Plinio Chahín (Santo Domingo, 1959) es un reconocido cultor de crítica literaria, ensayo y poesía en cuya virtud ha publicado varios poemarios en el país y en el extranjero. Formado con estudios universitarios en lengua y literatura, dirige la Escuela de Crítica e Historia del Arte en la UASD y forma parte de la Academia de Ciencias de la República Dominicana. Premio de Poesía Casa de Teatro en 1998 y Premio Nacional de Ensayo en 2005, forma parte del plantel de autores que secundan la Poética del Pensar de José Mármol. Indagador del misterio inconsútil de la creación poética, ausculta forma y sentido desde el fuero de la conciencia.
El poemario de Plinio Chahín, Si parece irreal es coincidencia, es una evidencia de la fecunda operación del pensamiento, cifrado en una poética del pensar, que da cuenta de conceptos y opiniones, planteamientos y valoraciones de la conciencia mediante el arte de la creación verbal: “Anochecer, regreso a Ítaca. Comienzas por hilar gorriones invisibles. El sol estalla, después chorrea de sauces cada calle. Y ella huye de los elfos distraídos por su encanto. Ahora gimen con el viento que sopla desde el norte, sofocados bajo un palio, extintos” (Plinio Chahín, Si parece irreal es coincidencia, Santo Domingo, Editora Búho, 2024, p. 11).
Plinio Chahín conjuga en su creación intuición estética y reflexión conceptual para canalizar el valor de las cosas a la luz de su talento intelectual y su visión del mundo. Fruto de esa combinación son sus libros Cabeza de turco, Presente intacto, Pensar las formas, Efímero, Fantasmas de otros y Si parece irreal es coincidencia. De este texto enfoco la vertiente reflexiva de su concepción poética.
Como creador, Plinio Chahín tiene su peculiar manera de percibir y valorar el mundo, que su obra poética formaliza, siguiendo a su modo y manera la pauta orientadora de la Poética del pensar, valiosa tendencia filosófica y estética que ha enriquecido el pensamiento y la creatividad en las letras dominicanas. La siguiente estrofa perfila el sentido de la creación a la luz de sus vivencias entrañables: “Una estrella intuitiva que sustituye el mundo y solapas tras la piel, para tocar mi cuerpo. Juntos dibujamos el lugar donde un payaso acaricia tu voz ¡y yo levito, cielo abierto, hacia la calle El Conde, caminando por la curva de tus labios, con Eros como herida! Esa estrella intuitiva, por momentos apagada y otras veces puro fuego” (Si parece irreal es coincidencia, p. 19).
El sentido de una poesía no es lógico, sino emocional. El poema ideal no es solo reflexivo, sino conceptual, afectivo y espiritual; no es solo revelador, sino que despierta sentimientos y atiza intuiciones y vivencias. El mejor poema es el que hace sentir la emoción de la belleza y la fruición del sentido.
Entender el sentido es un atributo de la conciencia. Sentir la belleza es una función de la sensibilidad. Vivir la belleza y el sentido es la función del arte de la creación. Y, desde luego, interpretar forma y sentido es un ejercicio de la inteligencia exegética. Plinio Chahín ha realizado ambas operaciones del talento creador y ha hecho de la poesía el medio creador de su sensibilidad estética y su conciencia a la luz de su valoración. Autor de una poesía profunda -no uso esa palabra como la entienden los cultores del pensamiento metafísico, sino con el valor semántico de su contenido conceptual-. De ahí la faceta compleja de su decir poético que caracteriza su modo de creación en cuyo trasfondo fluye un contenido subterráneo, solapado y sutil.
De ahí que sus lectores han de ser exégetas de profundidades conceptuales y formalidades expresivas del pensamiento. En tal virtud, sus versos abordan vivencias y pasiones potenciadas por reflexiones y conceptos de su peculio creador: “Distraído, quizás sumido en los altos ventanales, el ser cura el amor con las danzas de sus alas, invertidas en el alma indistinta de la chispa, donde tu gracia posa y parecen juntarse los instantes, tantos duendes, aves del paraíso en segundos, con su arrebato en vuelo” (Si parece irreal es coincidencia, p. 57).
Tres vertientes creadoras configuran esta obra poética de Plinio Chahín
- El lenguaje del yo profundo.Es una manifestación de una poética del pensamiento. Se trata de un enfoque del hablante que indaga el lenguaje proveniente del interior de la conciencia, obvia manifestación del pensador que ausculta su propio pensar y la fuente de ese pensar como una veta creadora que ausculta su propio pensamiento para estar consciente de lo que piensa, orillar sus propias reflexiones y ponderar lo que valora, lo que siente y pondera, lo que imagina y concibe para enfocar el vehículo de expresión de su propia conciencia, una vía que hace del lenguaje del yo profundo la sustancia de una creación que se regodea en cuanto piensa, intuye, imagina y valora: “De sabor incierto la voz estalla sin premuras. Susurro leve que corta, que parece retraemos al silencio, una dicha serena e incienso y mirra como si el cielo fuera a derramarse sobre la herida por túneles de duelo, a extramuros de la noche para abrirse paso otra vez al universo” (Si parece irreal es coincidencia, p. 59).
- La intuición de la conciencia.Del logos de la conciencia, que Heráclito de Éfeso consignara como la dotación sagrada proveniente de la Divinidad, nace la intuición y fluye el pensamiento que da cuenta de la belleza y el sentido con el valor de cuanto intuimos, pensamos y ponderamos para crear, hablar y actuar. Y, en ese aspecto, se funda lo que pensamos y se piensa lo que percibimos de fenómenos y cosas en nuestro contacto con la realidad y, desde luego, fluye lo que intuimos, base de la ciencia y del arte, y, en tal virtud, aflora el sentido de la creación, que la poesía formaliza en imágenes y símbolos dándoles sustancia y sentido a la intuición de la conciencia, veta y fuente de la creación artística y científica, como se manifiesta en la obra literaria y, desde luego, en la creación poética de Plinio Chahín, que ha hecho de su reflexión la sustancia de su creación mediante las palabras y las imágenes de su peculiar manera de crear. Poética de la conciencia con el sentido de lo viviente y el encanto de la reflexión: “Lento el cuerpo se desliza, mantarraya de la espera: un resplandor onírico y sin verbo. Espiral de la galaxia frente al cofre en que uno entierra caracolas, sirenas fabulosas: estrellas más anfibias con perlas en la boca. Luego luces incorpóreas del reloj evanescente, vahído entre orificios que hacen eco: migas de trigo al segar como a gatos en la noche” (Si parece irreal es coincidencia, p. 67).
- Creación de intuiciones y conceptos. Valorar y crear una conceptualización del pensamiento es fruto de un talento que reflexiona y de un pensador que ausculta su propia conciencia, recrea su propio pensar y pondera lo que intuye, concibe o imagina para convertir en sustancia de la palabra lo que atiza su intuición o lo que fluye del interior de su conciencia, cuya reflexión convierte en clave y sentido de su creación, y ese pensar el pensamiento y valorar lo que se piensa y convertir ese pensar en sustancia de la creación es una vía de enaltecer conceptos mediante imágenes que lo expresen con la hondura del propio pensamiento, pues la reflexión de la conciencia hace posible entender lo que se piensa y recrear lo que constituye la esencia y el sentido del pensar que reflexiona y del valor que manifiesta el arte de la creación verbal: “Gira en todo el cuerpo mi delirio y esquiva la frente del vértigo. Tiembla y se tambalea sobre sí misma, oh imagen condenada, desespérame, desátame goteante de palabras entre mi cabellera y el ojo que revela en la atención. Sensible espanto la belleza, ilusión de unidad y dejación. Mi propio contenido resumido en resonancia” (Si parece irreal es coincidencia, p. 81).
- Redención de imágenes.Al pensar, el poeta piensa en imágenes, mientras el hablante normal piensa en conceptos. Plinio Chahín hace de la reflexión la sustancia de su poesía, que cifra en la esencia del pensamiento como fuente y sentido de su creación poética. Esa manera de crear comprende una poética del pensar en cuanto que ausculta, con el lenguaje del yo profundo, la esencia del pensamiento con la imagen del sentido, cauce de una conceptualización estética y fuente de una reflexión filosófica. Pensar en conceptos y pensar en imágenes son las dos manifestaciones esenciales de la conciencia, que los pensadores y poetas, como Plinio Chahín, formalizan en el arte de la creación verbal: “Sorpresa y claridad me abre la conciencia que contempla sin asombro. Los ojos engastados en su propio ramalazo, y se despierta un astro. Los noctámbulos penetran buscando libertad detrás de barras” (Si parece irreal es coincidencia, p. 83).
Se trata, en esencia, de una estética conceptual o de una poética del pensamiento y, como tal, de una reflexión sobre la creación o de una creación sobre la reflexión, que un pensador y poeta recrea con el lenguaje de la poesía. Y ya he dicho que los poetas piensan en imágenes, y no en conceptos, que es lo propio del arte de la creación verbal cuya esencia concita la sensibilidad y la conciencia de quien reflexiona para poetizar o de quien poetiza para reflexionar. Desde el pensamiento, por tanto, puede haber una propuesta intelectual, estética y espiritual que formule una cosmovisión, como la que propone Plinio Chahín en estos singulares versos profundos y elocuentes. Emociones y conceptos centralizan la sustancia del poema encarnado en la imagen.
Formalizar el concepto y conceptualizar la imagen es la tarea del poeta. Fusionar imagen y concepto en una expresión con aliento estético y sentido conceptual que emocione y edifique. Esa doble faceta formal y conceptual involucra al poema con la belleza de la imagen y la sustancia del sentido, las dos facetas del arte de la creación verbal que Plinio Chahín formaliza en este texto. Cultor del pensamiento, el arte y la creatividad, el poeta dominicano ha hecho de la palabra el fuero de su talento, y de la poesía, el cauce de su sensibilidad intelectual y estética.
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