Pedro Sánchez

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Difícilmente podría una imagen recoger mejor el espíritu de lo que se vivió en la cumbre de la OTAN en La Haya que la foto de familia de los líderes de la organización militar.

Los 32 jefes de Estado y de gobierno posaron este miércoles en grupo con el secretario general de la Alianza Atlántica sonrientes -o serios, como Donald Trump- tras acordar una histórica subida del gasto en Defensa de hasta el 5% del Producto Interno Bruto (PIB).

En el margen derecho de la foto, Pedro Sánchez, el presidente del gobierno español, protagonista de la cumbre por ser el único en negarse a comprometer un porcentaje tan elevado, parecía haber quedado, de alguna forma, separado del grupo.

Quizás es solo un efecto del ángulo de la foto, en la que el lugar que ocupa cada jefe de Estado está marcado por el protocolo. Pero los centímetros de más que parecían separar a Sánchez del resto de líderes escenificaron a la perfección la polémica.

"En la foto de familia (a Sánchez) se lo ha visto en una esquina, sin hablar con nadie, rezagado mientras se dirigían al plenario. Y ahí, la misma imagen de distanciamiento con el resto de líderes", destacaba la enviada espacial a La Haya de la televisión pública española.

Sánchez firmó el acuerdo, pero dijo que España sólo destinaría a Defensa el 2,1% de su PIB, provocando un choque con Donald Trump, quien amenazó con tomar represalias comerciales si el gobierno español no alcanza el objetivo del 5%.

En una rueda de prensa al final de la cumbre, Sánchez dijo que el gasto del 2,1% será "suficiente y compatible con nuestro modelo social", asegurando que esa cifra es la que aconsejan los técnicos de Defensa para cumplir con los compromisos de España con la OTAN.

Además, el mandatario garantizó que su país va a seguir siendo una pieza clave en la arquitectura de la defensa europea. "España siempre es la solución, nunca es el problema", dijo respondiendo a las acusaciones lanzadas por Trump.

Sanchez insistió en que tanto en la declaración que se firmó en La Haya como en las cartas que intercambió en los días previos con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, se da "flexibilidad" a España para seguir su propia ruta soberana de inversión.

Este choque llega en un momento delicado para Sánchez, quien se enfrenta en España a un grave caso de corrupción que afecta a varios altos cargos de su partido, y depende de una frágil coalición de formaciones políticas muy diversas para mantenerse en el poder.

Sánchez frente a los otros jefes de Estado de la OTAN.

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Sánchez frente a los otros jefes de Estado de la OTAN.

El escándalo de corrupción ha supuesto "un auténtico terremoto" para el gobierno y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Sánchez, "moviendo sus cimientos internos y dando cierta munición a la oposición", asegura a BBC Mundo Paloma Piqueiras, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Entre los implicados está el exministro de Transportes socialista, José Luis Ábalos, y el hasta hace unos días número tres del PSOE, Santos Cerdán, ambos hombres de confianza de Sánchez que presuntamente cobraron comisiones ilegales a cambo de adjudicaciones de obra pública.

¿Es ahora la polémica de la OTAN una nueva crisis para el presidente español?

Para las analistas consultadas por BBC Mundo, las consecuencias de ponerse en la mirilla de Trump están aún por verse. Pero detrás de la polémica en La Haya, argumentan, también podría haber un cálculo político interno y quizás una estrategia para intentar desviar la atención del escándalo de corrupción que sacude al gobierno.

Los líderes de la OTAN.

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La foto de familia de los miembros de la OTAN, con Pedro Sánchez en el extremo derecho.

Por qué se desmarcó Sánchez

En una carta al secretario general de la OTAN, Sánchez alegó que "para España, comprometerse a un objetivo del 5% no solo sería irrazonable, sino también contraproducente" y que, además, resultaría, "incompatible con nuestro Estado de bienestar y nuestra visión del mundo".

España invierte actualmente el 1,28% de su PIB en Defensa, y Pedro Sánchez se ha comprometido a aumentar este gasto hasta el 2,1%, lo que supone un gasto de unos 10.000 millones de euros adicionales (unos US$11.700 millones).

Para poner todas estas cifras en contexto, España invierte en Educación algo más del 4% del PIB y en Sanidad el 7%.

"Aumentar el gasto en Defensa hasta el 5% querría decir que España se comprometería a meterle más millones a la Defensa que a la Educación, además de una segura subida de impuestos y recortes en cuestiones sociales como sanidad, pensiones o desempleo… Un gobierno que se ha posicionado como progresista y protector de los derechos de los más desfavorecidos, no podría permitirse esto", argumenta Paloma Piqueiras.

En cualquier caso, aunque Sánchez quisiera aceptar ese aumento del gasto, tampoco podría hacerlo, porque no tiene el apoyo de sus socios de gobierno, la coalición de izquierdas Sumar.

Algunos de los integrantes de esta coalición, como Izquierda Unida, habían amenazado con salir del gobierno si se aprobaba un mayor gasto militar, poniendo en peligro la supervivencia del Ejecutivo.

Para Marta García Aller, columnista de política de el diario El Confidencial, "es una estrategia bastante audaz el plantearlo como que no lo hace por principios cuando, en realidad, no tiene mayoría en el Parlamento para aprobar los presupuestos generales de Estado (que se vienen prorrogando desde 2023) y sus socios de gobierno no apoyarían nunca un aumento mayor del gasto militar".

Pese a todo esto, Sánchez firmó en La Haya el acuerdo de la OTAN en el que los miembros de la organización se comprometían a aumentar el gasto en Defensa hasta el 5%, por lo que lo que, para García Aller, "hay aquí una pequeña teatralización que está por ver qué costes tiene para España".

Donald Trump.

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El presidente de Estados Unidos amenazó a España con represalias comerciales por negarse a aumentar su gasto en Defensa.

¿Desvío de la atención?

Sánchez "siempre se ha desenvuelto muy bien en el escenario internacional, donde sabe jugar sus cartas", analiza Ana Salazar, politóloga y directora de la consultora Idus3 Estrategia.

"¿Y qué mejor manera de redirigir el foco de atención de sus problemas internos que generando un conflicto con Donald Trump?", plantea Salazar a BBC Mundo.

Sánchez, el primer presidente de gobierno español que habla inglés con fluidez, suele manejarse con maestría en los foros internacionales, charlando con otros líderes y departiendo sonrisas y apretones de manos a partes iguales.

Esta semana en La Haya, sin embargo, llegó con el semblante serio, apenas saludó a nadie y ocupó rápido su asiento antes de que llegara Trump, con el que no habló.

Según dijo Sánchez en rueda de prensa, no tuvo un encuentro directo con el presidente estadounidense por "casualidad". "No he tenido ocasión de poder saludarle ni de poder intercambiar palabras con él", explicó.

Pero en opinión de Piqueiras, Sánchez escenificó en la cumbre de la OTAN "una soledad escogida, no impuesta".

"No lo están aislando. Es él el que pone unas barreras, y esta escenificación es coherente con la narrativa que lleva poniendo en marcha el gobierno estas semanas, que dice que España no se pliega a las exigencias de Estados Unidos y que lo hace para salvaguardar el Estado del bienestar".

Esta ha sido su séptima cumbre de la OTAN "y la primera en la que se separa del resto en la foto y no se preocupa de estar en el centro de la socialización", añade Marta García Aller.

La periodista considera que este comportamiento "tiene mucho que ver con la polémica interna y con los casos de corrupción" que afectan a su entorno.

Militares españoles en una brigada de la OTAN.

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Militares españoles en una brigada de la OTAN.

Quisiera o no desviar la atención de los problemas que sacuden a su partido, el enfrentamiento con Trump le ha dado a Sánchez la oportunidad de mostrar una cierta imagen ante el mundo.

"Sánchez, en un momento de debilidad interna y de pérdida de credibilidad, vio el momento y aprovechó el escenario de la OTAN, con las miradas de todo el mundo, para posicionarse como una figura que planta cara a Trump y para mostrarse dentro de la Unión Europea como un líder progresista", asegura a BBC Mundo Ainara Villaño, politóloga y analista de opinión pública en la consultora Silván&Miracle.

El mandatario es consciente de que Trump es una figura que despierta un gran rechazo en España, no solo entre los votantes progresistas, sino también entre muchos en la derecha, argumenta Villaño.

Como describe Ana Salazar, "cuando vemos a Sánchez enfrentándose a Trump, aumenta la épica, pensamos que tiene valor, coraje, alimenta el relato de la persona que es capaz de enfrentarse, entre comillas, al villano, o al menos es así como lo ve su electorado y sus socios".

Pero, en el fondo, señala la politóloga, "se trata de un conflicto controlado, ya que España firmó el acuerdo, aunque no conocemos cuáles son los detalles del mismo, ya que no se pueden hacer todos públicos al tratarse de temas sensibles de defensa y seguridad".

Los riesgos para Sánchez

Trump aseguró en La Haya que España pagaría cara su falta de compromiso.

"Estamos negociando un acuerdo comercial con España. Les vamos a hacer pagar el doble. Y lo digo en serio", proclamó.

Y agregó: "Voy a negociar directamente con España. Lo voy a hacer yo mismo (…) Pagarán más así".

Pero no está claro qué puede significar eso.

El comercio exterior de España se gestiona en el marco de la Unión Europea (UE), por lo que Trump no podría imponer aranceles a Madrid sin que recayeran en los veintisiete países.

La UE es uno de los socios comerciales que está negociando acuerdos con el gobierno de Estados Unidos antes de que el 9 de julio entre en vigor un aumento generalizado de aranceles.

Los 27 Estados miembro no negocian de forma individual los acuerdos comerciales, que están a cargo de la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE.

"Quizás podrían intentar poner aranceles a algún producto concreto español, como ya hizo Trump antes con el champán francés", señala Marta García Aller.

Pedro Sánchez

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Sánchez se disculpó antes los españoles hace unos días por el caso de corrupción que afecta a uno de sus más estrechos colaboradores.

Más riesgos asume Sánchez con los casos de corrupción que sacuden a su partido.

El líder socialista llegó a la presidencia del gobierno en 2018 tras una moción de censura contra el anterior gobierno, que estaba encabezado por el conservador Mariano Rajoy y que se había visto lastrado por un escándalo de corrupción por el que fueron condenados varios miembros del Partido Popular.

Pero esa corrupción que vino a limpiar Sánchez parece afectar ahora a personas que han ocupado puestos de mucha responsabilidad en su partido y en su gobierno.

El presidente ha dicho que investigará a fondo la corrupción y negocia con sus socios medidas anticorrupción más contundentes que, dice, se presentarán en las próximas semanas.

Pero sus socios "están en una posición delicada y se muestran muy desconfiados", señala Ainara Villaño, ya que tienen que hacer equilibrios entre seguir apoyando al gobierno o dejarlo caer.

Y ninguno de esos socios "quiere verse en el escenario de que, por su falta de apoyo, vayamos a unas elecciones y que en esas elecciones el escenario más probable sea que termine gobernando la derecha con la extrema derecha", señala la analista de opinión pública.

La situación de Sánchez y su gobierno es frágil, pero el mandatario siempre se ha preciado de crecerse en los momentos difíciles. Su biografía, publicada en 2019, se titula, de hecho, "Manual de resistencia".

"Siempre ha logrado sacar algo de la chistera [sombrero] que lo ha mantenido a flote", señala Paloma Piqueiras.

"Pero en este caso se trata de una crisis que nace en el seno del gobierno y en la que no puedes mirar hacia otro lado porque no hay otros actores implicados. El problema lo tienes dentro, en el seno del partido. No sé si para eso hay conejos en la chistera", señala la investigadora de la UCM.

Sánchez, recuerda Ana Salazar, "es jugador de baloncesto y cada vez que ha tenido un problema se ha movido en los parámetros de este juego: cojo el balón y lo lanzo. Siempre al corto plazo, y siempre pide tiempo muerto".

Y escenarios internacionales como el de la OTAN, argumenta Salazar, "Sánchez los utiliza a modo de tiempo muerto para poder coger empuje, redimensionar y ver cuál va a ser su siguiente jugada".

Línea gris.

BBC

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