Cada vez que un gran escritor o escritora dominicano fallece sin haber recibido el Premio Nacional de Literatura, el país pierde una oportunidad más de hacer justicia con quienes han dedicado su vida a enriquecer nuestra identidad cultural. Es un patrón vergonzoso e indignante: nombres como Aída Cartagena Portalatín, Pedro Peix, Norberto James, Alexis Gómez Rosa, René Rodríguez Soriano y, ahora, el insigne Iván García Guerra han partido sin que se les otorgara en vida el más alto reconocimiento literario del país.

El caso de Iván García Guerra, fallecido el pasado sábado, es una muestra más del desprecio institucional hacia nuestras letras. Durante años, la comunidad cultural imploró que se le concediera este merecido premio, pero las súplicas fueron ignoradas. Ahora, seguramente, vendrán los homenajes póstumos, los discursos llenos de elogios y las palabras vacías de quienes, en su mayoría, nunca hicieron nada cuando realmente importaba. ¡Qué vergüenza!

Es inaceptable que, mientras en otros ámbitos la sociedad se moviliza para exaltar a ciertas figuras en vida, nuestros literatos tengan que esperar la muerte para que su obra sea reconocida y muchas veces ni en la muerte sucede. ¿Cuántas veces hemos visto que, cuando muere un cantante, un político o un empresario reconocido, el país es declarado en luto nacional? Sin embargo, cuando fallece un escritor cuyo legado enriquece nuestra cultura, todo sigue como si nada hubiera pasado. La indiferencia es el peor castigo que puede recibir un creador.

Pero aquí surge una pregunta inevitable: si los jurados del Premio Nacional de Literatura son intelectuales y conocen quiénes realmente merecen este galardón, ¿por qué tantas veces se hacen de la vista gorda? ¿Por qué premian a personas que, aunque también tienen mérito, aún pueden esperar más años en su nominación? ¿Por qué dejan fuera, una y otra vez, a quienes tienen un legado consolidado y están en la etapa final de su vida? Esto es una injusticia inadmisible y vergonzosa.

Este no es solo un problema del Ministerio de Cultura, sino de toda una sociedad que parece no valorar lo suficiente a quienes construyen nuestra memoria escrita. Basta ya de desidia e injusticia.

¿Cuántos más tendrán que morir antes de que se corrija este absurdo?

Si realmente queremos honrar a nuestros escritores, es momento de cambiar esta vergonzosa realidad. Que no sea la muerte la que les otorgue el reconocimiento que en vida les fue negado.

Gerson Adrián Cordero

Escritor

Gerson Adrián Cordero nació en República Dominicana el 3 de abril del año 1991, en el municipio de Luperón, provincia Puerto Plata. Sus estudios primarios y secundarios lo realizó en la escuela Salomón Vázquez y en el liceo TV. Centro Barrancón del mismo sector(Barrancón). Los estudios superiores lo realizó en la Universidad Nacional Evangélica recinto Santiago de los Caballeros. Es licenciado en Educación mención Letras. Escritor, Editor y Gestor cultural. En el año 2019 la Universidad Nacional Evangélica le otorgó el premio Nacional Uneviano de cuentos. Entre sus obras publicadas se encuentran: Crónicas y evocaciones de una tiranía (novela) Miserias (novela) Lágrimas distantes (novela) Pasar el Rubicón (Cuentos) Es director del Círculo literario César Nicolás Penson, miembro fundador del Taller Literario José Acosta. Miembro de la fundación Juan Bautista Gómez. Director del grupo literario Literatura Universal.

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