La fidelidad en política luce decaída. El gran beneficiario de la debilidad en política es el partido que ejerce el poder, porque cuenta con lo que algunos estudiosos de la política denominan "resortes del Estado", la posibilidad de rejuego, poder de las designaciones.
Todo este le suele otorgar al partido de poder una fortaleza electoral con la que escasamente la oposición puede competir. Y no haya partido de poder que no aproveche todas esas ventajas para competir por la victoria en las elecciones, incluso en las condiciones más adversas (grandes crisis).
Ahora es el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y en los últimos 20 años fue el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), hasta su derrota electoral en las presidenciales del 2020. Antes lo hicieron el Partido Reformista y el Partido Revolucionario Dominicano.
Los peledeistas, por ejemplo, conocen muy bien los mecanismos para conquistar o convencer a los adversarios, y adquirieron experiencia engullendo a los principales cuadros del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) y sonsacando a dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), incluyendo al presidente de ese partido, que hasta se le ha acusado de convertirse una especie de Caballo de Troya a favor del PLD en las elecciones presidenciales del 2012, cuando el candidato perredeísta era Hipólito Mejía.
Desde entonces el presidente del PRD se convirtió en aliado del PLD, y firmó pactos y con el apoyo del gobierno y del Tribunal Superior Electoral (adherido a los intereses del PLD) consiguió consecutivas sentencias favorables que hicieron que el liderazgo histórico del perredeísmo optara por dejar el viejo partido y fundar del PRM. Así logró Miguel Vargas Maldonado quedarse con las siglas del PRD.
Hemos tenido políticos que han pasado del PRSC al PLD o del PRD al PLD, o del PLD a Fuerza del Pueblo, o de Fuerza del Pueblo que pasan al PRM.
Leonel Fernández, siendo presidente de la República dijo que el PLD era una fábrica de presidentes, y que ese partido gobernaría hasta el 2044. Y en esos momentos, luego de empequeñecer y sumarse al PRSC y al PRD, lo cierto es que el PLD parecía invencible en las elecciones.
Pero hubo más en el proceso electoral de 2012: El doctor Fernández, entonces presidente de la República y presidente del PLD, dijo desde EE.UU que tenía la fórmula para bajar a Hipólito Mejía de la simpatía con que contaba, haciendo una inversión de 40 mil millones en obras y compromisos con los votantes, con lo que se estimuló el clientelismo, la sonsaca de dirigentes y simpatizantes, y se produjo un cambio en el electorado que terminó derrotando a Mejía. No fue otro que el presidente Danilo Medina, que al empezar su primera gestión de gobierno, como relevo de Fernández, dijo que había recibido un maletín lleno de facturas, en alusión a la escasez de recursos y al déficit que se había generado. Cuando tiempo después el entonces ministro de Economía habló de la magnitud del déficit, el país reaccionó con estupor, casi 200 mil millones de pesos.
Luego, en la competencia interna del PLD, el grupo de Danilo Medina, ya en el poder, utilizó toda la influencia y los mecanismos del Estado para derrotar a Leonel Fernández: primero imponiendo la reforma constitucional de 2015, y luego en las primarias de octubre de 2019. A Fernández no le quedó más remedio que hacer tienda aparte y en alianza con el PTD crear la FP.
Unidos ahora en la Alianza Rescate RD, los partidos PLD, Fuerza del Pueblo y PRD acusan al gobernante PRM de atentar contra el sistema democrático, y que desea forzar la existencia de un solo partido.
Si se revisan las publicaciones de los años en que el PLD fue el partido gubernamental dominante, cuando regresó al poder en 2004, veremos que esas mismas acusaciones y quejas provenía del PRD y del PRSC.
Se trata de un problema viejo de la política dominicana, un problema estructural. El político siempre trata de sumar, pero no siempre en buena lid.
Y si en ese mercado en que ha devenido hace tiempo la competencia política de los partidos tradicionales, hay partidos dispuestos a "comprar", y dirigentes disponibles para la "venta", siempre a la espera de una buena oferta.
Es una situación deplorable, los partidos siempre quieren conquistar el apoyo de militantes y cuadros de otras organizaciones, porque además de fortalecer su caudal de votos, golpean y debilitan a los competidores. Y los que se mudan de siglas y de colores políticos, con excepciones, lo hacen porque buscan ventajas, quieren estar con los ganadores, y ser ellos parte de esos que siempre ganan.
Por eso hemos tenido políticos que han pasado del PRSC al PLD o del PRD al PLD, o del PLD a Fuerza del Pueblo, o de Fuerza del Pueblo que pasan al PRM.
En estos tiempos de poco valen en los partidos que sustentan el sistema las ideologías, los liderazgos y las lealtades. Es una realidad nada alentadora ni satisfactoria, pero que crearon los propios políticos tradicionales, precisamente a quienes más debía de preocuparles la salud del sistema democrático que les permite competir y ascender al poder con el voto de la ciudadanía.