Albert Ramdin, canciller de Surinam, acaba de ser electo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Ramdin tiene muchos años de experiencia en la organización, y ha visitado prácticamente la totalidad de los países miembros de la OEA en sus 10 años como secretario general adjunto, al servicio del multileralismo, entre 2005 y el 2015.

Al final, luego del retiro del candidato del Paraguay, el canciller Rubén Ramírez Lezcano, Ramdin fue candidato único, y por consenso adquirió los votos de la totalidad de los países miembros, reunidos en Washington.

Además de contar con el apoyo de los países del Caricom, Ramdin recibió temprano el apoyo de varios países, entre ellos Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, México y Uruguay, al igual que Costa Rica, Ecuador y República Dominicana, que conforman un bloque entre sí como parte de una alianza por la cooperación y la democracia.

Ramdin es un conciliador, y no asume posiciones extremas. Es un diplomático, con reconocida discreción, y hasta el momento ha apostado al diálogo para resolver algunos conflictos de la OEA con Venezuela, así como atender estratégicamente las relaciones con la República Popular China.

El escogido no fue el candidato de los Estados Unidos. Quien sí lo era, por su reconocida simpatía con el discurso del presidente Donald Trump, era el canciller de Paraguay, Ruben Ramírez Lezcano, pero al retirarse por la evidente minoría de sus aspiraciones, Estados Unidos decidió votar por Ramdin, que es un hombre de muy buenas relaciones con Reino Unido, con descendencia de la India, su país mantiene una relación más que estrecha con la monarquía inglesa, pero al mismo tiempo con Países Bajos, que la colonizó como Guayana Neerlandesa, y con su independencia pasó a llamarse República de Surinam. Muy al norte de América del Sur, Surinam tiene apenas algo más de 600 mil habitantes, y no registra historia de conflictos regionales.

El problema lo tiene la OEA, que es criticado por ser un servidor incondicional de los dictados de Washington, por mantener su sede en la capital norteamericana, y por haber santificado muchas intervenciones militares de los Estados Unidos, como la ocurrida en República Dominicana en 1965, y a la que se adhirió la OEA, como sombrilla protectora.

Es probable que con la llegada de Albert Ramdin se replanteen algunas cuestiones sobre el rol de la OEA en la región, su dependencia de las políticas norteamericanas, y la eficacia para atender reales problemas, como los que se presentan en Haití, para lo cual la OEA ha sido algo menos que nula en la gestión del uruguayo Luis Almagro.

Ramdin conoce la República Dominicana. Recibió el endoso dominicano muy firme, conjuntamente con Costa Rica y Ecuador, y debe estar enterado que la preocupación internacional de RD se ubica en ayudar a una solución factible, urgente, de restablecer la democracia y la normalidad en Haití.

Deseamos una gestión exitosa, si eso fuera posible como deseo, al señor Albert Ramdin, como nuevo secretario general de la OEA.