República Dominicana ha logrado formar parte del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que tiene su sede en Ginebra.
No es pequeño ese logro para nuestra diplomacia.
Lo accidentado de nuestras relaciones con Haití, más las denuncias de maltrato a los trabajadores cañeros, los obstáculos a la sindicalización, las denuncias de presencia de niños y niñas en el trabajo industrial, y otras formas denigrantes tanto en el Estado como en el sector privado, nos han colocado en una situación precaria ante la comunidad internacional.
Varias veces hemos tenido que acudir al Consejo de Derechos Humanos para defendernos, y en otras ocasiones hemos tenido acudir a negar las denuncias de apatridia y negación de derechos a ciudadanos de origen haitiano, nacidos en tierra dominicana.
República Dominicana durante muchos años actuó de espaldas a la comunidad caribeña, y en particular a los miembros del Caricom, que se comportaron de forma unánime contra República Dominicana y a favor de las siempre presentes denuncias de los haitianos.
En escasas ocasiones haitianos y dominicanos trabajamos juntos para obtener alguna reivindicación común. En estos días se ha recordado nuestro ingreso a Lomé IV, un programa de la Unión Europea para ex colonias en condiciones de recibir apoyo de sus antiguas metrópolis. En esa ocasión RD y Haití hicieron juntos el trabajo y lograron el ingreso a los fondos de Lome IV.
En la Asamblea General de las Naciones Unidas fue votada la decisión, y en una primera votación recibimos 137 votos, de 186 papeletas válidas. Ya fuimos parte del Consejo de Seguridad, que nunca habíamos pertenecido a ese importante órgano, y la valoración de nuestra presencia ha sido de muy alta ponderación por parte de los miembros permanentes, y cuando nos tocó presidir el Consejo de Seguridad nuestro representante realizó una labor impecable, respetada por los norteamericanos, los rusos y los chinos, que al parecer podrían ser los más beligerantes.
Roberto Álvarez, ministro de Relaciones Exteriores, dijo que la elección en el Consejo de Derechos Humanos “constituye un hito para el país y reafirma el compromiso del Gobierno dominicano con la promoción, protección, defensa y cumplimiento de los derechos humanos a nivel global, como lo contempla la política exterior nacional en su eje número tres”.
Las relaciones con los países africanos ha representado un cambio sustancial en esta gestión, de mismo modo que hemos abierto nuestros corazones a los hermanos del Caribe, que incluso en estos tiempos ya nos visitan sus representantes oficiales.
La presencia de nuestro país en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU es apenas un reflejo del cambio de visión que está ofreciendo la República Dominicana ante los demás países, y se debe -probablemente- a un cambio en el discurso oficial sobre los temas internacionales.
Hemos dejado de ser un país de abstenciones y nos hemos convertido en un país que asume posiciones en los organismos donde hay que tomar posturas. Hace tiempo que pudimos hacerlo, y pocas veces probamos.