Donald Trump en su despacho de la Casa Blanca

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Trump ejerce parte de su poder político "a través del caos, rompiendo las normas de la diplomacia", sostiene Hudson.

Cuando un gigante de Wall Street anunció la compra de dos puertos de Panamá a una compañía de Hong Kong el 7 de marzo, muchos se asombraron.

Después de todo, la operación, que incluye decenas de otros puertos en el mundo, está valorada en US$19.000 millones y se acordó después que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, iniciara una disputa por el Canal de Panamá, alegando sin mostrar pruebas que China controla esa vía.

Los dos puertos están en ambos extremos del canal y Trump presentó como un logro su adquisición por parte del grupo inversor BlackRock a la firma hongkonesa CK Hutchinson.

Pero en lugar de ver todo esto como algo novedoso, el historiador y profesor de la Universidad de British Columbia Peter Hudson cree que el anuncio marca la continuidad de lo que a su juicio es un fenómeno histórico: la injerencia de corporaciones extranjeras en cuestiones cruciales para Panamá.

"Para mí, la pregunta es: ¿qué entendemos por soberanía panameña y qué tiene que ver con el control del canal y los puertos?", dice Hudson, autor del libro "Banqueros e Imperio: cómo Wall Street colonizó el Caribe", en una entrevista con BBC Mundo.

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BBC

¿Cómo observas el empuje del gobierno de Trump para lograr más control del Canal de Panamá?

Me parece que Trump está volviendo a una era de imperialismo e influencia de EE.UU. en América Latina y el Caribe, que comenzó con la Doctrina Monroe de 1823 para bloquear la intervención europea en las repúblicas americanas que ganaban su independencia.

Eso se intensifica con el "corolario Roosevelt" a principios del siglo XX, cuando el presidente Theodore Roosevelt, viendo potenciales impagos de países como Venezuela o República Dominicana, plantea una política intervencionista activa con militares de EE.UU.

Fue un intento de apoyar las finanzas y las industrias de EE.UU. con acceso a recursos y mano de obra en países de América Latina y el Caribe.

En el siglo XIX era contra Europa. Ahora para EE.UU. es contra China: un intento de apuntalar su posición económica global cuando pierde terreno ante China.

¿Entonces ves una suerte de resurgimiento de un imperialismo estadounidense dormido?

No ha estado dormido sino muy despierto, pero sus formas no eran tan prominentes como a comienzos del siglo XIX.

El modo extremadamente beligerante de Trump en sus relaciones hemisféricas con Canadá, México y ahora Panamá, sus declaraciones que desestiman y degradan la soberanía de las otras repúblicas americanas, son un retroceso a un mundo sin el cuidado del protocolo y la etiqueta diplomática.

Ahí hay un resurgimiento.

Peter Hudson

Peter James Hudson
"Me parece que Trump está volviendo a una era de imperialismo e influencia de EE.UU. en América Latina y el Caribe", dice Hudson.

Pero a lo largo del tiempo hubo una especie de continuidad del intervencionismo y la influencia en América, por ejemplo a través comando militar sur de EE.UU.

El hecho de que el gobierno de Trump esté alineado de forma tan descarada con la clase multimillonaria estadounidense, y tan dispuesto a entregar activos públicos en todo el mundo a estas corporaciones, sí parece algo que no veíamos en mucho tiempo: una especie de puerta giratoria entre Washington y Wall Street, bien engrasada.

En tu libro Bankers and Empire explicas que el empuje de Wall Street en el Caribe entre los siglos XIX y XX se produjo con el apoyo del gobierno estadounidense. ¿Cómo ocurrió esto?

Primero, a través de la diplomacia: el trabajo del Departamento de Estado para ayudar a las empresas de EE.UU. a entrar en el Caribe, hablando con sus homólogos en Haití, Cuba, Panamá, República Dominicana, Nicaragua, etcétera.

EE.UU. siempre apoyó a cualquier corporación que quisiera obtener una concesión en ferrocarriles, carreteras, minería o en el control de puertos y otras infraestructuras.

Esto se intensifica en una época conocida como la "diplomacia del dólar", próxima a la Primera Guerra Mundial, cuando el gobierno de EE.UU. quería imponer una especie de control sobre los países del Caribe usando la política monetaria.

Los bancos centrales locales en Cuba, Haití y otras partes eran controlados por bancos estadounidenses, a menudo con respaldo militar.

Uno de los casos más notorios fue en 1915, cuando básicamente individuos del National City Bank of New York solicitaron al gobierno de EE.UU. una intervención militar de Haití para proteger los intereses de Wall Street en el país.

¿El propósito de esa expansión de los bancos estadounidenses por el Caribe para Washington era sólo comercial? ¿O había otras motivaciones?

Esa es una pregunta importante ahora, porque en muchos sentidos el Canal de Panamá fue clave para buscar el control estratégico y político de la región del Caribe.

Un barco de EE.UU. pasa por el Canal de Panamá llevado por dos remolcadores en 1915.

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Tras construir el Canal de Panamá, EE.UU. sintió una necesidad de defender sus rutas comerciales aumentando su influencia en el Caribe, explica Hudson.

Después de que se abrió el canal en 1915 era una ruta comercial increíblemente importante para llevar productos agrícolas e industriales de EE.UU. por el Caribe, a través de Panamá y el Pacífico, hasta China.

Entonces hubo una necesidad de defender esas rutas comerciales y militarizar básicamente toda la región, con bases en lugares como Guantánamo.

También había que asegurar que las naciones caribeñas estuvieran libres de la influencia europea, tuvieran gobiernos amigos y no fueran políticamente inestables, para proteger el canal.

Para los responsables políticos estadounidenses, una forma de crear estabilidad eran los sistemas financieros controlados por EE.UU.

Querían que Wall Street controlara la infraestructura económica y financiera como un medio de estabilización política que mejorarse la protección estratégica del Canal de Panamá y sus rutas.

¿Qué opinas, en este contexto, de la anunciada adquisición de dos puertos del Canal de Panamá por BlackRock a CK Hutchinson?

La cuestión de Panamá se remonta al siglo XIX. EE.UU. deseaba construir un canal a través del istmo de Panamá. Y la forma en que lo hizo es importante.

En noviembre de 1903 hubo un golpe básicamente fomentado por Wall Street y por una firma de abogados llamada Sullivan & Cromwell, que quería la concesión para construir el canal a través del istmo. Lograron que Panamá se separara de Colombia y que el canal finalmente se construyera.

Con todo respeto al pueblo panameño, Panamá es un producto del imperialismo de EE.UU. Nació debido a los deseos de Wall Street, por supuesto con el apoyo de algunos miembros de la élite panameña.

Si nos fijamos en la transferencia del control de los puertos en este contexto más amplio, hay un sentido de continuidad con corporaciones que controlan y determinan cuestiones de soberanía panameña.

Para mí, la pregunta es: ¿qué entendemos por soberanía panameña y qué tiene que ver con el control del canal y los puertos? ¿Es capaz el gobierno de Panamá de tomar, sin ningún tipo de presión o amenaza, decisiones sobre su propio futuro político y económico? ¿Y benefician esas decisiones directamente al pueblo panameño, que para mí es quien debe determinar la soberanía del canal?

El presidente panameño, José Raúl Mulino, recibe al secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio.

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"Está en una situación difícil", dice Hudson sobre el presidente panameño Mulino, aquí junto al secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio.

Porque el canal es un bien público que debe beneficiar al pueblo panameño.

Así que creo que esto es una especie de historia en curso de la cuestión y los límites de la soberanía panameña en el contexto de una amenaza imperial de EE.UU.

El acuerdo sobre los puertos de Panamá tiene que ser aprobado por el gobierno panameño. ¿Dices que no ves espacio para acomodar un interés público aquí?

Creo que no. Volviendo a 1903, una de las cosas sorprendentes en ese momento es que la firma de abogados Sullivan & Cromwell contrató a un agente de prensa que presionó tanto al congreso de Colombia como al de EE.UU. para empujar la agenda por un canal.

Seguramente, ahora los miembros del Congreso panameño están bajo algunas de las mismas presiones para favorecer este tipo de acuerdo. Las presiones económicas y políticas sobre ellos serán muy grandes.

Se requiere una personalidad muy fuerte, una persona muy ética para decir no ante la amenaza de imperialismo fascista de alguien como Donald Trump con sus financiadores.

La pregunta es si Trump lanza simples amenazas para lograr ciertos objetivos, un imperialismo retórico tal vez, o si realmente quiere expandir el territorio de EE.UU. e intentará hacerlo. ¿Qué crees?

Si es imperialismo retórico, las palabras aún tienen efectos. Ese es el peligro.

En el caso de Canadá, él habla de la anexión e impone aranceles, lo que amarga por completo al pueblo canadiense contra sus vecinos de EE.UU.

Una mujer hondea la bandera de Panamá durante una protesta contra la reciente visita del secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio.

AFP
Panamá quedó en medio de un pulso internacional planteado por el presidente de EE.UU., Donald Trump, por el control de su canal interoceánico.

Canadienses y estadounidenses han sido tradicionalmente muy cercanos, pero si empiezas a decir estas cosas, tengas o no la intención de actuar en consecuencia, habrá efectos.

Hay que decirle a Trump que las palabras tienen significados y que hay cosas que no puedes decir sin más.

Pero creo que esto es parte de su proyecto: crear confusión.

Habla de anexar Groenlandia y obliga a todos a cambiar prioridades, repensar políticas, vivir bajo la amenaza de la anexión, lo cual crea ansiedades.

Parte de su poder político es a través del caos, rompiendo las normas de la diplomacia y el denominado orden global.

Eso en sí mismo, ya sea que anexe o no Canadá, Groenlandia o tome el control de Gaza, tiene el efecto que él quiere, porque uno no sabe cómo moverse.

El paisaje cambia constantemente y es muy difícil planificar con antelación o crear alianzas.

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BBC

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