El incidente ocurrido en el Aeropuerto Internacional Doctor José Francisco Peña Gómez (Las Américas), que afectó a 47 vuelos y dejó a aproximadamente 5,000 pasajeros varados, es un lamentable incidente que daña la imagen de la República Dominicana, como país que ha apostado con firmeza a la industria de viajes y turismo, principal motor de la economía.
Evidencia, además, la importancia de que la empresa privada responsable de administrar esta terminal aérea cuente con los equipos y el personal para resolver de manera expedita este tipo de situaciones críticas.
La falla en una sección de la seccionadora eléctrica, que provocó una suspensión de energía por casi nueve horas, revela vulnerabilidades que deben ser atendidas para garantizar la continuidad del servicio y la seguridad de los viajeros.
Es positivo que, según que la dirección de comunicaciones de Aerodom, se precisara que el aeropuerto dispone de generadores de emergencia capaces de abastecer toda la terminal y sus servicios auxiliares. Sin embargo, la duración de la interrupción y el impacto en los pasajeros subrayan la necesidad de revisar y fortalecer estos sistemas, así como de implementar medidas preventivas que minimicen los efectos de futuras fallas.
Este suceso debe servir como un llamado a las autoridades y a los operadores aeroportuarios privados para priorizar inversiones en infraestructura y tecnología que aseguren una operación más segura y con capacidad de enfrentar cualquier avería en el menor tiempo posible.
La seguridad, la eficiencia y la confianza en el sistema aeroportuario son fundamentales para mantener la competitividad del país y garantizar una experiencia más segura y confiable para todos los usuarios.
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