Primera semana. Puentes, voces y cuerdas invisibles

Orleans se me presentó con la calma de una ciudad que ya lo ha pensado todo: los catedrales, los tranvías, las ideas. Me preguntaba ¿cómo se piensa la universidad en otros mundos? ¿cómo se respira la literatura cuando los acentos son distintos pero las metáforas parecen hermanas?

La Dra. Catherine Pélage, anfitriona y directora de la Cátedra de estudios culturales dominicanos Hermanas Mirabal y del grupo de investigación REMELICE

La Dra. Catherine Pélage, anfitriona de mi estancia y directora de la Cátedra de estudios culturales dominicanos Hermanas Mirabal y del grupo de investigación REMELICE, me recibió con la elegancia de quien sabe que los encuentros verdaderos comienzan con una buena conversación. Ella me abrió las puertas de su hogar, de la Facultad de Letras de la Universidad de Orleans, y las de una sensibilidad académica que entiende la universidad como un espacio que se sostiene en la certeza de que ambas orillas confían en el otro lado.

El primer día iniciamos hablando de movilidad académica, con Rachid Nedjai, director de la Facultad de Letras, François Buquet, responsable de los servicios administrativos de la Facultad, Marion Vilgard, responsable de las relaciones internacionales de la Facultad, Antonin Babillot, encargado de la movilidad estudiantil, Christel Mercier, encargada de las movilidades estudiantiles fuera de Europa para la Universidad, Pascale Solon, directora de la biblioteca de Letras, Thierry Robin, responsable del Máster MIR (Mediación Intercultural Investigación. Pronto comprendí que hablábamos de algo más que convenios: hablábamos de ese impulso que lleva a un estudiante dominicano o francés a cruzar el océano lleno de curiosidad y mucho por descubrir. Compartimos experiencias, propusimos intercambios, y soñamos con una academia dominicana que también sea destino y punto de partida.

A media mañana visitamos la biblioteca de la Facultad de Letras. Allí nos recibió su directora, Pascale Solon, con la certeza de quien sabe que los libros guardan historias compartidas. Congesto generoso nos presentó el Fondo bibliográfico Hermanas Mirabal, un espacio que resguarda memoria, lucha y pensamiento crítico, y que hoy está al alcance de nuevas generaciones de lectores y lectoras.

Orleans: 15 días expuesta a un modelo universitario

Por la tarde, me convertí en jurado de tesis. La joven investigadora Eliana Zambrano defendía el trabajo: “Música, memoria y dignidad en el Pacífico colombiano.” Su investigación demostraba, que la música puede ser archivo, refugio y frontera. Las cantoras afrocolombianas emergían en su discurso como guardianas del pasado y arquitectas de un presente que las nombra y reconoce.

El segundo día, frente a un grupo de futuros profesores de español del máster MEEF, comprendí que enseñar literatura es también enseñar paciencia. Conversamos sobre metodología de investigación, sobre las maneras en que una idea se convierte en corpus, y un corpus en descubrimiento. La sala estaba llena de miradas que buscaban método pero también emoción: querían saber no solo cómo se investiga, sino por qué vale la pena hacerlo.

Orleans: 15 días expuesta a un modelo universitario

Más tarde, en el máster de Investigación e Interculturalidad (MIR), llevé al aula un pedacito la República Dominicana: mi investigación “La cuerda como sujeto lírico en la bachata dominicana”, galardonada por el Fondo Curando Caribe, auspiciada por el Centro León. Explicar la bachata como Patrimonio Inmaterial de la humanidad fue también reconocer que la bachata es parte del patrimonio emocional de los dominicanos y dominicanas. Los estudiantes entendieron que la cuerda no solo vibra, también recuerda. En ese cruce entre música y teoría, sentí que el territorio es una suerte de epistemología.

Orleans: 15 días expuesta a un modelo universitario

El tercer día llegué al aula de licenciatura en Español (LLCER) con la sensación de entrar en una novela coral. Los estudiantes del último año querían hablar de la Masacre del 37, ese trauma compartido entre República Dominicana y Haití que la literatura ha intentado narrar para no repetir. Hablamos de las novelas, de los silencios, de los modos en que la ficción repara lo que la historia fractura.

Orleans: 15 días expuesta a un modelo universitario

Por la tarde, en otra clase del segundo año, nos deslizamos en los íntimos terrenos de la vocación literaria. Les hablé de mis microrrelatos, de cómo un texto de tres líneas puede deafiar al más agudo de los lectores, de que la brevedad no es carencia sino precisión. Cuando leí algunos poemas, hubo un silencio que valió toda la clase, ese instante en que una palabra encuentra eco en una sala francesa.

No hubo tiempo para descansos de fin de semana. El sábado, la jornada nos llevó a un encuentro lleno de sentido y pertenencia: la inauguración de una extensión del Consulado Dominicano, impulsada por el Centro de Apoyo a la Comunidad Dominicana de Orleans con la partipación de Mónica Albuquerque Mora, cónsul general de la República Dominicana en Francia y Melvi Munoz, presidente de la asociación de Dominicanos de Orléans.

Allí comprendimos que la movilidad no solo ocurre entre universidades, sino también entre afectos y memorias. Fue una de las estudiantes de la Facultad de Letras, Kathia Ramírez, quien nos recordó, con su entusiasmo y su palabra, que ser dominicano lejos de casa es también una forma de construir puentes, de representar al país con orgullo y ternura.

Orleans: 15 días expuesta a un modelo universitario

El cuarto día regresó Eliana Zambrano, esta vez para un diálogo abierto. Su exposición sobre las músicas afropacíficas se convirtió en una lección sobre dignidad. Explicó cómo esos cantos —parte lamento, parte esperanza— constituyen un patrimonio vivo donde identidad, espiritualidad y resistencia se entrelazan. Fue imposible no pensar en nuestros propios merengues y bachatas, que también son refugio, testimonio, ritual.

Orleans: 15 días expuesta a un modelo universitario

El quinto día nos llevó a los pasillos donde la universidad se presenta ante sus más jóvenes integrantes. Visitamos las clases de primer año con el profesor Samuel Fasquel, director del Departamento de Español. Hablar con esos estudiantes era hablar con el futuro de las lenguas y cómo se vive el español más allá de los manuales. Les presentamos las posibilidades de la beca Erasmus+ para realizar estancias de untudios de grado en la PUCMM, y por un momento sentí que las distancias se disolvían, advertí que pronto algún estudiante de Orleans caminará bajo el sol de Santo Domingo o Santiago con una libreta llena de ideas.

Ese mismo día, me reuní con las autoridades de Relaciones Internacionales acompañada de Catherine Pélage, por supuesto, y con ella Sébastien Ringuédé, vicerrector de las formaciones y vida estudiantil, Christel Mercier encargada de la movilidad estudiantil fuera de Europa y Hervé Perreau, responsable de las colaboraciones internationales. Todos hablaban el idioma de la colaboración genuina. Un encuentro donde las palabras “acuerdo” y “amistad” compartieron la misma raíz.

Orleans: 15 días expuesta a un modelo universitario

En la tarde participé en la conferencia “Las mujeres guaraníes recluidas en las misiones jesuitas del siglo XVIII”, a cargo de Thomas Brignon, de la Universidad de Clermont. Su análisis sobre las dinámicas de confinamiento y poder en el periodo colonial generó una reflexión pertinente frente a los debates actuales sobre género y libertad académica.

Al cerrar la primera semana, Orleans era una ciudad más cercana, una conversación extendida.

Segunda semana. Microrrelatos, mujeres y ferias de futuro

El calendario avanzó sin tregua. La segunda semana comenzó con esa familiar sensación de que el tiempo académico no se mide en días sino en ideas. Catherine y yo conversábamos en el tren y el tranvía como colegas de antaño.

El día once, aunque en la academia los números se disuelven entre cafés y seminarios, trabajamos la segunda clase de máster sobre el microrrelato. Leímos varios textos de la antología “Mujer en pocas palabras”, y lo que empezó como una disertación terminó como un juego de espejos. Reflexionamos sobre los criterios de selección de una antología y sobre esa ética silenciosa que sostiene cualquier trabajo editorial. Conversamos sobre la transparencia, la cesión de derechos, la justicia en la representación. Les dije que editar también es cuidar, y que un texto literario se organiza a partir de la escucha.

Orleans: 15 días expuesta a un modelo universitario

Después, visitamos la Feria de Relaciones Internacionales, un hervidero de destinos, idiomas y mapas. Hablamos con Jennifer Kroubo, directora de relaciones internationales. Los estudiantes circulaban entre los puestos como viajeros en potencia, soñando con universidades que solo conocían por series o películas. Vi banderas, folletos y miradas encendidas. Pensé en lo que decía Catherine Pélage: “creer en la universidad es creer en el talento humano” y tiene, a mi juicio, toda la razón.

El día doce tuvo acento de diálogo y reflexión.
En la primera parte de la mañana, leí algunos de mis textos. No sé si la literatura alcanzó para que comprendieran cada palabra, pero la emoción llegó intacta. Sentí como la literatura trasciende el idioma y crea una complicidad difícil de replicar en otra experiencia estética.

Participé en una mesa sobre literatura y mujeres en América Latina junto a la investigadora de la Universidad de Córdoba en Argentina Nancy Calomarde, Eleonore Wurgler, doctoranda, y Catherine Pelage. Fue un cuarteto intelectual donde las voces femeninas se entrelazaban. Hablamos de escritoras que escribieron desde la marginalidad en método y de cómo la literatura, cuando la firman mujeres, suele desobedecer los géneros literarios y biológicos.

Durante esos quince días, descubrí que la Facultad de Letras de Orleans enseña, además de literatura, convivencia, diálogo y curiosidad. Cada clase, cada pasillo, cada café tenía la textura de una conversación que se negaba a terminar.

Como parte de este recorrido, dos diálogos académicos abrieron espacios para el encuentro entre tiempos y voces diversas. El primero, dedicado a Quevedo y la literatura española del Siglo de Oro, y el segundo, sobre la literatura de mujeres en Uruguay en el siglo XIX, tendieron puentes entre lecturas, geografías y memorias compartidas.
Y en el centro de todo, como una constelación invisible, estaba Catherine Pélage. Su labor no se limita a coordinar, sino a tejer redes intelectuales con la precisión de quien borda sobre agua. En ella encontré una mezcla de rigor francés y ternura caribeña.

Epílogo. De Orleans a Santo Domingo

Regresé con la sensación de haber habitado un ensayo viviente sobre el sentido de la academia. Entendí que la universidad no es un espacio cerrado donde se acumulan títulos, sino un organismo que respira al ritmo del mundo.

En Orleans vi cómo es la academia fuera la isla, centrada y dinámica donde los puntos de conversación giran en torno a los libros, las experiencias docentes, los nuevos hallazgos fruto de la investigación consciente. Vi cómo la movilidad académica no se trata de moverse de un país a otro, sino de dejar que las ideas se muevan dentro de uno, de estar en contacto con nuevos libros, de llevarse nuevas inquietudes y de reafirmarse en la noble misión de enseñar y aprender.

Orleans: 15 días expuesta a un modelo universitario

Esta experiencia me mostró que la verdadera internacionalización comienza cuando dejamos que el otro nos traduzca, cuando estamos dispuestos a aprender un idioma solo para poder escuchar, para poder leer otros modos de habitar este mundo

Ibeth Guzmán

Escritora y educadora

Ibeth Guzmán estudió Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo UASD. Ostenta una Maestría en la Enseñanza del Español en la Universidad de Alcalá de Henares y un doctorado en Estudios del Español, Lingüística y Literatura por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Ha dedicado su vida a la escritura y el estudio de la literatura, se desempeña como profesora-investigadora del Instituto de Lingüística de la Escuela de Letras en la facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y es catedrática en la Escuela de Lenguas de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Ha publicado los libros de microrrelatos: Tierra de cocodrilos (Isla Negra, 2012), Yerba mala (Hojarasca, 2015) y “Tiempo de pecar” (Isla Negra, 2017. Coautora de la antología Voces del valle (Ediciones Ferilibro, 2005) y autora de la antología de mujeres microrrelatistas: Mujer en pocas palabras (Letra Negra/Ferilibro, 2013).

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