Jair Bolsonaro se convirtió en el décimo exmandatario de Brasil en ser detenido en la historia del país, tras una orden de prisión domiciliaria. Pero el arresto del hombre nostálgico de las dictaduras militares también aumenta las tensiones entre Brasilia y Washington. A continuación, un repaso por la vida del líder de ultraderecha y las claves del caso que lo aparta de la vida pública.

Capitán retirado del Ejército, seguidor de las dictaduras militares y símbolo de la ola global de la ultraderecha.

Jair Bolsonaro  se convirtió en el décimo exmandatario en ser detenido en la historia de Brasil y el cuarto exjefe de Estado en ser apresado desde que el país recuperó la democracia en 1985, junto a Luiz Inácio Lula da Silva, Fernando Collor y Michel Temer.

Mientras fue presidente, Bolsonaro planteó tres posibles destinos para su futuro: "Preso, muerto o victoria".

Y el lunes 4 de agosto se cumplió el primero: detenido en régimen de prisión domiciliaria, dictado por la Corte Suprema, por incumplir las medidas restrictivas impuestas en el proceso que lo investiga por presunto intento de golpe de Estado. 

La medida llega antes de su juicio, lo que subraya la determinación del tribunal a pesar del aumento de aranceles y sanciones impuestas por el presidente estadounidense Donald Trump.

El seguidor de la dictadura que ganó la Presidencia y acabó en prisión domiciliaria

En 1993, Jair Bolsonaro fue elegido legislador por tres años y en la tribuna de la Cámara de Diputados de Brasil proclamó su nostalgia por la dictadura militar que gobernó el país entre 1964 y 1985.

"¡Sí, estoy a favor de una dictadura!", aseguró entonces el ultraderechista, un capitán retirado del Ejército, ante la atónita mirada de muchos legisladores, algunos de los cuales se habían unido a grupos guerrilleros para luchar contra la junta militar. "¡Nunca resolveremos los graves problemas de la nación con esta democracia irresponsable!", aseguró.

En enero de 2019 se posesionó como presidente tras ganar en la segunda vuelta de unas elecciones en las que se enfrentó a Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT).

Desde que entró en la política, el exalumno de la Escuela Militar de Águilas Negras ha pertenecido a nueve partidos. Pero aunque ha revoloteado de una parte a otra, siempre ha sido muy consistente en sus ideas.

Desde el inicio de su gobierno, su mensaje fue claro: el país va cuesta abajo y solo un gobernante con puño de hierro puede salvarlo del desastre, aseguraba.

La idea resonó entre miles de brasileños desanimados por el creciente nivel de delincuencia, una economía moribunda y una corrupción política arraigada.

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¿Racista, homófobo y misógino?    

Muchos brasileños hicieron sonar las alarmas sobre los puntos de vista autocráticos que Bolsonaro expresaba, aparentemente compartidos por su entonces vicepresidente, el general retirado del Ejército Hamilton Mourao.

Bolsonaro se dio a conocer como “el Trump brasileño” y mostró algunas "salidas" verbales denunciadas como racistas, homófobas y misóginas. "No te violaré porque no te lo mereces. Eres demasiado fea", le dijo una vez a una congresista.

En la revista Playboy en 2011, el líder político confesó que no podría amar a su hijo si fuera homosexual y que preferiría que "muriera en un accidente".

Pero sus partidarios señalaban que el estado del país requería la llegada de un hombre fuerte, decidido a combatir la corrupción y el crimen.

En este último tema, ante la creciente delincuencia, muchos brasileños se mostraron encantados con su promesa de facilitar la posesión de armas para los ciudadanos comunes. Los empresarios, en tanto, respaldaron su adhesión a la economía de libre mercado.

Los evangélicos, que constituyen una cuarta parte del electorado, no ocultaron sus simpatías por Bolsonaro, un católico que prometió eliminar las clases de educación sexual, derogar los derechos de los homosexuales y frustrar cualquier intento de aliviar las estrictas leyes de aborto.

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Las claves del caso que tienen a Bolsonaro en arresto domiciliario

Al expresidente se le juzga por presuntamente orquestar un golpe de Estado para mantenerse en el cargo a pesar de su derrota en las elecciones de 2022, frente al actual mandatario Luiz Inácio Lula da Silva, quien en su anterior mandato fungió como uno de los principales líderes de la entonces ola de mandatarios de izquierda en América Latina.

La Fiscalía acusa a Bolsonaro de liderar una organización criminal armada, intento de golpe de Estado e intento de abolición violenta del Estado de derecho democrático, daños agravados y deterioro de sitios patrimoniales protegidos.

Una investigación de la Policía Federal lo situó al frente de una organización criminal activa desde al menos 2021. La Policía afirma que, tras la derrota de Bolsonaro ante Lula, la organización conspiró para anular el resultado electoral.

Parte de esa conspiración incluía, según la Fiscalía, un plan para asesinar a Lula y a un juez de la Corte Suprema. También afirma que el asalto a la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia, el 8 de enero de 2023, cuando partidarios de Bolsonaro saquearon importantes edificios gubernamentales una semana después de la toma de posesión de Lula, fue un intento de forzar una intervención militar y derrocar al nuevo presidente.

El fiscal general Paulo Gonet afirma que las acciones de Bolsonaro "no se limitaron a una postura pasiva de resistencia a la derrota, sino que fueron un esfuerzo consciente por crear un ambiente propicio para la violencia y un golpe de Estado".

En la orden judicial revelada, el juez Alexandre de Moraes afirmó que Bolsonaro y su hijo también podrían haber cometido los delitos de coacción durante un proceso judicial, obstrucción de una investigación que involucra a una organización criminal y atentado contra la soberanía de Brasil.

Sin embargo, Bolsonaro ha negado repetidamente las acusaciones y ha afirmado ser objeto de persecución política. Ha coincidido con Trump y ha calificado el juicio de "caza de brujas".

El exlíder de extrema derecha ha tenido prohibido usar las redes sociales propias o de terceros, en el marco de este caso, pero la Corte Suprema determinó que incumplió esas medidas restrictivas, por lo que fue dictada la prisión domiciliaria en su contra.

Según el magistrado Alexandre de Moraes, al usar las cuentas de aliados políticos para transmitir mensajes con incitaciones de ataques contra la Justicia, Bolsonaro violó la medida que le impedía difundir contenidos por sus redes propias o por las de terceros.

La orden emitida el lunes por Moraes también prohibió a Bolsonaro usar un teléfono celular o recibir visitas, excepto de sus abogados y personas autorizadas por el tribunal.

Un representante de prensa de Bolsonaro confirmó que la policía lo puso bajo arresto domiciliario el lunes por la noche en su residencia de Brasilia, donde le confiscaron el teléfono celular.

Los abogados de Bolsonaro aseguraron en un comunicado que apelarán la decisión, argumentando que el expresidente no violó ninguna orden judicial.

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El arresto que aviva las tensiones Brasil-EE. UU.

El caso cobró nueva relevancia después de que el presidente Donald Trump vinculara directamente un arancel del 50% a las importaciones brasileñas con la situación judicial de Bolsonaro, la cual el mandatario de EE. UU., Donald Trump, calificó de "cacería de brujas".

En contraste con la maraña de causas penales contra Trump, que en su mayoría se estancaron, los tribunales brasileños actuaron con rapidez contra Bolsonaro, amenazando con poner fin a su carrera política y fracturar su movimiento de derecha. Un tribunal electoral ya le ha prohibido a Bolsonaro postularse a un cargo público hasta 2030.

El Departamento de Estado de EE. UU. condenó la orden de arresto domiciliario, afirmando que Moraes estaba utilizando las instituciones brasileñas para silenciar a la oposición y amenazar la democracia, y añadió que Estados Unidos "responsabilizará a todos aquellos que ayuden e instiguen conductas sancionadas".

Moraes, objeto de sanciones del Tesoro de Estados Unidos la semana pasada, pero en todo caso el Tribunal Supremo de Brasil decidió poner al expresidente bajo arresto domiciliario en espera de su juicio por intento de golpe de Estado, una medida que ilustra la determinación de la corte de no ceder ante las sanciones impuestas por el presidente estadounidense Donald Trump.

El mes pasado, el líder de la Casa Blanca compartió una carta que le había enviado a Bolsonaro. "He visto cómo el terrible trato que recibes a manos de un sistema injusto se ha vuelto en tu contra", escribió. "¡Este juicio debe terminar de inmediato!".

Washington basó sus sanciones contra Moraes la semana pasada en acusaciones de que el juez había autorizado detenciones arbitrarias previas al juicio y había suprimido la libertad de expresión.

El arresto podría dar a Trump un pretexto para imponer medidas adicionales contra Brasil, subrayan los analistas.

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Con Reuters, EFE y AP

France24

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