En Belice, los descendientes mayas se cuentan por decenas de miles y representan alrededor del 10 % de la población. Muchos de ellos luchan por preservar su patrimonio cultural: la escritura, la lengua, las ceremonias y las costumbres de sus antepasados…
María García, una curandera maya que cree en el poder de las plantas medicinales, está muy preocupada por la sequía que amenaza la selva, fuente de su identidad.
La situación climática también preocupa a Marcelino Teul y su esposa, Dominga, cuyos ingresos dependen principalmente de las cosechas de maíz. Por su parte, Frank Tzib, de tan solo 23 años, sueña con transmitir al mundo sus conocimientos del casi extinto sistema de escritura maya y convertirse en maestro.
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