticas de Trump, pero ha desgranado medidas para rebajar el coste de vida mediante proyectos de energía limpia, impulsar viviendas asequibles o proteger los derechos reproductivos de las mujeres.
Mientras, Ciattarelli ha propuesto abordar el alto coste de vida mediante recortes a los impuestos a la propiedad y una línea dura en inmigración alineada con Trump, quien le apoya, eliminando el estatus de "ciudad santuario" y permitiendo la colaboración de las autoridades locales y federales.
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