De los 406 millones de libras (470 millones de euros) que generó Wimbledon en su último año fiscal, los tenistas "solo" percibirán 53,5 (61 millones de euros). "¿Por qué?" es la pregunta que se hacen muchas de las raquetas del circuito cuando ven que, siendo la atracción principal de los torneos, apenas se embolsan el 13 % de los ingresos.
Hace cuatro meses, la PTPA, una especie de sindicato liderado por Novak Djokovic, denunció a los principales entes del tenis, ATP, WTA, ITF e ITIA, por "prácticas anticompetitivas" y por ir en contra del bienestar de los tenistas.
Se acusa a los organizadores del circuito de monopolio, de reducir las ganancias de los jugadores, de un calendario insostenible, de poner en peligro a los tenistas al hacerlos jugar en condiciones infrahumanas, de explotación financiera y el nulo derecho a la privacidad que existe durante los controles antidopaje.
Es un cóctel explosivo que la PTPA llevó a los juzgado de Bruselas, Londres y Nueva York y con el que espera que se produzca un cambio que se reclama desde hace años. Ya en la época en la que Rafael Nadal y Roger Federer presidían el consejo de jugadores, se comentaba la espectacular brecha existente entre lo generado por los Grand Slams y lo percibido por los jugadores, las verdaderas estrellas de esto.
Más dinero
En abril, el top 20 de la ATP y la WTA escribió una carta a los Grand Slams pidiendo una reunión para discutir formas de aumentar los premios.
"Es una buena idea que nos unamos y nos aseguremos de que se nos trata de forma justa", aseguró Emma Navarro, una de las firmantes de la carta.
Lo cierto es que, aunque exista una diferencia importante entre lo que genera Wimbledon y lo que se paga a los tenistas, no existe un beneficio espectacular que va al banco del torneo.
En 2023, Wimbledon generó 380 millones de libras, pero tras restar todo lo que cuesta organizar el torneo, al club le quedaron menos de 54 millones. De estos, 49 fueron a parar a las arcas de la federación británica (LTA, por sus siglas en inglés), debido al acuerdo que el All England Club tiene con la federación de darle el 90 % de los beneficios.
Con ese dinero se organizan los torneos en suelo británico, no solo los más importantes de la gira de hierba, sino también los Challengers y Futures, que supone un paso previo a los ATP, además de dar becas a tenistas y desarrollar los programas de formación y el mantenimiento del centro nacional de entrenamiento.
"La venta de un solo cóctel en el US Open generó 12,8 millones de dólares, lo cual es más de lo que se pagó a todos los hombres y mujeres que participaron en el torneo. El tenis solo paga a los tenistas el 17 % de sus ingresos, lejos de otros deportes como el golf, el baloncesto y el fútbol americano, que están entre el 35 y el 50 %", explicó la PTPA en un comunicado.
Sin embargo, desde Wimbledon se apunta a que los tenistas deberían dirigir sus quejas más hacia los eventos regulares del circuito que a los Grand Slams.
"Para muchos tenistas, jugar los Grand Slams es lo que financia el resto del año", explicó Debbie Jevans, presidenta del All England Club a la cadena británica BBC.
Jevans aboga porque en el tenis ocurre lo contrario que en el golf, donde la mayoría del dinero se consigue en los eventos fuera de los 'majors' y recuerda que un tenista, solo por jugar la primera ronda de los cuatro Grand Slams -honor reservado a 128 tenistas en cada cuadro-, se embolsa más de 300.000 euros anuales.
"Por mucho que nos pidan una revisión, creo que los eventos del circuito tienen que revisarse también", agregó Evans.
MÁS VACACIONES
La ATP también planea mejorar el bienestar de los tenistas alargando el periodo vacacional dos semanas a partir de 2028. El problema, como han demostrado varios casos ya en el pasado, es que las vacaciones no siempre actúan como tal y mientras los tenistas piden más descanso, estos aprovechan las semanas de "libertad" para jugar exhibiciones.
Estos torneos invitacionales, como puede ser la UTS que organiza Patrick Moratoglou, la Laver Cup de Roger Federer o el Six King Slams de Arabia Saudí, son financieramente muy golosos para los tenistas, pero implican más viajes y desgaste y, sobre todo, no tienen repercusión en el ránking. Se juega por dinero, no por gloria.
Ante las repetidas quejas de sus compañeros, no solo por temas de calendario o monetarios, sino también de salud mental, cabe destacar la reflexión de Jaume Munar estos días en Wimbledon.
"Hay que ser realistas, tenemos una vida súper bonita pero que a la vez es una vida complicada porque no te deja compaginarlo con otros aspectos de la vida que yo entiendo fundamentales, que es la parte personal, la parte familiar y a veces tener esa conciliación deporte-vida no es tan sencillo. Eso es lo que creo que a la gente le cuesta entender", aseguró el mallorquín.
"Vivimos bien, tenemos todos los lujos, ganamos dinero, hacemos lo que nos gusta. Si tú te vas puramente a lo material tenemos una vida de lujo, pero obviamente hay una parte mental y de gratitud interior que también se complementa con otras cosas que para mí en ese caso es la parte familiar y personal y no hay que dejarla de lado y a veces con nuestra vida pues se hace difícil". (Manuel Sánchez Gómez, Londres, EFE)
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