La condena a Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, por intentar dar un golpe de Estado y desconocer los resultados de las elecciones de 2022 en las que fue elegido Luiz Inácio Lula da Silva, no sólo es un triunfo para la sociedad brasileña, sino para la democracia en todo el mundo.
Bolsonaro fue sentenciado este jueves a 27 años y 3 meses de prisión por atentar contra el orden democrático, tras hallarlo culpable de los cargos de ignorar los resultados oficiales de las elecciones, declarar el estado de sitio y atentar contra las autoridades electas, lo que puso de manifiesto el intento de subvertir la convivencia democrática para imponer un poder de facto.
Esta condena envía un mensaje contundente: El Estado de derecho debe estar por encima de las ambiciones desmedidas de poder.
En estos tiempos, en los que asistimos al regreso de las ideas más extremistas contrarias a los valores democráticos fundamentales y que pretenden reducir las instituciones públicas, es necesario defender la democracia.
El fallo del tribunal supremo brasileño no es solo una condena a un individuo, sino una defensa colectiva de las reglas del juego que permiten en una democracia expresar diferencias dentro del marco de la ley y respetando la voluntad de la ciudadanía que cumple con el deber de votar en las elecciones.
Es necesario destacar que el pueblo de Brasil defendió su democracia ante el intento de golpe de Estado impulsado por Bolsonaro. Por eso es importante la educación cívica, la participación de la población bien informad, la denuncia de los abusos de poder sin caer en la desinformación o la polarización destructiva.
Cuidar la democracia es proteger la dignidad de cada ciudadano y garantizar un marco de convivencia en el que las diferencias se diriman sin violencia ni desmedro de la institucionalidad.
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