Con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, y su impacto revolucionario en los medios convencionales de información y en el ejercicio del periodismo, muchos expertos pronosticaron con esperanza el advenimiento del fin de las censuras y controles arbitrarios. Se creía que se había materializado la anhelada era de la absoluta libertad de expresión y difusión de las ideas.

Y es innegable que hoy resulta más difícil que en el pasado ocultar al público hechos y situaciones según convenga a intereses políticos o crematísticos.

Y ni hablar de la cantidad de contenidos y su rápida difusión. Las redes sociales y en general el uso que los medios tradicionales de información hacen hoy de la internet, en cierto modo, han eliminado las distancias geográficas y las diferencias horarias cuando de noticias se trata. Y cada día más personas tienen acceso a esa especie de mundo paralelo.

Es más, hoy las redes sociales trazan la pauta de los asuntos a seguir para individuos, gobiernos y medios de comunicación tradicionales, con las llamadas "tendencias" y contenidos "virales".

Trump ha dicho que no volverá a Twitter aunque el nuevo dueño le permita acceso, y apuesta por su propia red llamada TRUTH Social.

Hemos asistido a grandes movimientos de protesta social y de causas políticas sustentados sobre el alcance de la internet y las redes sociales. Por eso los gobiernos que apuestan al control ciudadano directo no lo piensan dos veces para suspender el acceso a las redes y a toda la internet cuando consideran que se han convertido en canalizadores de la oposición. Casos hay muchos, en todos los continentes. Es la nueva modalidad de imponer la censura y de reprimir a las personas.

Pero que nadie se llame a engaño. Las manipulaciones, mecanismos de control y la imposición de las modernas formas de censura no son exclusivos de los gobiernos considerados no democráticos; también los llamados gobiernos democráticos, en los países de "sociedad abierta", hacen uso de estas artimañas y arbitrariedades.

¿Qué ha ocurrido con la libertad de prensa y el uso del internet y las redes sociales a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania? ¿Se puede confiar en que las agencias de prensa y los grandes medios de comunicación de Estados Unidos y de sus aliados europeos informan con apego a la objetividad en estos momentos? ¿Por qué se impide que se escuchen todos los puntos de vista sobre esta guerra? Se suponía que los "malos", que los "dictadores" y enemigos de la libertad eran otros.

En los últimos días, al conocerse de la intención del magnate Elon Musk, de comprar la red Twitter, han surgido preocupaciones por el rumbo que tomará ese importante medio de comunicación global.

Incluso el gobierno de Estados Unidos ha sugerido al Congreso que se establezcan regulaciones sobre Twitter y otras redes de internet, y que se les obligue a rendir cuentas por los daños que causen.

Aunque la Casa Blanca no quiso vincular esa declaración con la operación mediante la cual Musk compró Twitter por US$44 mil millones, ha llamado la atención, debido a que el multimillonario ha criticado lo que considera sesgo a la libertad de expresión en las redes.

Musk es amigo y admirador de Donald Trump, quien fue apartado de esa y otras redes sociales a raíz de la irrupción de sus seguidores en el Congreso de Estados Unidos, tras el triunfo del demócrata Joe Biden.

Trump ha dicho que no volverá a Twitter aunque el nuevo dueño le permita acceso, y apuesta por su propia red llamada TRUTH Social.

Y nos preguntamos: ¿Habrá plena libertad en la red social de Trump o también excluirá y censurará a quienes no compartan sus puntos de vista? ¿Qué rumbo dará Musk a la red Twitter?

Lo cierto es que el estado ideal de plena libertad de expresión y difusión del pensamiento y de la información, al unísono con el uso responsable de cualquier medio de difusión, es todavía una meta que la humanidad sueña poder alcanzar un día.