Debo al periodista, bibliotecario, lector y escritor Miguel Ángel Aza esta fotografía mía, asumiendo la puesta en escena o recreación visual de ser —grato recuerdo— la autora dominicana, de la Generación del 80, que escogió el equipo de la Revista Quincenal «Pandora» del diario El Caribe para ser «Salomé», la «Salomé» del poster desplegable del número 106 del 13 de abril de 2007. Miguel Ángel logró persuadirme junto a Ana Alicia de Jesús.
Sólo aporté, para la realización y el manejo digital, la fotografía de mi archivo personal de Salomé Ureña de Henríquez (Santo Domingo, 21 de octubre, 1850-6 de marzo, 1897), tamaño 225 x 150 mm., una Tarjeta Promenade © Hargous, circa 1888; la cual es un retrato original (retocado con lápiz o carboncillo) cedido por Dolores Romero Vda. Lugo [esposa de Don Américo Lugo], a su ahijada Belkiss Adrover de Cibrán (1918-1995) el 26 de mayo de 1963, según consta en la nota manuscrita al dorso de la fotografía. El retratista se presume un fotógrafo itinerante llegado de la Isla Martinica.
Ante la pregunta de Ana Alicia de «¿Cuál crees que ha sido el mayor aporte de Salomé Ureña? » Contesté: —Su labor fue fundamental para la construcción del «signo mujer». Le dio trascendencia a la literatura de fin de siglo; afirmando a través de su ejercicio poético y pedagógico su subjetividad, al actuar contracorriente a los sesgos ideológicos, ofreciendo a sus iguales en una época decimonónica las herramientas necesarias para vivir con libertad de pensamiento y de conocimiento frente a un orden social que solo le presagiaba una modalidad hermética de la feminidad.
Y a otra pregunta de «¿Cómo quieres ser recordada tú en el futuro? », di la respuesta siguiente: —Cómo un ser humano que participó de su tiempo, que no aceptó imposiciones de ninguna índole, que existió en medio de ausencias y silencios, que asumió su vivir rehuyendo de las banalidades de lo material, apoyada en la idea de San Francisco de Asís de que “el rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita para vivir.