La Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Océano, que se celebra en Niza (Francia) en junio de 2025, reúne a más de 150 países con un objetivo común: buscar soluciones para proteger los ecosistemas marinos y costeros frente al cambio climático. La República Dominicana participa activamente, destacando su vulnerabilidad como Estado insular y su compromiso con la acción climática. Uno de los temas centrales es la gestión integrada del agua, esencial para la adaptación al cambio climático.
Agua y adaptación climática: una relación vital
La crisis climática se manifiesta cada vez más a través del agua: inundaciones, sequías, aumento del nivel del mar y eventos extremos. Por eso, el agua es tanto un vector como una víctima del cambio climático. La adaptación climática no puede existir sin una planificación y gestión hídrica efectiva: proteger las fuentes, almacenar el exceso, mitigar la escasez y garantizar un acceso justo y sostenible.
La República Dominicana enfrenta múltiples riesgos hídricos crecientes. Entre ellos, se encuentra la pérdida de zonas costeras debido al aumento del nivel del mar, así como la sobreexplotación de acuíferos, especialmente en áreas urbanas y turísticas como Punta Cana. La infraestructura hídrica existente es en muchos casos obsoleta o insuficiente, mientras que la contaminación de cuerpos de agua por aguas residuales no tratadas representa un problema persistente. Además, se observa una falta de gobernanza integrada entre sectores clave como el agropecuario, el turismo y el urbano, lo que limita la eficacia de las respuestas.
Pese a estos desafíos, el país cuenta con algunas fortalezas importantes. Existe una base de planes nacionales relacionados con el agua y el clima, así como una activa cooperación internacional a través de instituciones como el BID, el PNUD y la AECID. También es notable una creciente presión social para resolver el acceso desigual al agua, especialmente en comunidades vulnerables.
Sin embargo, persisten debilidades estructurales. La inversión en infraestructura resiliente sigue siendo baja y hay una carencia de datos actualizados y de sistemas efectivos de monitoreo. Asimismo, la fragmentación institucional y la escasa coordinación técnica entre entidades limitan la capacidad de respuesta ante eventos extremos.
Los Países Bajos: un laboratorio vivo de adaptación hídrica
Los Países Bajos, gran parte de cuyo territorio se encuentra por debajo del nivel del mar, han convertido su vulnerabilidad en una fortaleza mediante una gestión ejemplar. Una de las claves ha sido la coordinación entre autoridades locales, provinciales y nacionales en la gestión integrada del agua. Además, el país ha desarrollado infraestructura multifuncional, como diques que también funcionan como parques o canales que sirven de rutas ecológicas. La planificación se realiza a largo plazo mediante iniciativas como el "Delta Programme", que establece proyecciones y estrategias hasta el año 2100. Esta visión a futuro se complementa con una fuerte participación ciudadana, ya que se consulta activamente a las comunidades para diseñar soluciones sostenibles y aceptadas socialmente. Finalmente, la innovación constante mediante sensores, big data, modelaje climático y tecnologías verdes ha sido un componente fundamental del éxito neerlandés.
Recomendaciones
A partir de estas experiencias, la República Dominicana podría considerar la creación de una Autoridad Nacional del Agua que concentre competencias y mejore la eficiencia de la gestión. También sería recomendable invertir en infraestructura verde, como la restauración de manglares, parques inundables y techos verdes. Es fundamental integrar los planes climáticos, urbanos e hídricos bajo una visión común, de manera que las políticas públicas no compitan sino se complementen. La educación y el empoderamiento de las comunidades sobre el uso racional del agua y los riesgos hídricos deben convertirse en prioridad. Finalmente, aprovechar la cooperación con países expertos como los Países Bajos puede facilitar la transferencia de conocimiento y tecnología de manera efectiva y sostenible.
En conclusión, la República Dominicana tiene poco margen para esperar. El agua, en un contexto de crisis climática, es vida o riesgo. La experiencia holandesa muestra que con planificación, inversión y participación, es posible transformar la vulnerabilidad en resiliencia. Que la participación dominicana en la Conferencia del Océano sea el inicio de una acción transformadora desde lo local hacia lo nacional.
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