En la actual coyuntura geopolítica, el concepto de "nearshoring" ha tomado un protagonismo inédito en las agendas económicas de América Latina, especialmente con el retorno de Donald Trump al poder en Estados Unidos y su renovada política de relocalización industrial. Este fenómeno, que consiste en trasladar operaciones manufactureras más cerca del país consumidor, ha abierto una oportunidad única para República Dominicana debido a su ubicación estratégica, estabilidad económica y creciente infraestructura logística. Sin embargo, el éxito del nearshoring en el país dependerá en gran medida del papel activo que desempeñe la banca nacional para facilitar la llegada de estas inversiones.
El sistema financiero dominicano tiene ante sí el desafío —y la oportunidad— de convertirse en un socio estratégico clave en la atracción y consolidación de nuevas empresas extranjeras. Para ello, las entidades bancarias deben diseñar productos financieros orientados específicamente a las necesidades del inversionista extranjero que busca instalarse en zonas francas o parques industriales: financiamiento de capital de trabajo, préstamos a tasas competitivas para infraestructura, seguros de riesgo político, líneas de crédito para importación de maquinaria, entre otros instrumentos.
Así como la banca dominicana ha tenido un rol destacado promoviendo la participación del país en ferias internacionales como FITUR, incluso financiando y auspiciando su presencia institucional y empresarial, debería considerarse la creación de una feria nacional dedicada exclusivamente al nearshoring. Esta feria podría realizarse en Santo Domingo o en polos industriales clave, como Santiago o San Pedro de Macorís, y serviría de vitrina para promover al país como destino de inversión industrial. Sería una plataforma para conectar inversionistas extranjeros con bancos, zonas francas, autoridades y proveedores locales, bajo una narrativa de integración productiva regional.
En ese mismo orden, la Junta Monetaria como organismo rector del sistema financiero dominicano, puede desempeñar un rol catalizador. Puede establecer normativas que incentiven a los bancos a desarrollar productos financieros específicos para empresas de nearshoring, flexibilizar ciertos requerimientos prudenciales para inversiones de largo plazo, y crear mecanismos de garantías respaldados por el Estado o entidades multilaterales. Además, podría fomentar la creación de un fondo especializado —con participación pública y privada— para financiar infraestructura industrial y tecnológica, lo que reforzaría la competitividad del país frente a otros destinos.
En países como México y Costa Rica, los bancos de desarrollo y entidades financieras privadas han creado unidades especializadas en atender los requerimientos del nearshoring. Ofrecen estructuras de financiamiento flexibles, garantías de cumplimiento, asesoría financiera integral y acompañamiento legal para facilitar el aterrizaje de empresas. En Colombia, por ejemplo, el gobierno ha impulsado una plataforma público-privada para apoyar con financiamiento preferencial a las compañías que se relocalicen, mientras que en El Salvador se han creado fondos de inversión para infraestructura industrial con participación de bancos comerciales.
La República Dominicana no puede quedarse atrás. El país ya cuenta con ventajas claras: una plataforma logística en crecimiento, tratados comerciales favorables, mano de obra calificada y una estabilidad macroeconómica reconocida a nivel regional. Lo que falta, y urge desarrollar, es una sinergia entre banca, Estado y sector privado que permita estructurar vehículos de financiamiento competitivos, eliminar burocracia y canalizar recursos hacia sectores estratégicos como manufactura avanzada, tecnologías médicas, electromovilidad y dispositivos electrónicos.
La banca dominicana debe, además, fortalecer sus alianzas internacionales con agencias multilaterales como el BID, CAF o el Banco Mundial, que ya están financiando programas de apoyo al nearshoring en la región. El acceso a garantías internacionales, líneas de crédito blandas y asistencia técnica puede permitir a los bancos locales ofrecer condiciones más atractivas a empresas que decidan trasladarse al país.
En definitiva, el nearshoring es una ventana histórica para diversificar la economía dominicana y fortalecer su posicionamiento regional como hub industrial y logístico. Pero este salto cualitativo solo será posible si la banca asume un rol proactivo, moderno y orientado al desarrollo. Convertirse en socio de la inversión extranjera no es solo una estrategia rentable, sino un compromiso con el crecimiento sostenible del país.
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La columna “La Banca Dominicana por Dentro”, es desarrollada por Jesús Geraldo Martínez, en el interés de aportar al fortalecimiento del Sistema Financiero Dominicano desde una perspectiva analítica y práctica orientada a la formación de conocimientos y divulgación de informaciones exclusivas de dicho sector. Para contactar con el autor. Email jgmartinez20@icloud.com, o seguir a @Jesusgeraldomartinez en Instagram.
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