El antihaitianismo está de moda ahora más que nunca en la Republica Dominica, así como en otros lugares del mundo, como también están de moda los discursos de odios, las violaciones a los Derechos Humanos, el racismo que es estructural y se niega a todo dar, ahora renovado y con otras características expresadas en su máxima expresión, sin dejar de mencionar la histórica práctica de la negación de la negritud en la cultura dominicana. Ahora la llamada camiona la encontramos por todas partes, a todas horas, las imágenes que se publican en las redes sociales y medios de comunicación nacionales e internacionales, respeto al trato de las personas haitianas y negras por parte de las autoridades son espeluznantes y dan miedo. Pero en la República Dominicana nada de estas acciones significan racismo, ni se entiende que se violan derechos humanos, lo que se ve cada día y se denuncia es cualquier otra cosa, menos eso, no importando que diferentes organizaciones nacionales e internacionales las denuncien y las den a conocer en sus informes. Mientras tanto en el país todo está bien y como decían en mi casa materna, "Que siga el entierro".
Con este párrafo que recoge situaciones, sentimientos e imaginarios creado, quiero iniciar estas reflexiones desde la mirada de las Ciencias Sociales, tocando varias cuestiones imperantes, que desde los análisis o la misma ciencia pasan desapercibidos.
¿Qué es el imaginario colectivo?
El término imaginario colectivo alude a un concepto de las Ciencias Sociales, acuñado en el año 1960 por Edgar Morin, que designa al conjunto de mitos y símbolos que en cada momento, funcionan efectivamente como de la «mente» social colectiva. Ese imaginario es alimentado, en su dimensión real e imaginaria, es decir que se retroalimenta, se transfiere y se proyecta en todas las formas, siendo una de ellas los medios de comunicación y se identifica en los productos de consumo y las personalidades mediáticas (líderes, famosos).
Ese imaginario del cual hablamos se caracteriza por su neo arcaísmo, sincretismo y universalización. Se desarrolla en arquetipos o temas universales (el amor, el tiempo, la juventud, el héroe, la patria, la defensa de la nacionalidad). Las catástrofes y desgracias funcionan como su «Hades» (imaginario negativo). Esta teoría competitiva surgió con otras que analizan los efectos sociales de los mensajes y representaciones de los medios (teoría del clima de opinión y la espiral del silencio, teoría del cultivo, teoría agenda setting, teoría del establecimiento periodístico de temas y la teoría de la tematización de Niklas Luhmann.
Gilbert Durand y la vindicación del imaginario simbólico
Si analizamos lo que establece el antropólogo francés, creador de la metodología de la mitocrítica, Gilbert Durand (1921-2012) estudiando a Cassirer, Bachelard y Jung, nos damos cuenta, que es él quien construye conceptualmente el campo del imaginario. A partir de la publicación de su tesis doctoral sobre las estructuras antropológicas del imaginario en el año 1960) y luego tres años después su libro: La imaginación simbólica. Además de la creación en el año 1966 del Centro de Investigaciones sobre el Imaginario en la Universidad de Grenoble. Durand fue elaborando una perspectiva epistémica y conceptual para abordar ese conjunto de imágenes y relaciones de imágenes que constituyen el capital pensante y sintiente del Homo sapiens: el imaginario. En esta vasta "galaxia imaginaria" se recogen tradiciones a lo largo de la historia de la humanidad, como ya hemos planteado y que sobre todo se puede percibir en los mitos, las leyendas, las tradiciones, los tabúes, libros sagrados, cuentos de hadas, relatos novelescos, entre otros.
Alfonso Torres-Carrillo en un trabajo publicado con título: El imaginario cultural en la obra de Gilbert Durand, 2023, refiere sobre la obra de Durant lo siguiente:
"A partir de un estudio sobre las tradiciones que han aludido a lo simbólico y lo imaginario, desde comienzos del siglo XX, Durand señala que algunos pensadores como Freud y Lévi-Strauss reconocen la importancia de lo simbólico, pero que lo abordan haciendo uso de marcos de interpretación reduccionistas, pues pretenden explicarlo al reducir el símbolo a mero epifenómeno, efecto, superestructura, síntoma. Por su parte, destaca interpretaciones de los símbolos de autores como Cassirer, Jung, Bachelard y Ricœur, que Durand califica como "hermenéuticas instaurativas", dado que amplifican el símbolo y lo conectan con los sentidos profundos de la humanidad y de sus culturas (Durand, 1971)".
Para Durant de acuerdo con el filósofo francés Paul Ricoeur, de lo que se trata es de encontrar la convergencia entre esas dos tradiciones de hermenéuticas, puesto que somos hijos de nuestra civilización y de seis siglos de crítica, de racionalismo y positivismo, pero ahora, para un hombre moderno, esta labor de iconoclasta y desmitificadora pertenece necesariamente a toda relación con los símbolos. Durand refiere, que es preciso avanzar hacia otra interpretación que permita dejar atrás las tradiciones que dificultaron la capacidad de comprensión de lo que las imágenes, las significaciones y lo imaginario nos posibilitan como seres humanos. Según él, "la potencia de figuración de las figuras, la interpelación de los emblemas, de las alegorías, de las simples palabras, con toda su carga de evocación poética, exigen irrevocablemente otra interpretación".
Para seguir aprendiendo sobre el tema y analizando las miradas de los estudiosos, analizando lo que plantea Celso Sánchez Capdequí en su obra: El imaginario cultural como instrumento de análisis social, 1997, este refiere cuatro características que debe tener ese imaginario cultural del que hablamos:
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Modo de ser magmático, oscilante y fluente (irreductible a la lógica identitaria o a cualquier modelo formal); es condición de posibilidad de cualquier formalización. El inacabamiento identitario del imaginario funge como la condición transhistórica y trascendental, desde la que se generan múltiples formas portadoras de sentido.
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El imaginario recupera un principio de sincronicidad acausalque apunta al resto sagrado y primordial de lo pensado por la humanidad; esta característica del imaginario contrasta con el determinismo causal-lineal de la ciencia moderna y el privilegio al futuro propio de la escatología judeocristiana.
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Frente a la dimensión histórica con la que Occidente visualiza el fluir del tiempo, el imaginario fluye en un tiempo cíclico, recurrente y circular, en el que los extremos se coimplican. La mayor parte de las culturas humanas reconocen diferentes temporalidades, que van más allá de la cronológica media por los relojes y calendarios occidentales.
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Frente al carácter profano y secular moderno, el imaginario recupera un principio de sincronicidad acausal, no tanto del dogma religioso, sino de la experiencia religiosa, por religadora, "ya que el poder creador del imaginario implica ligazón y fusión con lo originario, con las huellas arquetípicas legadas por la humanidad".
Si analizamos estas caractericas mencionadas entonces nos damos cuenta, que el imaginario es una categoría antropológica primordial, a partir de la cual pueden entenderse diferentes expresiones culturales como los discursos, los símbolos, las obras de arte y los diversos conocimientos legitimados, incluida la ciencia. En general, son matrices que permiten la cohesión y la identidad social, cuya difusión se da a partir de las diferentes agencias de socialización formales e informales. Tal como lo plantea Cegarra, 2012: "El imaginario social constituye una gramática, un esquema referencial para interpretar la realidad socialmente legitimada construido intersubjetiva e históricamente determinado".
Es muy importante para mí, compartir estas ideas en el desarrollo de la temática, para conocer más allá lo que implica lo planteado, que, aunque se pueden notar profundas, son simplemente vistas desde una mirada cultural, antropológica, sociológica y filosófica, con el interés de que la reflexión no solo se quede en el abordaje propiamente, si no, que toque elementos que sean parte de un análisis social y humanístico, pero sobre todo que podamos aprender y también desaprender.
Por esa razón y de acuerdo a lo que establece Durand, si lo vinculamos con el tema en cuestión, los retos para enfrentar lo que ocurre en el momento presente son muchos, yo diaria hasta utópicos, en lo que atañe a ese imaginario colectivo sobre lo haitiano y Haití en el caso de nuestro país, desprendido de un sentimiento histórico, psíquico, cultural y dominante, impregnado en el pueblo por sectores de poder, políticos, gobiernos, empresarios, medios de comunicación, iglesias, sectas y en la actualidad de grupos paramilitares racistas de cortes fascistas, con una intensión malsana, llena de odio, anti negra, anti histórica, anti derechos y sobre todo anti africana. Lo digo ya que así lo siento y lo sienten muchos y muchas que quizás no lo expresan, no lo saben expresar o no tienen los medios para hacerlo.
Poro contiendo con la mirada que tiene Durand sobre el tema, este refiere, que estos fenómenos pueden sobrepasar las dificultades individuales y colectivas de las sociedades actuales, que están obnubiladas por lo que han aprendido y de lo que se han alimentado históricamente, teniendo de aliada en estos tiempos a la tecnología y los medios de comunicación que en la era de la post verdad, actúan sin desmedros, sin rigor, sin respeto por las personas y sus derechos, llenos de sensacionalismo, montados en la cultura de los likes y el de generar dinero a como dé lugar. Históricamente y de acuerdo a ese imaginario se nos ha enseñado, que existe un haitiano enemigo, esto lo vemos hasta en la misma historiografía, pero enemigos aun siendo dos países hermanos, hijos de una misma madre, la isla que nos une, esa isla donde esos dos hermanos fueron uno.
Haití y lo haitiano en el imaginario colectivo
Ese nombre que en el imaginario popular nos han enseñado a tenerle miedo y pavor desde que lo escuchamos, llamado Haití, era uno de los nombres de esta isla, madre de los hermanos que luego la historia hizo que tomaran rumbos diferentes. Es lo que ocurre en las familias con los hijos y las hijas, que nacen en el hogar, crecen, estudian, trabajan, se casan o no se casan, se mudan, tienen sus hijos, se establecen en otros países, se aman, se pelean, se alejan, se encuentran y se desencuentran. Pero todo esto se da sin miedo, rencor, odio, mentiras, dolor, como nos han enseñado desde ese imaginario, iniciando por el mismo concepto del término Haití. Esa historia mal contada que algún día también debemos desaprenderla y reescribirla desde la verdadera mirada.
Todavía muchas personas, producto de ese imaginario colectivo, no terminan de entender, que, si hablamos de la etimología del vocablo «Haití», esta proviene del arahuaco, que era la lengua de los habitantes nativos de nuestra la isla, que ese término significa «tierra de montañas». Nombre que se le daba a la parte occidental de la isla por los antiguos pobladores taínos, que es donde se encuentra esta república, y que de acuerdo a cronistas e investigadores, cuando Colón y sus tropas tomaron posesión de la isla en 1492, la llamó «La Isla Española» y luego Bartolomé de las Casas acortó el nombre a «Española», pero más tarde Pedro Mártir de Anglería la nombró «La Española». Reitero, que esa mismo espacio era llamado Ayiti.
Ese mismo nombre Haití fue adoptado por el revolucionario haitiano Jean-Jacques Dessalines como el nombre oficial del país después de la independencia de Saint-Domingue, como un tributo a los antecesores indígenas taínos y la consagraron como Republica de Haití, (en francés: République d' Haïti, en criollo haitiano: Repiblik Ayiti). Si hablamos del vocablo, eso es Haití, no lo que nos han enseñado en el imaginario colectivo. Muy pocos sabemos que ese hermano país que tenemos al lado, es el primer caso en la historia universal en que la rebelión de una población sometida al sistema de esclavitud condujo a su emancipación, sentando un precedente definitivo para la supresión del comercio transatlántico de personas negras. Catalogado por el mundo como un fenómeno histórico y que es recordado por la Organización de las Naciones Unidas mediante la Resolución 29/C40, que conmemora cada 23 de agosto con la institución de la medalla Toussaint L’Ouverture, el homenaje a uno de los líderes negros de la revolución haitiana, que inspiró y apoyó otras revoluciones e independencias en la región. Eso también es Haití.
Haití es conocida por ser la primera «República Negra» del mundo en constituirse e independizarse y económicamente ser el país más pobre de América en el siglo XXI, pese a haber sido uno de los mayores generadores de riqueza del siglo XVIII, cuando generaba el 40% del comercio exterior de Francia y duplicaba el producto de todas las colonias inglesas juntas, esa historia es poco o casi nada conocida de ese hermano de isla.
Ese mismo imaginario es el que nos enseñado que todo lo negro es haitiano y que debemos hasta tenerle miedo y cuidarnos, ya que hasta nos pueden comer como aún se escucha en la cultura oral dominicana con esas leyendas pueblerinas que nos enseñaron como la del cuco, el negro comegente, el hombre negro sin cabeza o el negro que sale en las noches a comerse los niños que se portan mal. Ese mismo imagino denigra y ataca el vudú como religión ancestral de los haitianos, que además se practica en otros países y aquí mismo también aun con otras características, lo que no nos adentramos es a conocer la esencia de esa extraordinaria religión, solo nos sale decir que es mala y diabólica, y como estas existen otras aseveraciones que entendemos forman parte de Haití, y reitero, es el resultado de ese imaginario del que estamos abordando y analizando desde la mirada de la ciencia y sus estudiosos, como carácter de este análisis.
El tema de los gatos con los haitianos, adoptado en campaña con su discurso racista y lleno de odio del presidente Trump, no es algo nuevo, ya que también forma parte de ese imaginario colectivo al que nos referimos, un imaginario que ya ha sobrepasado las fronteras dominicanas y por eso lo vemos como temas hasta en las campañas políticas racistas y llenas de odios que estamos presenciando en actualidad y lo peor de todo es que ganan adeptos. Por esa razón yo me pregunto, ¿Después de todo esto que estamos viviendo, que es lo que sigue?
Algunos estudios sobre el tema
David Álvarez Martin en un artículo publicado en el Acento en el año 2022, titulado: El racismo como objeto de estudios, en su reflexión refiere:
El racismo como fenómeno social es estudiado por la sociología y la antropología, y por supuesto hay historiadores que tratan a fondo la cuestión. Existen multitud de metodologías y fruto de los resultados del trabajo de académicos muchos Estados han elaborado legislaciones para prevenirlo y erradicarlo. Naciones Unidas tomó la delantera muy temprano. En la Republica Dominicana debate de temas como el racismo no ocurre a nivel académico sino al calor de las discusiones descontroladas en las redes sociales, comunicadores oligofrénicos y por supuesto políticos buscando votos. Actualmente los tres partidos mayoritarios apuestan al racismo y el antihaitianismo.
En cuento a lo que tiene que ver con las legislaciones que sabemos se violan muchas, una de las cosas que no llama la atención sobre el tema, es, que el estado dominicano viene firmando desde hacen muchos cantidades de convenios, cartas, memorándum, convenciones y declaraciones con los organismos internacionales de los que es parte, una de ella es la Convención Para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial (CEDR), ratificada por la República Dominicana el 25 de mayo del año 1983, pero como refiere Álvarez Martin en su artículo: Dudo que ningún político, ni comunicador, se haya molestado en leerlo. Pero además de leerlo, tampoco lo aplican, ya que, una cosa es firmar un documento en una cumbre para quedar bien ante el mundo y hacer relaciones públicas y otra es hacerse compromisario de ese compromiso que se ha firmado.
En el país también tenemos autores extraordinarios que han trabajado el tema aportando desde sus trabajos de investigación y sus obras que abordan de forma profunda y desde las Ciencias Sociales, la historia africana y propiamente desde la mirada de la negritud y el tema haitiano, como la profesora Luisa América Mateo Dicló con su tesis doctoral de la Universidad Complutense de Madrid, titulada: La afrodescendencia en la sociedad dominicana: entre la blancofilia y la negrofobia, 2019; en el año 2021, Larissa De Peña y Viviana de León publicaron en Racismo implícito en grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico de Santo Domingo; La Encuesta Nacional sobre Autopercepción Racial y Étnica en República Dominicana hecha por UNFPA, en el 2021, que arroja buenos datos para analizar; Milagros Ricourt con: El imaginario racial dominicano, una joya que invito a leerla; la obra: Inmigracion, Haitianos Esclavitud de Ramon Antonio Veras del año 1983, un obra de consulta
No puedo dejar de mencionar otros excelentes investigadores del tema, como la destacada escritora Alanna Lockward, que ya se nos fue a otro plano con sus extraordinarias obras que estamos obligados a consultar y releer: Marassá y la Nada (2013) y Un Haití Dominicano (2014), por igual es muy importante reconocer los aportes de las investigaciones y publicaciones desde la mirada de la antropología, sociología, la historia y la literatura que han hecho sobre el tema, dominicanos como Hugo Tolentino, Rubén Silié, Soraya Aracena, Carlos Andújar, Dagoberto Tejeda, Carlos Esteban Deive, Reina Rosario, Celsa Albert, Daniel Dilón, Guaroa Ubiñas, Franklin Franco, Ginetta Candelario, Rita Indiana y mi querido amigo el escritor Rey Andújar.
Para culminar comparto lo que plantea la profesora Sophie Mariñez, cuando platea: "Es innegable que las ideologías antihaitianas se han enraizado en la mentalidad de una gran parte de la población dominicana que vive aún cautiva del espectro del colonialismo y del trujillismo. Sin embargo, este antihaitianismo no es exclusivo de la nación dominicana pues tiene sus orígenes en la agresiva reacción de las potencias esclavistas ante la independencia de Haití en 1804. Esta ideología se mantiene vigente en las sociedades europeas y norteamericanas, cuyos medios de comunicación siguen reproduciendo toda suerte de estereotipos y de discursos antihaitianos. Por otro lado, el antihaitianismo tampoco es lo único que domina las relaciones entre ambos pueblos. Como bien señalara Lauren Derby, los discursos antihaitianos siempre han variado de un período a otro y de una región a otra en el país, siendo históricamente más radicales y extremos en la capital, Santo Domingo, que en las regiones fronterizas por falta de contacto con la población haitiana".
Otro de los problemas históricos entre ambos pueblos es el agua de un rio, pero sabemos que, desde el punto de vista de la mitología, los ríos son asociados con cementerios, por los que vagan los fantasmas de los vivos y los muertos desentrañando el misterio de la existencia. Y aunque algunos digan que ellos no hablan, en verdad están repletos de historias, de mitos y leyendas, de relatos y asuntos cotidianos que dan cuenta de las intrincadas relaciones entre seres humanos y naturaleza.
Como el Masacre se pasa a pie y une los dos pueblos hermanos con sus aguas, esas que van y vienen llenas de historias, recuerdos, sangres derramadas, lucha, dolor, sentimientos, emociones, cruces en busca de mejor vida, carga de alimentos, sudor y lágrimas, sin dejar de mencionar que esas mismas aguas han sido causantes de problemas provocados por intereses de pertenencias entre ambos pueblos, tendrán algún día que convertirse en memoria sanadora de estos dos contextos y culturas diferentes que siempre tendremos, para que nuestros lenguajes se entiendan aunque hablamos idiomas diferentes y puedan coexistir como isleños y caribeños, entendiendo que otros mundos son posibles y capaces de recrear las tradiciones en las que el dolor se mezcla con la resiliencia, se curen los males, bajan las emociones, como el agua de los ríos que sana y vivifica en proceso de eufemización, como diría Durand. Hasta la próxima semana.
Jonathan De Óleo Ramos en Acento.com.do