El regreso de un símbolo 

La Silla Adulta, de Iván Tovar.

El regreso a Santo Domingo de la monumental Silla Adulta (La Chaise Adulte, 2024) del maestro surrealista Iván Tovar (1942–2020) es más que un acontecimiento artístico: constituye la restitución de un símbolo al paisaje cultural dominicano. La obra, que recorrió escenarios internacionales como Times Square en Nueva York, vuelve al país no como objeto distante, sino como signo vivo dispuesto a dialogar con el público desde la explanada del Museo de Arte Moderno.  

La poética de lo cotidiano elevado 

Desde 1969, cuando concibió la primera versión de La Silla Adulta, Tovar demostró su capacidad para transformar un objeto cotidiano en metáfora universal. La silla deja de ser mero asiento para convertirse en trono, altar, espera, vacío y presencia. En la línea del surrealismo histórico, pero con acento propio, Tovar desnaturalizó lo trivial y lo convirtió en una forma capaz de albergar sueños e inquietudes humanas. 

Mariane de Tolentino ha señalado que Tovar supo “universalizar lo íntimo” y “hacer del símbolo una arquitectura de lo invisible”. Esa observación crítica permite comprender por qué la silla monumental no es una ocurrencia tardía, sino la culminación de un proceso creativo que atraviesa toda su obra.  

La Silla Adulta de Iván Tovar: símbolo surrealista y resonancia contemporánea 

Monumentalidad y espacio público 

La decisión de la Fundación Iván Tovar de elevar la pieza a escala monumental —cuatro metros de acero inoxidable, construidos en el taller Capa Esculturas de Madrid— responde a la voluntad del artista de dejar en la memoria colectiva un ícono reconocible. 

Instalada frente al Museo de Arte Moderno, la silla adquiere una doble dimensión: estética y política. Estética, porque convierte lo íntimo en objeto de contemplación pública; política, porque al ocupar el espacio urbano interroga a quienes la rodean: ¿qué significa sentarse en la historia?, ¿qué cuerpos, ausencias y memorias convoca una silla vacía?  

El performance Adulte: cuerpo, voz y dirección escénica 

La vitalidad de la obra quedó aún más clara en el performance Adulte, concebido y dirigido por la actriz y directora de teatro María Castillo, vicepresidenta de la FIT, con coreografía conjunta de los bailarines María Emilia García Portela y Erick Roque. 

La acción performática estuvo acompañada por la voz de la vocalista Laura Rivera y el cantautor Carlos Luis, quienes añadieron una dimensión sonora y poética que envolvió a los espectadores en un clima onírico y ritual. 

Desde antes de levantar el manto que cubría la escultura, García Portela apareció erguida sobre la silla, vestida con un leotardo rojo, imponiendo una presencia majestuosa que capturó de inmediato la atención del público. Desde esa posición elevada inició una serie de movimientos y gestos que transformaron la escultura en pedestal de expresión viva. 

Tras descender, junto a Roque, ambos desarrollaron una coreografía conjunta que recorrió el entorno de la escultura como si rindieran homenaje a su imponente magnitud. Los coreógrafos replantearon la pieza en diálogo con la interpretación vocal de Rivera, una canción potente sobre la vida, los ciclos que se cierran y se abren, y lo simbólico del espacio habitado por los cuerpos. En ese tránsito, García Portela y Roque se convirtieron en soporte mutuo, conjugando armonía, entrega y expresividad en un ballet vivo que llenó de sentido el lugar.  

En varias ocasiones, la intensidad y belleza de la ejecución provocaron los aplausos espontáneos del público presente, confirmando que aquel momento fue tanto inauguración como celebración viva del legado de Tovar.  

El artista de la fotografía Martín López y Danilo Ginebra.

Voces de memoria y herencia 

Durante el acto inaugural, Carlos Andújar destacó la trascendencia simbólica de la obra. Más emotiva aún fue la intervención de Daniela Tovar Castillo, hija del artista y presidenta de la Fundación, quien afirmó hablar no solo como gestora, sino como hija de un hombre que habitaba un mundo profundamente suyo, pero era capaz de tocar a todos.  

Las palabras de cierre estuvieron a cargo del mecenas de la obra, Héctor José Rizek, quien resaltó la valía profesional de Iván Tovar, subrayando que sus creaciones guardan la grandeza de los más destacados del mundo. Con su intervención, el acto no solo celebró la memoria del artista, sino también la responsabilidad de mantener vivo su legado en la escena internacional.  

Una silla que nos llama 

El regreso de La Silla Adulta a República Dominicana es una restitución de la memoria, pero también una apertura hacia nuevas interpretaciones. La monumentalidad fija el símbolo en el espacio público, mientras que el performance lo resucita como experiencia viva.  

En palabras que evocan la mirada crítica de Mariane de Tolentino, podemos afirmar que Tovar no construyó una simple escultura, sino un símbolo transhistórico: una forma que pertenece al surrealismo internacional, al imaginario dominicano y al inconsciente colectivo.  

La silla de Tovar sigue vacía y, en esa vaciedad, nos llama. Porque el verdadero surrealismo no es evasión, sino un modo radical de ver lo real con otros ojos. 

Danilo Ginebra

Publicista y director de teatro

Danilo Ginebra. Director de teatro, publicista y gestor cultural, reconocido por su innovación y compromiso con los valores patrióticos y sociales. Su dedicación al arte, la publicidad y la política refleja su incansable esfuerzo por el bienestar colectivo. Se distingue por su trato afable y su solidaridad.

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