Octavo día del mes del teatro. Día Internacional de la Mujer. Buen momento para recordar con esta fotografía de la obra Marat Sade dirigida por Ramón Pajera en 1981, a una mentora teatral de varias generaciones, mujer perseverante y aguerrida, la gran Delta Soto (1938-2021), señora del teatro y la cultura.
Mujer como todas, pero como ninguna. Guerrera de luz, armada siempre con su fusil de ilusiones, uno que otro parlamento a boca de jarro, no fue la última sino tal vez la primera, Madre Coraje. Conocida como “La voz de la revolución de abril”, fue una afanosa trabajadora de las tablas, poeta, escritora, activista política, productora y magnífica actriz.
De presencia áurea, su legado habla en nuestra memoria escénica. Quienes la conocimos podemos afirmar que estaba llena de amor y pasión intensa por la vida. Con un carácter fuerte, terca, pero razonable, dura, firme, pero sensible de corazón. De palabra dura, pero honesta. Cuando Delta hablaba todos habíamos de hacer silencio para escuchar.
La legendaria Delta Soto fue más que símbolo de persistencia, rompió formalismos y tradicionalismos, porque encarnó la resistencia en sí misma desde las filas de la revolución de aquel glorioso 65 hasta las tablas de aquel Nuevo Teatro, también revolucionario. Por las bambalinas volará. Renacerá en cada descendiente teatral. En el recuerdo vivo, la última del clan teatral Soto-Villalona hoy seguirá más vigente y nueva que nunca.
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