Lo vienen diciendo muchos sectores del país. La prevención y el combate de la violencia no es un asunto solo de guardias y policías. No es un flagelo que se combate solamente con medidas coercitivas y de fuerza. En todo caso son necesarias, pero insuficientes.
El Editorial del 06.06.2022 retrata así esta realidad: “Ningún jefe o director de la Policía ha tomado en serio incorporar a sociólogos, psicólogos, psiquiatras, antropólogos sociales entre los analistas y planificadores de las políticas públicas respecto al crimen organizado y la delincuencia común”.
Agrego que también filósofos. La inclusión de estos la valida el filósofo esloveno Slavoj Žižek, quien en su libro: “Sobre la Violencia. Seis Reflexiones marginales” (2009), considera que hay dos tipos de violencia que coexisten en nuestra vida cotidiana. La violencia simbólica, ejercida por la exclusión que denota el lenguaje, y la sistémica, cuya dinámica se encuentra enraizada en el funcionamiento de la economía y la política.
Žižek llama a no asumir la violencia con una “falsa urgencia”. El horror sobrecogedor de los actos violentos y la empatía con las víctimas funcionan sin excepción como un señuelo que nos impide pensar. Propone evitar los simplismos reduccionistas que conducen a la urgencia del accionar. Pide que reflexionemos al respecto para conocer seriamente las verdaderas causas de la violencia para investigarlas.
Por tanto, aquí hay que encarar el combate de la violencia y del crimen desde una perspectiva diferente. No se trata solamente de anunciar medidas “duras”, asustar y persuadir a los violentos en el país. O de “blablear” para fabricar esperanzas incumplibles. De lo que se trata es de repensar la problemática colectiva e interdisciplinariamente “para construir respuestas inteligentes, pertinentes, efectivas y democráticas. Aquí y ahora. Sin perder el foco”.
En este escenario, resulta más que necesario el que los mandos policiales y militares que diseñan y ejecutan estrategias y medidas para combatir la violencia incluyan a equipos de profesionales de las áreas que recomienda el Editorial de Acento: “Son los profesionales más indicados para orientar las actuaciones de las fuerzas del orden, contratados y respetados por su calidad y profesión. ¡Pero no son tomados en cuenta”.
Es el Gobierno Nacional quien tiene que contribuir a construir capacidades para que los actores clave en el combate de violencia puedan actuar certeramente y sobre todo apoyarlos cuando el crimen desborda sus capacidades nacionales y locales.
Es necesario alinear las acciones de los diferentes sectores gubernamentales hacia un mismo objetivo: la reducción y control del crimen y la violencia. Pero debe hacerlo bien. ¡Y puede hacerlo!
Ojalá que el sentir de los sectores que consideran que el combate a la violencia no es asunto solo de guardias y policías, y que se incluya a profesionales de las ciencias sociales, humanísticas y conductuales, no caiga en el vacío. Como bien precisa el Editorial de Acento. “No hacerlo, no incorporar a estos profesionales a la Policía es una pérdida de oportunidad que el gobierno no puede seguir tolerando”.
Hagámoslo. ¡No hacer nada o no hacer las cosas como se debe puede ser también un tipo de violencia innecesaria!