Antonio Fernández Spencer es sin dudas una de las glorias de las letras hispánicas. Poeta fluido y torrencial. Encontró el sentido de su arte en el lenguaje que denota la beatitud del ser puro.
Fue rigurosamente exhaustivo en la crítica literaria y artística; como filósofo, fue un apasionado de la tradición helénica; como poeta, alcanzó la utilidad máxima de la investigación para para determinar la exégesis del ritmo y la forma. A su vez, como estudioso de los orígenes y desarrollo de las artes plásticas, le corresponde, pues, el honor de ser uno de los críticos más ponderados de España y América Latina.
Su obra de creación se caracteriza por su exclusivo vanguardismo aun cuando en el aspecto filosófico profundizó en el pensamiento tradicional y clásico de Grecia y Europa. Destacan sus estudios sobre Platón, Sócrates, Aristóteles, Epicuro, Diógenes Laercio, Sófocles, Esquilo, Hesío, entre otros. Por su parte, estudió a filósofos contemporáneos como Heidegger, Friedric Nietzsche, Unamuno, Julián Marías, José Ortega y Gasset y Jean Paul Sartre, entre otros. Fue también un apasionado de todo lo que escribió sobre arte Eugenio d´Ors.
Esta interpretación se puede comprobar en los tomos publicados por el Achivo General de la Nación, por iniciativa de su director, el consagrado historiador científico doctor Roberto Cassá. Esta iniciativa permitirá que los estudiosos y lectores que lo admiraron por el estilo peculiar de su lenguaje literario podrán seguir abrevando en las obras inéditas que el AGN seguirá publicando, lo que significa que a partir de ahora su legado quedará petrificado en las brumas de la indiferencia.
Antonio Fernández Spencer nació el 22 de junio de 1922 y falleció el 10 de marzo de 1995; ese mismo día iba a recibir el Premio Nacional de Literatura que otorga la Fundación Corripio.
En España creó la Tertulia Literaria Hispanoamericana con el estímulo de Rafael Montesinos y Manuel Caballero, y fue uno de los primeros poetas en lengua española en recibir los premios Adonais y Leopoldo Panero.
Se casó en primeras nupcias con la señora española María del Pilar Dase, con quien procreó tres hijos: Rafael, María del Carmen y David Fernández Dace. En un segundo matrimonio— con la señora Nurys María Arias—procreó a Marco Antonio Fernández Arias.
El padre de Antonio Fernández Spencer se llamaba Antonio Fernández García, y había nacido en Asturias, (España) en el año 1901. Llegó a América siendo apenas un muchacho y durante un corto tiempo trabajó en los muelles de La Habana, Cuba. En Santo Domingo fue cobrador en provincias de grandes almacenes que vendían materiales de construcción. Con el tiempo se asoció a comerciantes prósperos.
La madre de Fernández Spencer se llamaba Carmen Antonia Spencer Weber, nacida en el año 1903, de origen holandés, pero sus descendientes eran de origen inglés y alemán. Sus padres se establecieron en Curazao, y de esa isla del Caribe se trasladaron a Santo Domingo, donde el padre de Fernández conoció a su progenitora. Contrajeron nupcias el 4 de diciembre de 1921. Ambos, Antonio y Carmen Antonia, fallecieron en la ciudad de Santo Domingo.
El excelso pensador, poeta, filósofo, crítico literario y de arte, humanista y académico llegó a expresar:
En mi poesía, además de la sangre de mis padres, se siente el palpitar de la isla. Mi temperamento se parece a esa isla solitaria y trágica (se refiere a Curazao). El mar es una de las pasiones de mi vida: el mar Caribe. Y viendo esas olas en mi infancia y en mi juventud recibí las primeras lecciones de metafísica y me inicié en el conocimiento de la lírica. He podido, con los años, aprender mucho de un determinado poeta; pero más he aprendido de los cambiantes vaivenes del mar. Las goletas de cabotaje llenaron los ojos de mi infancia y he sentido, a temprana edad, la sal de los mares y el vuelo de las gaviotas en mi sangre. También la isla en donde nací es parte de mi herencia.
El autor internacional de las letras hispánicas, Antonio Fernández Spencer, nos lleva al convencimiento de que la poesía es la pureza del alma, y la filosofía resalta el valor absoluto de los cambios, los cuales son algo más que las leyes del espíritu.
Como poseedor de un genio que enfrenta el pensamiento fue capaz de crear su propio código filosófico donde triunfa la conciencia, y el lenguaje imaginario estudia la trascendencia del azar. El filósofo y el poeta se encargan de las fuerzas cósmicas que permiten al sujeto indagar sobre las regiones más profundas del espíritu, el alma y el yo.
La filosofía y la poesía son una especie de parto donde incide una imaginación excitante que intenta por todos los medios transformar el mundo psíquico sin sujetarse a esquemas de ningún género, porque ambos (filosofía y poesía) son el resultado de la historia de la raza humana, del desarrollo social y la conquista de la belleza superior que solo en el arte puede encontrarse.
En consecuencia, la filosofía y la poesía entran en conflicto con la propia estructura de la naturaleza porque, no obstante su capacidad de crear leyes que escudriñan la profundidad de la conciencia y sus conceptos lingüísticos, siempre existe un vacío en la evolución artística que solo el misterio puede llenar.
Pero también Fernández Spencer fue un estudioso de Shakespeare, Goethe, san Juan de la Cruz, Vicente Aleixandre, Schopenhauer, Jorge Guillén, Cernuda, Vicente Huidobro, Paul Eluard, Pablo de Roka, Jorge Manrique, Federico García Lorca, T. S. Eliot, Juan Ramón Jiménez, Rafael Morales, Pedro Salinas, entre otros grandes hacedores de la poesía universal,
En España creó la Tertulia Literaria Hispanoamericana con el estímulo de Rafael Montesinos y Manuel Caballero, y fue uno de los primeros poetas en lengua española en recibir los premios Adonais y Leopoldo Panero.
No hay duda de que la poesía de Antonio Fernández Spencer se acercó tanto a la esencia misma de la lengua que crea la palabra, que funda el ser del mundo y fundamenta, mediante el diálogo, la existencia histórica del hombre. Pero también representa planos superiores de la imaginación, exalta el amor y la belleza y descifra los enigmas del mundo. Su poesía es pasión pura al estilo de fray Luis de León.
En el centenario de Antonio Fernández Spencer (I)
En el centenario de Antonio Fernández Spencer (II)