En un mundo marcado por el ritmo vertiginoso de lo digital, la lectura sigue siendo una herramienta fundamental para el desarrollo cultural, intelectual y humano de las sociedades. Las ferias del libro, en especial las de carácter regional, han sido históricamente espacios de encuentro entre escritores, lectores, educadores y promotores culturales, sirviendo como plataformas para fomentar la lectura, el pensamiento crítico y la identidad cultural. Sin embargo, muchas de estas iniciativas han sido relegadas en los últimos años por falta de apoyo institucional, por el motivo de la reciente pandemia y por la falta recursos. Retomar las ferias regionales del libro no es solo una necesidad cultural, sino también una oportunidad estratégica en la que el sector productivo puede y debe asumir un rol protagónico de mecenazgo.
Las ferias regionales del libro tienen un impacto directo en la descentralización de la cultura. Al llevar la literatura a las comunidades fuera de los grandes centros urbanos, se democratiza el acceso al conocimiento y se fortalecen las economías culturales locales. Estas ferias permiten que escritores de distintas regiones presenten sus obras, generando un sentido de pertenencia e identidad que muchas veces se pierde en la globalización de los contenidos. Además, representan un espacio propicio para el intercambio de ideas, talleres formativos, presentaciones artísticas y el diálogo intergeneracional.
No obstante, la organización de estos eventos demanda recursos humanos, logísticos y económicos que no siempre están disponibles desde el ámbito público. Aquí es donde el sector productivo –empresas, gobiernos locales, las gobernaciones, las oficinas senatoriales, oficinas de los representantes legislativos (diputados), cooperativas, centros educativos, universidades, asociaciones comerciales e industriales– puede desempeñar un papel fundamental. Más allá de un acto de mecenazgo, su participación debe entenderse como una inversión en el desarrollo sostenible de sus comunidades.
El sector empresarial tiene la capacidad de contribuir significativamente a la reactivación de estas ferias, ya sea a través de patrocinios, aportes logísticos, campañas de promoción, o incluso con la creación de premios literarios y espacios para el emprendimiento cultural. Apoyar estas iniciativas no solo mejora su imagen corporativa, sino que también fortalece el tejido social en el que operan, genera vínculos positivos con las comunidades y fomenta una ciudadanía más crítica, creativa y comprometida.
Las autoridades actuales del Ministerio de Cultura, encabezadas por su ministro, Roberto Ángel Salcedo, bastante claro que existe una relación directa entre el fomento a la lectura, las actividades culturales e identitarias y el desarrollo económico. Sociedades lectoras son, en general, más preparadas, más innovadoras y con mayor capacidad de generar soluciones a los retos locales. Una población que lee es una población que piensa, que cuestiona y que propone; cualidades esenciales para el crecimiento y la competitividad de cualquier región.
En este sentido, es urgente crear alianzas público-privadas para institucionalizar nuevamente las ferias regionales del libro. Los gobiernos locales, las universidades, las escuelas, las editoriales independientes, las bibliotecas y las empresas deben sentarse en la misma mesa para diseñar estrategias sostenibles y continuas que den vida a estos encuentros. No se trata solo de rescatar una tradición cultural, sino de construir un futuro donde el libro y la lectura sean parte esencial del desarrollo regional.
El Ministerio de Cultura, actualmente ha demostrado que tiene interés por desarrollar una gestión diferente, por lo que le animamos a retomar las ferias regionales del libro, recordando que no es una tarea exclusiva del Estado o del sector cultural; es una responsabilidad compartida en la que el sector productivo y las propias localidades, pueden encontrar una oportunidad invaluable para contribuir al crecimiento integral de la sociedad. Apostar por la cultura es, en última instancia, apostar por un país más justo, más sabio y más humano.
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