El mundo patas arriba. Así lo identificó en una ocasión Eduardo Galeano, a propósito de un libro sobre la educación. Lo tituló “Patas arriba. La escuela del mundo al revés”.
Es lo que ha pasado después del 20 de enero del 2025, cuando se instaló Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos.
Muchas cosas que eran fundamentales en el mundo de antes del 20 de enero, ahora poco importan. Por ejemplo lo que ocurre en Gaza.
Apenas han pasado algunas horas, pero en la supuesta búsqueda de prisioneros retenidos por el grupo terrorista Hamás, el ejército de Israel nuevamente la emprendió contra lo que queda de Gaza, y asesinó a por lo menos 400 personas. Nadie se indigna. Es como si esas muertes jamás hayan ocurrido. Las agencias divulgaron la noticia, pero a nadie le pareció indignante que Benjamin Netanhayu siga cometiendo crímenes tan horrendos como estos, en donde muere población civil, especialmente niños, mujeres y ancianos.
A propósito de ancianos, los pensionados de Argentina no quieren resistirse a morir con montos miserables. Han salido a las calles a reclamar sus derechos. Ellos hicieron o construyeron a la Argentina de hoy, y merecen una compensación justa al final de sus días. El presidente (mejor decir el dictador) argentino, Javier Milei, que sostiene que las necesidades no generan derechos, ha ordenado reprimir a los ancianos y pensionistas que han salido a las calles a protestar. Es una barbarie la que está cometiendo el gobierno de Javier Milei contra los ancianos y pensionados.
La represión ha sido canalla y dolorosa. Ha permitido ver que un siniestro sujeto, salido de la más oscura caverna de la ultraderecha, es capaz de acribillar a personas indefensas porque los considera basura descartable de la sociedad.
Sara Pérez, periodista dominicana, ha expresado su indignación, y ha escrito un mensaje que reproducimos:
"Mientras tanto, en la Argentina de Milei, que es a donde aspira a llegar el actual gobierno de Estados Unidos, gente anciana, enferma, discapacitada, vulnerable, indefensa, son un gasto innecesario y una molestia prescindible. Hay que barrerlas a patadas, sin contemplaciones. Ese es el estadio más puro y elevado del neoliberalismo".
El Salvador, más cerca de nosotros, sigue demostrando su servilismo aceptando deportaciones de personas de cualquier país, a cambio de que Estados Unidos no le saque los trapos sucios. Y en correspondencia, Estados Unidos devuelve a El Salvador a uno de los cabecillas de la Mara Salvatrucha 13, quien posee información sobre los acuerdos del gobierno con estos grupos criminales.
El dato es muy claro: La Fiscalía del Distrito Este de Nueva York desistió de la acusación contra César Antonio López Larios, alias "Greñas", líder histórico de la MS-13 que fue deportado el 15 de marzo a El Salvador junto a otros 22 miembros de esa estructura criminal y 238 supuestos integrantes de la banda El Tren de Aragua. “Muy claro. Lo expulsan para que no suelte en USA los datos de la negociación”, nos escribió un ciudadano salvadoreño.
Y la más reciente manifestación de que el mundo anda patas arriba es la negociación que acaban de hacer por teléfono Donald Trump, de Estados Unidos, y Vladimir Putin, de Rusia, para un cese de hostilidades en Ucrania. Sin representación del gobierno de Ucrania ni de Unión Europea.
Estados Unidos se compromete a cesar su ayuda militar a Ucrania, por exigencia de Putin, y Rusia dejaría de agredir a Ucrania por 30 días, especialmente en zonas energéticas y estratégicas.
Un comunicado del gobierno ruso dijo que la "condición clave para impedir una escalada del conflicto y el trabajo hacia un arreglo político-diplomático debe ser el cese total de la ayuda militar extranjera y el suministro de datos de inteligencia a Kiev”.
El agresor de Ucrania, Vladimir Putin con el ejército ruso a su servicio, se sirve con la cuchara grande y logra sus objetivos: Ucrania se queda sin entrar en la OTAN, se queda sin los territorios ya en poder del gobierno ruso, y avergüenza a los países europeos, que fueron socios de Estados Unidos en esta guerra.
Hay muchas más historias, pero no es necesario reiterarse en la masacre y en las injusticias, para reiterar que nuestro mundo anda patas arriba.
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