
"Pasé años hurgando en tiendas de ropa de segunda mano y vi cientos de piezas perfectas abandonadas simplemente por una cremallera rota", contó la italiana Orsola de Castro.
"Después de todo, ¿por qué gastar tiempo y dinero arreglando un cierre roto cuando es más rápido, más barato e infinitamente más divertido comprar un nuevo atuendo con una cremallera que funciona?", agregó.
En su libro de 2021 Loved Clothes Last ("La ropa que amas dura") la fundadora de la campaña mundial Fashion Revolution lanzó una apasionada súplica.
"¿Podemos detenernos y analizar qué estamos haciendo cuando despreciamos una prensa por la cremallera que se rompió? ¿Qué pasaría si decidiéramos reemplazarla?", preguntó.
El cuestionamiento de De Castro es uno de los muchos a los que se enfrenta la industria de la moda en el siglo XXI.
Cada vez es más difícil ignorar el daño social y ambiental causado por la fabricación de ropa.
Las tasas de consumo de recursos naturales son estratosféricas, sin mencionar los niveles de contaminación y desperdicio, al tiempo que las cadenas de suministro globales están marcadas por la explotación.
Por ejemplo, el sector es responsable de entre el 2% y 8% de las emisiones globales totales de gases de efecto invernadero, y cada año utiliza 215 billones de litros de agua, el equivalente a 86 millones de piscinas olímpicas, según Naciones Unidas (ONU).
Y sin embargo, los residuos textiles ascienden a 92 millones de toneladas anuales. Esto equivale a un camión de basura lleno de ropa incinerada o enviada a vertederos cada segundo.
Por eso el Día Internacional de Cero Desechos de este año hace hincapié en el sector textil y de la moda.
Tres prendas nuevas por año
Las cifras del sector son impresionantes considerando que, hasta cierto punto, esta es una industria de productos no esenciales.
Muy pocas personas en las capitales de consumo de moda de todo el mundo realmente necesitan más ropa.
Aun así, se producen entre 80.000 y 100.000 millones de prendas al año, en su estimación más conservadora.
La industria de la moda está luchando para enfrentarse a este desafío con planes y minuciosas investigaciones que incluyen una variedad de proyectos como aumentar la eficiencia energética en las cadenas de suministro, cambiar a materiales renovables, invertir en innovación de materiales para evitar los sintéticos, promover iniciativas de justicia social o combatir la crueldad a los animales.
Pero aunque estos esfuerzos tienen buenas intenciones, se enfrentan a una industria que ya tiene un impacto ambiental masivo.
Basta decir que la mayoría de estos 80.000 y 100.000 millones de prendas terminan siendo incineradas o arrojadas a los vertederos con muy poco uso.
Por eso cada vez más activistas argumentan que una de las maneras más fáciles de reducir el impacto de la industria de la moda es comprar menos.
La clave está en comprar solo tres prendas nuevas al año, según el grupo activista británico Take the Jump, y hacer que la ropa que ya tienes dure más.

Para una generación de compradores alimentados por deseos construidos artificialmente y gratificación instantánea este puede ser un objetivo difícil de imaginar, pero los números son irrefutables.
Una investigación realizada por la organización ecologista británica Wrap indica que prolongar la vida útil de una prenda en tan solo nueve meses podría reducir su impacto medioambiental hasta en un 10%.
Imagina lo que podríamos conseguir durante décadas.
Los factores que contribuyen a lograr este objetivo incluyen la compra de ropa de buena calidad, la disposición de los usuarios a usar la misma ropa muchas veces y su capacidad para cuidarla.
Puede sonar fácil, pero si eso fuera cierto, ya lo habríamos hecho.
Es solo que, en este momento, los riesgos parecen demasiado abrumadores como para no intentarlo.
Ha pasado poco más de una generación desde que perdimos el arte del mantenimiento de la ropa.
Mientras que la vida de nuestros abuelos era de ahorro y reparación, la mayoría de los consumidores de hoy se han acostumbrado al sistema de usar, romper y tirar.
Las prendas que mencionaba De Castro en perfecto estado y con cremalleras rotas son síntomas de una profunda falta de conexión con la forma en que se hacen las prendas.
Pero ahora es más importante que nunca preguntarse por qué tanta ropa está hecha con materiales derivados del petróleo.
Hay que preguntarse si la viscosa de esa camisa fue extraída de bosques milenarios, si hay piel de animal en ese pompón o por qué solo una pequeña fracción de los trabajadores de las industrias de la confección gana salarios decentes.
Y también preguntarse si todavía queremos seguir provocando caos.
El subtítulo del libro de De Castro es "cómo la alegría de remendar y ponerse la ropa puede ser un acto revolucionario".
Es un hecho: necesitamos una revolución.

Nuevas combinaciones
El primer paso es visitar tu guardarropa.
En 2019, la organización británica TRAID lanzó la campaña 23 Percent ("23 por ciento") para resaltar la proporción de prendas que los londinenses guardan sin usar en el armario.
En 2022 la diseñadora de moda estadounidense Sam Weir fundó Lotte.V1, un servicio personalizado de combinación de ropa y accesorios que tiene como objetivo revitalizar nuestra relación con la ropa.
Weir tiene una amplia experiencia en campañas de alto perfil y en ese año dijo a la BBC que "muchos de nosotros no usamos lo que tenemos porque nos han enseñado a encontrar soluciones para combinar la ropa según el consumo".
"Combinar ropa permite que las personas se expresen y se diviertan con la ropa, sin comprar [piezas] nuevas; fuerza la creatividad y [hace] que las personas realmente usen su ropa. Implica aprender a interactuar con la moda, sin consumismo, y establecer una relación con nuestras cosas", explicó Weir.
Para ello, lo primero que hay que hacer es buscar piezas que no hayas usado en meses… o años. "Una de ellas podría ser una camisa de vestir. Aquí es donde la ropa a juego puede ayudar", dijo la diseñadora.
"Póntela con unos jeans casuales, algo que solo usarías el fin de semana. Agrega un par de zapatos de tacón bajo y un blazer. Al combinar la ropa, has convertido una pieza que solo usaste en un ambiente en algo para usar en innumerables ocasiones", explicó.
"Con la combinación creativa, los vestidos pueden convertirse en faldas o tops, lo viejo vuelve a ser nuevo. Es como si acabaras de ir de compras, sin haber salido nunca de tu guardarropa", afirmó.
Más calidad y menos lavados
Las buenas compras son un buen punto de partida, le dijo a la BBC en 2022 Mikha Mekler, quien hoy en día es profesora de desarrollo y producción de moda en la Universidad de Artes de Londres.
Para ella, la forma en que compramos es el problema: "Si compramos calidad, [la ropa] durará más".
Puedes empezar por evitar las marcas de moda de consumo, con sus gigantescas campañas publicitarias, llenas de celebridades.
Luego, buscar marcas con conducta ética que se enorgullezcan de ser artesanales.
Y aún así, compruébalo tú mismo: el peso del producto y la calidad de sus detalles pueden decir mucho.
"Pruébate la ropa", aconsejó Victoria Jenkins, tecnóloga de ropa y fundadora de la marca de ropa ajustable Unhidden.
"Tira, tira, examina la costura. ¿Está limpia y ordenada o llena de hilos sueltos? ¿Puedes ver líneas visibles en los puntos de tensión de la costura? ¿La camisa tiene tiras sobre los hombros para que no se deforme cuando se cuelga? ¿El dobladillo es fuerte o puede desprenderse con facilidad? ¿La tela tiene puntadas descoloridas o más defectos de impresión de los esperados?", dijo.
El siguiente paso es cuidar la prenda.

En su estudio de 1954 titulado "Jabones en polvo y detergentes", el semiótico francés Roland Barthes escribió sobre el uso de espuma, que no es estrictamente necesaria en el proceso de limpieza, en la publicidad del detergente.
Para él, "lo importante es el arte de disfrazar la función abrasiva del detergente con la deliciosa imagen de una sustancia, a la vez profunda y aireada, que puede controlar el orden molecular del material sin dañarlo".
Persiste la idea de que el lavado de alguna manera renueva y refresca, pero en realidad es muy destructivo, tal como señalaba Barthes.
La mayoría de los expertos en ropa sostenible están de acuerdo: lava menos la ropa y hazlo con detergentes naturales suaves.
También es importante poner las prendas del revés para evitar que los colores y estampados se desvanezcan.
La diseñadora Stella McCartney dijo en una entrevista con el periódico británico The Observer en 2019: "La regla es no limpiar. Dejas que la suciedad se seque y la cepillas. Básicamente, en la vida, la regla general es: si realmente no necesitas limpiar algo, no limpies".
"No me cambio el sostén todos los días y no tiro las cosas en la lavadora solo porque han sido usadas. Soy increíblemente higiénica, pero no soy una fanática de la limpieza en seco o cualquier tipo de limpieza, en realidad", añadió.
Para Mekler, "cuidar la ropa sigue siendo algo que la gente hace mal a diario. Yo lavo mucha ropa, especialmente la más fina e incluso los jeans, en el ciclo de lavado para algodón, a menos que estén muy sucias".
Otra técnica es colgar la ropa ligeramente sucia en el baño mientras te duchas y dejar que el vapor haga el trabajo de limpieza. Y evitar la secadora.

Según Energy Star, el programa de eficiencia energética de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), una lavadora promedio usa más de 93.000 litros de agua al año.
Es decir, aproximadamente la mitad de lo que una persona bebe en su vida.
Además del agua, cada vez que lavamos la ropa, arrojamos productos químicos y microfibras de telas sintéticas a cursos de agua ya sobrecargados.
La mayoría de las emisiones producidas durante el período de uso del ciclo de vida de una prenda se generan durante el lavado y secado a máquina.
El paso final es un correcto almacenamiento, el cual hace la mitad del trabajo de cuidar la ropa, según los especialistas.
La organizadora profesional Katrina Hassan dijo en 2022 a la BBC que un principio clave es guardar las cosas de forma que puedas ver todo fácilmente: "Cuando sabes exactamente qué tienes, es mucho más probable que lo cuides".
Manos a la obra
Hacer evaluaciones periódicas te permiten conectar con tus prendas y evaluar su calidad una y otra vez. Es entonces cuando llega el momento de empezar a poner manos a la obra.
Habilidades como saber coser un botón o remendar una costura "por sí solos ya evitarían que mucha ropa terminara en el vertedero o en tiendas benéficas donde alguien más tiene que encargarse de ella", explicó la consultora de moda sostenible Tessa Solomons.
"Además, te da una gran sensación de logro saber que puedes hacer eso. Es algo fantástico", agregó.
Internet está repleto de tutoriales para hacer todo tipo de reparaciones.
En un mundo de productos hechos en masa, donde miles de artículos similares salen de las fábricas a cada minuto prometiendo facilidad y comodidad, reparar tus prendas es algo especial.
"Cuando reparas algo, se vuelve único", dijo Solomons, agregando: "Eso cambia nuestra relación con la ropa y crea una conexión con ella. Quienes acuden a mí se han dado cuenta de que su ropa tiene un valor, no un precio".
Para De Castro, "el acto de cuidar nuestra ropa se extiende al cuidado del medio ambiente y demuestra nuestra gratitud valorando el trabajo de quienes confeccionan las prendas que vestimos".
"Conserva la ropa que tienes con orgullo, minimiza las nuevas adquisiciones y hazlo con ese entusiasmo contagioso que irradia alegría. Porque lo único que necesitamos ahora son árboles, ballenas, pájaros y abejas, no ropa".
*Esta nota fue publicada originalmente en 2022 y actualizada con motivo del Día Internacional de Cero Desechos 2025. Puedes leer este texto en inglés en BBC Future.

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