Lo que hace meses parecía una broma al Elon Musk preguntar en la misma plataforma de Twitter: ¿Creen que debería comprar Twitter?, terminó convirtiéndose en una realidad, pues el 27 de octubre pasado se oficializó el rumor al adquirir la red social Twitter junto a un grupo de inversionistas liderados por él.

Ahora bien, ¿de verdad era la intención de Musk comprar Twitter? Somos de los que pensamos que su intento de “salvar” la plataforma y promover la libre expresión fueron solo argumentos del momento de una persona que con una renombrada trayectoria de éxitos como emprendedor nunca ha sido tímido en busca de atención, y que con intención o no generar controversia.

Uno de nuestro argumento es que Musk nunca tuvo intención de comprar, sino que se vio obligado dadas la circunstancias; incluso, no es la primera vez que hace un anuncio de la misma envergadura, y luego recula, como en años anteriores que en más de una ocasión anunció convertir su compañía Tesla en privada, lo que nunca aconteció, y también que iba a significar dejar de cotizar en la bolsa de valores vía la compra de todas sus acciones, que tampoco ocurrió. Regularmente estos tipos de declaraciones le ofrecen un gran empuje en la cotización de las acciones, y en ocasiones se interpretan como una forma de manipular el precio de las mismas a corto plazo.

En esas circunstancias, no son pocos los que han planteado que Tesla,Inc (TSLA), como compañía desde el 2020, ha sido sobrevalorada y que la compra de Twitter no era más que una forma de justificar el liquidar más de 19 millones de acciones del propio fabricante de vehículos eléctricos; y no interpretarse ese paso como un acto de poca fe en la valoración de TSLA. Otros creen que al anunciar su “compra” de Twitter, donde ya Musk poseía una considerable cantidad de acciones de la red social, se puede interpretar como una maniobra en el mercado bursátil que se le conoce como “pump and dump”.

Así vemos cómo lo que se inició como una pregunta, concluyó en una de las adquisiciones más caras en el mercado bursátil, acordando el pago de US$44 mil millones, equivalentes a US$54.20 por acción. Sin embargo, en el transcurso de esa transacción, sin lugar a duda, terminó convirtiéndose en una de las más turbulentas transacciones de los últimos años, destapándose acusaciones tanto de Musk como de la junta directiva de Twitter, obligando al multimillonario a cerrar la transacción con los términos originales para así evitar un juicio en el que todo apuntaba que él llevaba las de perder.

Posteriormente, al ver un sinnúmero de declaraciones de Musk, tales como las constantes quejas de la cantidad real de usuarios de Twitter, la alta suma de deuda devengada, y que se tiene que pagar en función con la cantidad de ganancias generadas, nos dice que en realidad nunca tuvo idea de lo que adquiría.

Sus más recientes movimientos, en realidad, son difíciles de descifrar, pues no se ve un plan. Veamos los siguientes:

  • Despedir casi por completo los principales managers y ejecutivos.
  • Promover un tweet y luego borrarlo sobre una teoría de conspiración del ataque a Paul Pelosi.
  • Intentar el cobro de US$20 mensuales por la verificación de cuentas para luego tratar el cobro de US$8 mensuales por el mismo servicio.
  • Implementar el cobro de esos mismos US$8 mensuales para días después suspenderlo por la masificación de cuentas, “personificando” a otros.
  • Despedir más del 75% de sus empleados de forma abrupta.

No obstante, de sus más recientes pasos, que insistimos lo vemos como improvisaciones, tal vez producto del desconocimiento en el inicio de lo que adquiriría, no es menos cierto que sus iniciativas, pero sobre todo su creatividad, es de entenderse. La realidad es que uno de los grandes problemas de Twitter es la estructura de su modelo de negocios.  Cuando se tiene una empresa que no cubre sus costos de operación es lógico esperarse una restructuración.  Sus deudas se estiman en los US$13 mil millones, con gastos solo en intereses de los préstamos con la banca para la adquisición de Twitter de más de US$1.2 mil millones al año con tasa variable, que muy bien su fluctuación dependerá del Libor y la Reserva Federal. Incluso el mismo Musk admitió de manera pública que se pierden US$4 millones diariamente.

Tomando ese escenario en consideración, aun Twitter hubiese implementado la idea original de cobrar US$20 mensual por verificación de cuentas y asumiendo las cuentas verificadas que hoy en día alcanzan las 300,000 pagarán por este servicio, se generarían US$72 millones en ingresos anualmente, lo que representaría solo el 6% de los gastos en pago de intereses de la deuda emitida con la banca, y el 0.55% de toda la deuda adquirida; en términos planos, los números no cuadran.

Sin embargo, jamás podemos cuestionar el sentido de urgencia de Musk, aunque sí cuestionamos la falta de un plan definido. Por ejemplo, muchos justifican el despido de más de 3,500 empleados, y pasar a 900 empleados de la noche a la mañana, bajo el alegato que aun así Twitter se mantiene a flote y por lo tanto es un indicio de que la compañía estaba sobredimensionada, y carecía de criterio empresarial.  Sin embargo, por nuestra experiencia a temprana edad en el sector de informática, solo por el hecho de que Twitter “todavía funciona” no se puede descartar en lo absoluto que las cosas puedan agrietarse a corto y mediano plazo en el área de gestión de sistemas, seguridad o resiliencia de los equipos. A la vez también hay que tomar en cuenta que una cosa es el funcionamiento de la herramienta, y otra es crear nuevas modalidades, cambios, eficiencia de los moderadores, la venta y marketing del producto.  En fin, hay que verlo en función a planes del futuro que son los que garantizan el aumento en la generación de ingresos.

Al final Elon tiene que actuar, y lo debe hacer rápido para darle un giro a Twitter, pues el reloj sigue en marcha. Está claro que mucho dependerá de la postura de los prestamistas, porque en el momento actual, dada la situación, lo menos que necesita Musk es que la banca venda el compromiso de su deuda a descuento. Metido ya en este berenjenal financiero, sin dudar de su capacidad innovadora, él tendrá que entender que Twitter no es Tesla, ni mucho menos Space X, donde el financiamiento del estado y subsidios han sido parte elemental de la clave de su éxito, ya que de lo contrario puede en poco tiempo convertirse en agudo fracaso, similar a la compra de Rupert Murdoch de MySpace.

Dado ese contexto, es asunto de 2-3 años, como mucho, para que Twitter cotice una nueva vez en los mercados bursátiles. No nos llamemos a engaño, la situación no es de crear una plataforma de “libre expresión”, sino que es convertir, como todo buen capitalista, un modelo de negocio que genere ganancias, pues lo demás es cuento de camino.

 

Miguel Andújar en Acento.com.do