La tragedia nos persigue. Esta no es por la pandemia de Covid-19, que va en franco proceso de desaparición. Tampoco es por la invasión rusa en Ucrania, ni por la inflación que se ha desatado en los precios de los combustibles. Esta es una tragedia personal que nos duele y nos afecta a todos, especialmente a los que participan y conocen la importancia de Patricia Ascuasiati en el baile, la danza, en la actuación y en la cultura dominicana.

La familia ha aceptado ya el diagnóstico fatal de los médicos que han atendido a Patricia. Muerte cerebral. Todos los que conocen a Patricia saben de lo dramático de este final, jamás esperado. Transitaba entre el Cibao y Santo Domingo, con una persona entrañable para ella, María Luisa (Marylouise) Ventura Garrido. Las autoridades judiciales de Villa Altagracia han conocido el caso y dictado una sentencia provisional de prisión preventiva por tres meses. Todo lo que envuelve este drama tiene mucho de hermandad, familiaridad, aprecio, afecto, compañía y valores. Que a veces terminan de forma dramática y violenta, como es precisamente este acontecimiento, por demás doloroso y angustiante.

El destino de Patricia Ascuasiati le ha jugado una mala pasada. No en la misma dimensión, pero lo mismo ha ocurrido con su compañera de viaje, María Luisa (Marylouise) Ventura Garrido, quien ahora se enfrenta a una situación más angustiante: sobrevive, pero el ser querido, casi hermana como las definió su madre, la viuda del ingeniero Leandro Guzmán, se ha ido. No hay posibilidad de restablecer los malos entendidos o de que Patricia revele lo realmente ocurrido. Serán los tribunales los que conozcan las circunstancias del suceso y tomen una decisión, que obviamente podría ser muy dura en cuanto a la privación de libertad y las indemnizaciones civiles.

Patricia Ascuasiati escribió los últimos textos en Acento. Escribió su último artículo el 25 de noviembre de 2021, titulado Clara Elena Ramírez: Invitación a la danza (2). Aquí el acceso al conjunto de colaboraciones que publicó en este diario.

La despedimos con el homenaje que una artista como ella merece: reconociendo su obra, exaltando sus virtudes, su ejemplo, su escuela y su legado a la danza, al baile, al teatro, al cine, a la música y a la cultura dominicana. Tiene un lugar asegurado.