La conmoción mundial prácticamente unánime espera frenar la masacre en Al-Fashir, el último bastión del ejército sudanés, que fue tomado el 26 de octubre por las milicias rebeldes Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). La condena por los horrores reportados por la Misión de Investigación de la ONU en Sudán llegó hasta el Consejo de Seguridad, que emitió un comunicado mostrando su preocupación "por el mayor riesgo de atrocidades a gran escala, incluidas las atrocidades por motivos étnicos".
Ejecuciones sumarias de civiles, muchas de ellas por motivos étnicos, violencia sexual, saqueos, destrucción de infraestructura vital y desplazamiento forzado masivo son algunos de los dramas que forman parte del más reciente informe de la Misión de Investigación de Naciones Unidas en Sudán.
El compendio de lo que todos los actores han coincidido en calificar como "atrocidades" se agravó desde el domingo 26 de octubre, cuando las rebeldes Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) capturaron el último reducto del ejército sudanés, la base de Al-Fashir, donde al menos 260.000 civiles quedaron en ese momento a merced de la furia de las milicias.
El Consejo de Seguridad de la ONU ha sido la voz más reciente que se ha sumado a la condena mundial, con un comunicado en el que recuerda su resolución del 13 de junio de 2024, que demandaba el fin del asedio a Al-Fashir y ordenaba una desescalada en la región.
En la reunión de emergencia convocada por el Consejo para hablar sobre la situación en Sudán, el jefe humanitario de la ONU, Tom Fletcher, criticó a este organismo por su respuesta tardía.
"¿Alguien aquí puede decir que no sabíamos que esto iba a suceder?", preguntó a los miembros. "No podemos escuchar los gritos, pero mientras estamos sentados aquí hoy, el horror continúa. Las mujeres y las niñas están siendo violadas, mutiladas y asesinadas con total impunidad".
Estados Unidos y otros miembros del Consejo insistieron en su reclamo de que cese el "apoyo externo" a las partes en conflicto, mientras que el embajador de Sudán ante la ONU, Al-Harith Idriss Al-Harith Mohamed, acusó a Emiratos Árabes Unidos, un importante aliado de Washington, de respaldar con armas y presupuesto a las milicias de las FAR.
Abu Dhabi ha negado repetidas veces esta versión, e incluso ofreció este 30 de octubre un aporte de 100 millones de dólares en ayuda humanitaria. Pero un panel de expertos de la ONU señaló en 2024 que consideraba creíbles los informes sobre esa cooperación, con base en la actividad de aviones de carga que se cree trasladan armas desde la vecina Chad.
El primer ministro sudanés, Kamel Idris, pronunció un discurso televisado, en el que pidió poner fin a la "limpieza étnica" y el "genocidio", denunciando que "las atrocidades en Al-Fashir superaron todos los límites".
Idris aseguró que "los asesinatos colectivos, las torturas, incineraciones, y el terror que cometen las RSF contra los civiles desarmados son crímenes de guerra y de lesa humanidad en toda regla, sin ninguna confusión ni interpretación".
Cuerpos regados en todo el camino
El informe de la Misión de Investigación, revelado este 30 de octubre, es la visión más cercana a un conflicto cuyos detalles no han podido ser validados de manera independiente por medios y organizaciones humanitarias, pero han desatado la alarma en el mundo entero.
"Decenas de miles de civiles siguen atrapados en ella (Al-Fashir), entre bombardeos constantes, hambre y desesperación, mientras otros huyen de la ciudad, muchos a pie y sin lo más esencial para sobrevivir, y la ayuda humanitaria sigue siendo obstaculizada", detalla el reporte de la Misión, que insta a la comunidad internacional a "elegir entre el silencio o la solidaridad".
Los expertos que integran esta Misión propusieron la creación de una institución judicial independiente para juzgar las violaciones a los derechos humanos en Sudán, una entidad que podría trabajar junto a la Corte Penal Internacional y que tendría jurisdicción en todo el país.
La Misión de la ONU ha dado por buena la denuncia de trabajadores humanitarios y testigos desplazados, también reproducida por la Organización Mundial de la Salud, sobre la ejecución de al menos 460 pacientes y sus acompañantes en el Hospital Saudita de Al-Fashir.
El Laboratorio de Investigación Humanitaria de la Escuela de Salud Pública de Yale señaló que las imágenes de satélite analizadas corroboran las ejecuciones alrededor del centro de salud.
Pero el testimonio de los que han logrado huir agrega aún más horror al cuadro. Más de 36.000 personas han escapado de Al-Fashir desde el 26 de octubre, y a su llegada a la vecina ciudad de Tawila han dicho que las carreteras están llenas de cuerpos, víctimas de asesinatos arbitrarios a manos de los rebeldes.
Muchas mujeres denuncian haber sido violadas durante la huida, y testigos han asegurado a la agencia AP que los milicianos iban de puerta en puerta en la ciudad, golpeando y disparando, incluso a mujeres y niños.
Malthide Vu, responsable de incidencia política del Consejo Noruego para los Refugiados, que gestiona el campamento, afirmó que el reducido número de personas que han llegado a Tawila en los últimos días "debería preocuparnos a todos, esto refleja el horror del viaje".
El Comité Internacional de Rescate (IRC) añadió que quienes llegaban a Tawila contaron a sus trabajadores humanitarios que las fuerzas de RSF habían perpetrado asesinatos indiscriminados en las carreteras de salida, que estaban sembradas de cadáveres. "Cientos de miles de personas se encuentran en grave peligro en Al-Fashir y sus alrededores", advirtió el IRC.
Imágenes de satélite revelan asimismo un muro de tierra construido en el perímetro de Al-Fashir por las RSF, para impedir la salida de los más de 200.000 residentes que siguen atrapados allí.
La Unión Africana advirtió en un comunicado que estas personas no tienen "acceso a alimentos, medicinas ni rutas de evacuación seguras, lo que constituye un castigo colectivo y actos que podrían constituir crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad".
Esfuerzos de paz y compromisos insuficientes
El ministerio de Relaciones Exteriores de Egipto emitió este 30 de octubre un documento oficial en el que informó que coordina esfuerzos con Estados Unidos y la ONU para "impulsar una tregua y lograr la estabilidad" en Sudán.
Sin embargo, El Cairo no parece libre de compromisos en el conflicto. El gobierno dominado por militares ha dado respaldo político al ejército de Sudán, porque lo considera un aliado más confiable que los rebeldes.
El jefe de la diplomacia egipcia, Badr Abdelaty, sostuvo conversaciones telefónicas con el asesor para África de la Casa Blanca, Massad Boulos, y el jefe humanitario de la ONU, Tom Fletcher, e insistió en "la necesidad de establecer un proceso político inclusivo liderado por el propio pueblo sudanés", así como "prevenir cualquier intento o plan que busque dividir al país".
El líder de las RSF, Mohamed Hamdan Dagalo (alias Hemedti), trató de disipar el 29 de octubre las preocupaciones sobre una eventual secesión de Darfur, como la que ya se produjo en Sudán del Sur.
"La liberación de Al-Fashir no es un paso hacia la separación, sino hacia la unidad de Sudán. Ya sea en tiempos de paz o de guerra, esto marca un giro decisivo hacia la unidad nacional", afirmó Hemedti en un video. "Quien pida la división de Darfur, Kordofán, el Este o el Norte, es alguien que no ve la realidad. Jamás cederemos ni un centímetro de nuestra tierra".
Las RSF también publicaron un boletín en el que informaron sobre la detención de "varias personas acusadas de violaciones", una medida que se tomaría "en acatamiento de la ley, las normas de conducta y la disciplina militar en tiempos de guerra".
Los rebeldes informaron que se crearán "comités legales especializados" para llevar adelante las investigaciones contra los detenidos.
Con EFE, Reuters y AP
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