El 28 de abril, millones de canadienses están llamados a las urnas para elegir un nuevo gobierno, después de unos tumultuosos meses que llevaron al primer ministro, Mark Carney, a convocar comicios adelantados cuando llevaba apenas unos días en el cargo. Hace meses, la carrera parecía servida para la oposición conservadora, pero la guerra arancelaria de Donald Trump ha cambiado el panorama.

Canadá vota por un nuevo Gobierno en un momento pos-Trudeau. El pasado 18 de abril – 10 días antes de la elección– abrieron oficialmente las urnas electorales para la votación anticipada, marcando el banderazo de salida para el proceso electoral canadiense de 2025.

Aunque originalmente estaba presupuestado por la legislación canadiense que las siguientes elecciones parlamentarias ocurrieran el próximo 20 de octubre, la inestabilidad política y económica, que derivó en la renuncia de, Justin Trudeau como primer ministro, obligó a su sucesor, Mark Carney, a convocar unas elecciones anticipadas, confiado en reafirmar su estancia como líder del Gobierno.

En el papel, los canadienses tienen cuatro opciones para elegir sobre su destino político en los próximos años: el Partido Liberal, de Carney y Trudeau; los conservadores, liderados por Pierre Poilievre; el Bloque Quebequés, de François Blanchet; y la izquierda del Nuevo Partido Democrático, representado por Jagmeet Singh.

Sin embargo, las encuestas – y la tradición política canadiense – plantean a Carney y Polievre como las únicas opciones reales para liderar el Gobierno canadiense tras las elecciones del 28 de abril.

El actual primer ministro, que asumió el cargo el 14 de marzo, llegó a estar más de 20 puntos porcentuales por debajo del líder conservador, apenas convocó las elecciones anticipadas, pero los últimos sondeos marcan una tónica distinta, con los liberales gozando de una leve ventaja previa a los comicios.

Según una encuesta conducida por CBC, el Partido Liberal muestra un 38% de la preferencia de voto, por encima del 36% del Partido Conservador.

Estos comicios están marcados por un relativo consenso de la sociedad canadiense sobre los fuertes desafíos del país: el aumento en el costo de vida, la búsqueda por la soberanía energética y la amenaza que supone para el país el segundo mandato de Donald Trump en Estados Unidos.

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A continuación, explicamos las claves del proceso electoral canadiense y por qué estos comicios son tan cruciales.

1. ¿Cómo se vota en Canadá?

Millones de ciudadanos canadienses comenzaron a votar el 18 de abril por adelantado, aunque no será hasta el día de la elección, el 28 de abril, cuando la mayor parte de los votantes emita su voto; todos los ciudadanos mayores de edad están convocados a sufragar, incluyendo los presos y las personas que viven en el exterior.

El sistema electoral canadiense, inspirado en el británico, se basa en un esquema parlamentario, en el que los electores no eligen directamente al primer ministro sino que escogen a los miembros de la Cámara de los Comunes, órgano base del Congreso canadiense. Entonces, el líder del partido que obtiene la mayoría de escaños se convierte en primer ministro.

Este año, el hemiciclo se compone de 343 representantes, una suma aumentada respecto a las elecciones pasadas debido al crecimiento de la población en el país.

Para gobernar cómodamente, un partido tendría que conseguir 172 escaños y formar un Gobierno de mayoría. Si ninguno lo consigue, la tradición política canadiense no contempla gobiernos de coalición o de minoría, como el sistema español o el alemán.

No obstante, en caso de no alcanzar una mayoría parlamentaria, el partido más votado busca cerrar un 'acuerdo de confianza y suministro' con una representación menor, que constituye una alianza informal en donde se gana el favor político de otro partido para gobernar y aprobar leyes. Sin embargo, queda mermado su campo de acción en torno a legislaciones clave, como el presupuesto gubernamental.

En 2021, el Partido Liberal cerró un 'acuerdo de confianza y suministro' con el Nuevo Partido Democrático, que erradicó finalmente su apoyo meses antes de la dimisión de Trudeau.

En el caso canadiense, el partido ganador debe pedir la autorización del gobernador general – quien ostenta el poder en representación del rey británico – para formar Gobierno. Usualmente, este paso es una mera formalidad propia de la condición del país como miembro de la Commonwealth, que agrupa a los países que tienen vínculos históricos con el Reino Unido y de los que Carlos III es el monarca y jefe de Estado.

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2. Carney vs. Poilievre: la competencia por pasar la página de Trudeau

Los líderes de los dos partidos protagonistas en las elecciones canadienses, Carney y Poilievre, son las figuras que llegan a la recta final del periodo electoral extraordinario con más papeletas para convertirse en el primer ministro del país por los próximos cuatro años. 

Carney, antiguo gobernador del Banco de Canadá, encara el mayor desafío político de su corta carrera política, en la que llegó a ser líder del Partido Liberal – y por ende, primer ministro – sin siquiera tener un escaño dentro del Parlamento canadiense, algo que está permitido por la legislación nacional pero que es objeto de duras críticas provenientes del lado conservador. 

Del otro lado está Poilievre, un viejo lobo de mar en el panorama canadiense con tendencias populistas y que ha encabezado la oposición conservadora en la última década. 

Ambos – junto con los demás líderes partidistas – pudieron exponer sus ideas sobre el manejo del país en un debate televisado el pasado 17 de abril. El líder conservador ha basado su plataforma política en promesas sobre la desregularización de la economía, la separación del Estado en la construcción de vivienda pública, un endurecimiento de las sentencias a los presos para rebajar el nivel de criminalidad y en señalamientos en contra de Carney por seguir el legado de Trudeau, uno de sus mayores enemigos políticos.

"Mark Carney está pidiendo un cuarto mandato liberal, repitiendo exactamente las mismas promesas liberales que le hicieron perder", mencionó Poilievre durante el debate. 

Sin embargo, desde su elección interna como nuevo líder liberal, Carney ha desarrollado su figura política bajo la primicia de ser un político totalmente separado del legado de Trudeau. Con un historial en la banca, el actual primer ministro canadiense ha buscado centralizar al Partido Liberal, dando marcha atrás en políticas que pusieron a su antecesor en medio de la controversia en el lado más conservador del espectro indeciso, como las políticas ambientales.

"Lo he dicho antes y lo vuelvo a repetir. Sé que usted querría estar compitiendo con Justin Trudeau. Justin Trudeau no está aquí", sostuvo el líder liberal en respuesta a los señalamientos de su rival en la elección. 

Carney también ha sido señalado desde el bloque francófono por su doble nacionalidad – canadiense y británico – además del hecho de que no habla francés; sin embargo, el liberal tuvo que renunciar a su nacionalidad británica para ser premier canadiense y algunos analistas resaltan que las divisiones culturales dentro de Ottawa han quedado en un segundo plano dentro de la elección.

"Normalmente, no hablar bien francés sería un lastre mayor en Quebec. Pero ahora mismo, la atención se centra en la pérdida de empleo, la recesión y Donald Trump, no en el idioma", afirma Catherine Ouellet, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Montreal, para la revista 'Politico'. 

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3. Trump, burbuja inmobiliaria y energía: los desafíos que marcan la elección

La batalla política dentro del escenario canadiense se ha visto eclipsada por la irrupción del presidente estadounidense, Donald Trump, en el tablero geopolítico, especialmente en el continente americano, donde ha tenido a Ottawa como una de sus blancos. 

El mandatario estadounidense ha ejercido presión a través de herramientas económicas y hasta amenazas a la soberanía de Canadá. 

Trump se ha referido en numerosas ocasiones a Canadá como "el estado 51″ de Estados Unidos, y no ha escondido sus fantasías por que Washington absorba a Ottawa, pintando la posibilidad como deseable para la consecución de un Estados Unidos más fuerte dentro de la escena mundial. Trump calificó numerosas veces a Trudeau como el "gobernador" de Canadá. 

Todos los líderes de los partidos políticos en Canadá – incluyendo a Carney y Poilievre – han rechazado totalmente la idea de pertenecer a Estados Unidos, concordando en la necesidad de transformar la relación bilateral con su vecino en el sur para reforzar su soberanía ante los constantes ataques narrativos de Trump. 

Pero las puyas de Trump no solamente se quedan a nivel discursivo. El mandatario también ha añadido a Canadá dentro de su guerra arancelaria, a pesar de su fuerte integración comercial en la región, dado que – junto con México – firmaron el Tratado de libre comercio TMEC. 

Tras numerosas negociaciones y amenazas de ambos lados, el Gobierno de Carney consiguió ser de las naciones menos afectadas por la nueva política arancelaria trumpista. Canadá está dentro de un régimen especial, que solo comparte con México, en donde están obligados al pago del 25% de aranceles sobre las exportaciones que no estén amparadas por el TMEC; reglas impuestas por Trump bajo el argumento de la crisis migratoria y el tráfico de fentanilo

"Hay tanto en juego aquí debido a nuestra relación disruptiva con Estados Unidos, el efecto de los aranceles, el efecto de una potencial guerra comercial que va a durar un tiempo (…) Todas esas enormes preguntas", explicó Lori Turnbull, analista política y profesora de la Universidad Dalhousie, para la televisión canadiense. 

Además, el estancamiento económico y el encarecido costo de vida en Canadá – los clavos en el ataúd de Trudeau – siguen pesando en el imaginario canadiense al momento de tomar la pluma para marcar a su partido predilecto, entre promesas de una terapia de cambio radical con los conservadores y la moderación de los liberales por cuenta de Carney. 

El gas y la construcción de nuevos túneles en el país que puedan transportar combustibles desde Alberta, una región rica en energía fósil, también está en las primeras planas del debate político, especialmente ante la posibilidad de tener que disminuir el consumo de crudo estadounidense. Carney y Poilievre concuerdan en la necesidad de construir nuevas líneas de transporte, aunque los liberales prometen consultarlo antes con las comunidades indígenas. 

Entre tanto, Canadá se enfila a unas nuevas elecciones, con dos visiones distintas de país, pero con una amenaza en común: Estados Unidos.

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Con EFE, Reuters y medios locales

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