La población estimada de la República Dominicana en 2025 asciende a 11,520,487 personas, según proyecciones oficiales. 

De ese total, 1,608,567 dominicanos residen en el exterior, lo que representa el 15.4% de la población nacional. Esto nos deja con aproximadamente 9.9 millones de habitantes en el país. 

A esta cifra se suman unos 603,794 inmigrantes (5.78% de la población), según datos de la ONU, en su mayoría (86.5%) de origen haitiano. 

Además, se estima una población indocumentada de aproximadamente 500,000 personas. Por razones legales o de seguridad, muchos de ellos suelen evitar espacios públicos masivos como la Feria Internacional del Libro. 

En total, hablamos de poco más de 10.5 millones de personas residiendo en el país. No todos tienen acceso o disposición para asistir a eventos culturales, ya sea por limitaciones económicas, de movilidad o por falta de interés. 

En ese contexto, el Ministro de Cultura, durante un acto en Casa de América en Madrid, declaró con entusiasmo: 

“La feria aspira a alcanzar el millón de visitantes… proyectamos tener ya por vez primera una cifra superior al millón de visitantes en esta edición.” 

(Entrevista a EFE, Madrid, 2025) 

 Un millón de visitantes en diez días 

Es decir, 100,000 personas por día. 

Una cifra que invita a reflexionar, no solo por su magnitud, sino por los desafíos logísticos, sociales y culturales que implica. 

¿Cien mil personas al día? Un cálculo que merece análisis. 

Para movilizar 50,000 personas diarias se requerirían al menos 1,000 autobuses operando de forma continua, sin retrasos ni contratiempos logísticos. 

Si agregamos otras 30,000 personas trasladadas en metro, implicaría trenes funcionando en horarios y frecuencias especialmente ajustados a la feria, lo cual no ha sido reportado oficialmente. 

¿Y los 20,000 restantes? Quizás llegarían por cuenta propia: a pie, en bicicleta, motocicleta o vehículos particulares, impulsados por una motivación cultural excepcional. 

Aun así, mantener esa afluencia diaria durante diez días consecutivos, en medio del calor, las lluvias, el tráfico y los desafíos de infraestructura en Santo Domingo, representa un logro sin precedentes. Hasta ahora, no documentado.  

El riesgo de medir la cultura con cifras grandilocuentes 

La cultura requiere apoyo, planificación y promoción. Pero también exige veracidad y responsabilidad institucional. 

Más que una proyección optimista, hablar de un millón de visitantes puede percibirse como una afirmación prematura que debilita la credibilidad de los datos y opaca los logros reales. 

Exagerar la participación cultural no enaltece el evento: lo distorsiona. 

Tampoco rinde justicia al esfuerzo de autores, editores, libreros, gestores culturales y artistas que conocen el reto de convocar público genuinamente interesado en la lectura y el pensamiento.  

La verdad también forma parte de la cultura 

Si hubo un error de cálculo, conviene enmendarlo. 

Si se trató de una proyección no verificada, sería sensato aclararlo. 

La ciudadanía —y especialmente la comunidad cultural— merece información precisa, no frases publicitarias que parezcan parte de una campaña. 

La Feria del Libro es una conquista cultural del país. No necesita cifras desmedidas para validarse. 

Lo que sí necesita —y merece— es honestidad en los números y respeto por la inteligencia del público. 

Que la cultura no se mida en humo, sino en hechos 

La credibilidad de una gestión cultural no se basa solo en eventos vistosos o titulares llamativos, sino en la conexión auténtica con las audiencias, el fomento del pensamiento crítico y la dignificación de quienes crean y consumen cultura. 

Un millón de visitantes sería una hazaña admirable. 

Pero aún más admirable sería que las autoridades hablen con precisión, escuchen a los actores culturales y construyan políticas públicas basadas en la realidad.  

La Feria del Libro es demasiado valiosa para reducirla a un número inflado. 

Y el lector dominicano merece algo más que espectáculo: merece respeto. 

Danilo Ginebra

Publicista y director de teatro

Danilo Ginebra. Director de teatro, publicista y gestor cultural, reconocido por su innovación y compromiso con los valores patrióticos y sociales. Su dedicación al arte, la publicidad y la política refleja su incansable esfuerzo por el bienestar colectivo. Se distingue por su trato afable y su solidaridad.

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