Que el universo, explícito, verbal, de Don Quijote, relatado en la novela Don Quijote de la Mancha, y el de Macondo, contado en Cien Años de Soledad, haya sido extrapolado al módulo dispar, implícito, gráfico, de las pinceladas expresionistas del acreditado pintor dominicano y universal José Cesteros, a propósito de las exposiciones El Quijote en las luces de Cestero/Homenaje a Miguel de Cervantes y Gustave Doré (2001) y Macondo en Santo Domingo/Homenaje a Gabriel García Márquez (2023), acusó un ambicioso proyecto, precursor en el país, relativo a la frontera común subyacente en el corpus intangible de la literatura y la materialidad de la plástica.

Así, el punto de partida mancomunado de la literatura y la pintura, incluso, hasta en el mundo de las leyes y los fenómenos físicos en su asiento anticipatorio y metafórico de las ecuaciones matemáticas, descansa sobre la representación de la realidad mediante las mismas categorías mentales, producto, a su vez, de la arquitectura metafórica del entendimiento humano. Este, maquetado, a la par, por el conducto figurativo de la lengua. De ahí que, igualmente, el ingenio preexistente de la palabra, manifiesto tanto en Don Quijote de la Mancha como en Cien años de Soledad, converja en el numen, andamiaje pictórico o experiencia visual, la línea, el color, del maestro Cestero, latente en la similitud de los acaecimientos, emociones, las imágenes u objetos mentales de la ficción literaria. Es decir, el artista, aunque por un medio diferente, nos sitúa visualmente en relación con ese universo creado por Cervantes y García Márquez.

José Cestero: “Autorretrato como el Quijote en mi taller surrealista”.

A tal efecto, la gestora cultural Verónica Sención habría de intuir, a través de las susodichas exposiciones, ese ámbito intrincado de la yunta o desposorio entre la literatura y las artes plásticas respecto a la realidad de los objetos, la gente y las circunstancias. Lo que se propuso, en definitiva, fue la búsqueda de los componentes básicos y comunes que rigen, específicamente, la literatura y las artes visuales. En otras palabras: ¿De qué manera coalescen las experiencias narrativas y la experiencias visuales? Ciertamente, los críticos y escritores que intervinieron en la valoración del mencionado proyecto, estuvieron contestes en la categorización concurrente de ambas disciplinas, arte y literatura, en lo que atañe, fundamentalmente, a la concepción estética y, además, su respuesta en términos del punto de vista afectivo, social y cognitivo. En tal forma que, de entrada, la apoderada, Sra. Sención, invitó y apuntaló, en su agenda instructiva, tocante a los susodichos homenajes, a una intervinculación o intertextualidad dialógica por medio de las partes en su dominio específico o disciplina. A esto es, precisamente, a lo que se refiere el laureado poeta, narrador y ensayista José Enrique García, Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña 2025, remontándose a esa versión tragicómica de Don Quijote, personajes y sus hechuras colectivas, sus gestos, gracejos y sarcasmos, el entorno  y sus circunstancias, en el tiento pictórico de José Cestero: “…hay en esas obras, en estos quijotes, unos pálpitos inevitables de esta tierra. No es la estepa castellana donde anda el ´caballero de la triste figura´; sino que, transformado, metamorfoseando por el pulso de Cestero, avanza como el idioma, por la tierra dominicana. En una muestra de su extensidad e intensidad como símbolo y realidad a la vez que nos toca a todos.” (Isla Abierta, 2001).

Portada Isla Abierta, suplemento cultural del diario Hoy.

Por igual, en Macondo en Santo Domingo/Homenaje a Gabriel García Márquez, la comisionada Verónica Sención convida a “conectar  la genialidad del pintor…, José Cestero, con el infinito caudal de imaginación mágica y fantástica de Gabriel García Márquez”; Marianne de Tolentino, crítico de arte, acota de una “asociación entre letras y pintura”; Abil Peralta Agüero, escritor y crítico de arte, concibe de “una transfiguración psicológica y onírica, extrapolada…desde las páginas del libro [a la] tela”; Amable López Meléndez, curador y crítico de arte, fija que “la colección de obras de José Cestero…constituye una prueba axiomática…[y] pacto lúdico con el Premio Novel colombiano”; José Enrique García, escritor y crítico de arte, delimita “ese mismo Macondo [que] vive…articulado en un serial de dibujos”; Fidel Munnigh, escritor, anota que “Cestero recrea pictóricamente el cosmos narrativo de García Márquez”; Lilian Carrasco, historiadora de arte, señala de que entre Cestero y Márquez “se muestran sinergias, sincretismo y la transfiguración de un espacio onírico visto desde el universo del arte”; y, por último, Ana Agelán, curadora de arte, sostiene que “Cestero…extrapola la cultura universal que habita en el imaginario mundo real y mágico de Macondo”.

El maestro José Cestero, Don Quijote, Macondo, de la intertextualidad metafórica  y otros objetos

Y es que la posibilidad expresiva en la pintura de José Cestero, con relación a la literatura y al arte, atesora, intuye, posee, para crear una que otra respuesta en nosotros, un valor alegórico por cuanto su ojo penetrante, empuntado, ha sabido recalar en el mundo onírico, alucinante, o sueños del juicio, mitos y supersticiones,  pesimismo, ambigüedad y lo absurdo que se unen o se funden, a través de un sistema de lenguaje en el que las palabras mismas son los detonantes de nuestra comprensión simbólica de los susodichos textos literarios. Por cierto, el poeta de la imagen, Enrique García, manifiesta: “…unos cuantos trazos y ahí tenemos un gesto plástico. Ese es José Cestero.” Quien redescubre la elegancia de la palabra para dar forma pictórica al universo de esos dos grandes maestros de la literatura: Gabriel García Márquez y Miguel de Cervantes Saavedra.

José Cestero: Retrato de Gabriel García Márquez y Don Quijote.