Oportuna y esperanzadora la reunión de este jueves del presidente Luis Abinader con el ex presidente Leonel Fernández, sobre la crisis en Haití y la necesidad de ofrecer coherencia a la respuesta dominicana ante esa tragedia política e institucional.

Leonel Fernández dijo que está de acuerdo con las advertencias que ha hecho el gobierno acerca de los riesgos a los que se expone el país an tener un vecino gobernado por bandas criminales. Lamentó la indiferencia de la comunidad internacional, y en un mensaje de redes sociales dijo lo siguiente: “Coincidimos en que se requiere una acción urgente de la comunidad internacional para estabilizar Haití y evitar una catástrofe humanitaria.Reafirmé nuestra disposición a contribuir con propuestas que promuevan la paz y la seguridad en la región.El diálogo y la unidad son claves ante los grandes desafíos nacionales”.

Ese es el ánimo y la disposición que se requiere de Fernández, de Danilo Medina, de Hipólito Mejía en torno a los planteamientos del presidente Luis Abinader. Lo de Haití solo puede ir a peor cada día, porque no hay respuestas eficientes a la embestida de las bandas.

Precisamente esta semana las bandas criminales haitianas han capturado, en la cercanía de la frontera de Haití con República Dominicana, la sección Sarazin, que forma parte de la comuna haitiana de Mirebalais. Esa cercanía con la frontera dominicana puede convertirse en un riesgo, especialmente porque una de las dinámicas más importantes de los pueblos haitianos en las proximidades es el negocio en la zona fronteriza. También están acercándose al control de Lascahobas, que está cerca de Mirebalais y más cerca de la frontera. Lascahobas es una comuna ubicada en el departamento Centro de Haití , aproximadamente a una hora al este de Mirebalais , a 10 minutos al sur de Lac de Peligre y a una hora al oeste de la frontera con la República Dominicana. Dentro de la coalición de pandillas, algunos quieren aprovecharse del dinero generado por los peajes de los contenedores que llegan desde República Dominicana.

Esa conquista de Sarazin y Lascahobas podría tener un efecto pernicioso para la República Dominicana. La hambruna es desesperante, aparte de que hay millones de haitianos sin trabajo, sin protección, viviendo en escuelas, hospitales y edificios públicos, sin higiene, sin sanitarios, sin agua, y llegado un momento en que ya no les sea posible seguir resistiendo, sin esperanzas, se lanzarán, como lo siguen haciendo hacia el lugar más próximo para escapar. Los desprotegidos por el TPS eliminado por Estados Unidos, también les espera deportación hacia Haití, y esa es otra amenaza. Lo que sigue sosteniendo a los haitianos son las toneladas de arroz dominicano que se transporta por la frontera y los millones de huevos que se venden y envían hacia territorio haitiano, procedentes de la República Dominicana. La comunidad internacional tendrá que prepararse para evitar la muerte por hambruna de miles y miles de personas. Los alimentos tendrían que entrar por la frontera dominicana, y si las bandas han tomado los pueblos cercanos a la frontera, del lado haitiano, esa será una desgracia que podría entorpecer el apoyo.

No podemos olvidar que las bandas haitianas son controladas por narcotraficantes, que han aprovechado la falta de institucionalidad y la práctica destrucción del Estado haitiano para tener un espacio libre para sus actos barbáricos y negocios ilegales.

El poder de las bandas ha conllevado que no haya comunicación efectiva entre los pueblos haitianos, por vía de carreteras, y la capital Puerto Príncipe está en la práctica en sus manos, con peajes para los movimientos de las personas, contenedores y el transporte de cualquier objeto o material de algún valor. Para la República Dominicana la única salida viable es que en Haití haya un gobierno, con instituciones, con justicia, medidas de protección de sus ciudadanos, y desarrollo económico. Es el interés y el deseo de la República Dominicana.

Sin embargo, no hay referentes, para el diálogo, o líderes que puedan reconducir a Haití hacia la normalidad. Los empresarios haitianos hace tiempo que se marcharon del país, y los que decidieron quedarse para cuidar sus empresas han tenido que optar últimamente por ausentarse totalmente, para proteger sus vidas. Obispos, ministros, intelectuales han perdido el derecho a la expresión, y los medios de comunicación en Haití hacen lo que pueden, precariamente. No hay libertad de expresión, y las bandas atacan a cualquier medio que identifiquen como adversario.

De los diálogos individuales del presidente Abinader solo falta la reunión con el ex presidente Hipólito Mejía. El país debe seguir en detalles las conclusiones de estos encuentros, porque al mismo tiempo se envía un mensaje al mundo de la unidad y propósito de los líderes políticos más importantes con respecto a un tema que es fundamental para nuestro presente y nuestro futuro.