¡El tiempo! Algo tan abstracto, pero tan importante. Gracias a la medida del tiempo podemos hablar de la historia de las naciones, de nuestros antepasados, de nuestro presente y de nuestros planes futuros. En ocasiones hasta se podría decir que nos pensamos dueños y señores de nuestro tiempo y por eso planificamos lo que deseamos hacer en un año, en 5, en 25, etc. Sin embargo, la vida es un soplo, decía mi abuela paterna, que la vida es prestada, aunque veamos morir a personas de 113 años como ocurrió con mi bisabuelo materno, Inocencio Aquino.

La vida es efímera. Solo Dios sabe con certeza cuántos serán los días, los meses o los años de vida de cada persona, eso refiere la biblia, la misma que establece en el libro del Eclesiastés: Hay un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para llorar, un tiempo para reír.

Reflexiono sobre el tiempo como punto de partida a este artículo, que esta semana será muy breve, entendiendo que no es el tiempo de sentarse a escribir y compartir reflexiones sistematizadas como acostumbramos en esta columna, pero tampoco es el tiempo de sentarse a leer. No es el tiempo, el tiempo es de dolor, llanto, luto, reflexión, tranquilidad y amargura, por el duelo colectivo que estamos pasando como ciudadanos dominicanos, desde la madrugada del fatídico 8 de abril.

Nos levantamos con el corazón en las manos en el país, hasta llamábamos a familiares y amigos que sabíamos frecuentaban el Jet Set. A medida que fueron pasando las horas, ese corazón se quería salir de la pena, del dolor y del sufrimiento que ningún ser humano quiere pasar. Fue una semana funesta, que nunca vamos a olvidar y que nunca debe volver a repetirse.

Todos y todas nos bloqueamos, nuestro sentir se trasladó al Jet Set, esperando los conteos de los muertos, pendientes a los boletines del COE, a los noticieros, a las publicaciones de las redes y las informaciones de patología. Cada día el dolor se hacia mas fuerte, era desgarrador, aterrador, demoledor, terrorífico, funesto, horroroso, o como decía mi abuela Matilde: “Daba teriquito”. Pero siempre unidos en un solo cuerpo, como nos caracteriza a los dominicanos, sacando de abajo, acompañando a los familiares de los fallecidos, apoyando hasta con las oraciones, como mi abuela Ana de 94 años, que, desde el municipio de Castillo, provincia Duarte, me dijo varias veces que estaba rezando rosarios por los fallecidos. Así somos nosotros, nos unimos en la pena y la alegría.

Respetemos el tiempo de la muerte, como lo hacemos con el tiempo de la vida y sigamos llorado nuestros muertos que razones sobran. Desde esta columna, nos unimos a los rezos del rosario de mi abuela, oraciones, cantos, horas santas, misas, cultos, velaciones, tercios, retiros, vigilias y ayunos, de las iglesias, cofradías, templos, ermitas, capillas, santuarios, casas y altares creyentes y devotos de todas las denominaciones cristianas y no cristianas que se hicieron presente en esta histórica catástrofe dominicana.

¡Réquiem por nuestros muertos convertidos en mensajeros del reino invisible!

Jonathan De Oleo Ramos

Antropólogo Social, Investigador, Gestor Cultural,

Jonathan De Oleo Ramos. Correos: jonathan.deoleoramos@gmail.com jdeoleoramos@ccny.cuny.edu Académico e investigador dominicano, doctorando en Educación con orientado a la Investigación, Docencia y Liderazgo. Antropólogo y Cientista Social. Especializado en Antropología de la Alimentación; Políticas Culturales; Ciencias del Folklore; Estudios Afrolatinoamericanos; Derechos Humanos; Periodismo Cultural; Masculinidades y Pedagogía Sistémica. Becario Mellon del Dominican Studies Institute the City College New York, CUNY DSI, como académico, investigador y docente de Studies Afro-Dominican Cultural Manifestations of the Colin Powell School for Civic and Global Leadership. Experiencia en proyectos vinculados a su línea de investigación. Miembro Comisión de Historia, Instituto Panamericano de Geografía e Historia; Federación Mundial de Estudios Culturales y Asociación Internacional de Cultura Tradicional. Autor: Cofradías Dominicanas del Espíritu y Antropología del Plátano, Coautor: La muerte y el día de los Muertos: Una Mirada Antropológica en América Latina.

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