Francia Márquez, durante la entrevista con BBC Mundo una mañana de marzo en Cali.

José Carlos Cueto / BBC News Mundo
Francia Márquez, durante la entrevista con BBC Mundo una mañana de marzo en Cali.

Francia Márquez llega a una localización reservada en Cali con un numeroso esquema de seguridad.

Vive amenazada de muerte desde antes de asumir la vicepresidencia de Colombia en 2022, cuando era activista en su natal Pacífico colombiano.

Extiende la mano seria.

¿Qué tal el día?, le pregunto.

Luchando, como siempre, responde.

Hace pocas semanas dejó de ser la ministra de Igualdad de Colombia, una cartera creada cuando inició su mandato y que dejará de existir en 2026 a menos que el Congreso extienda su vigencia.

Antes de salir, dirigió una carta a los colombianos en la que dijo que su vida corría peligro y que denunciar lo que está mal tiene consecuencias.

La carta se publicó días después de un ardiente Consejo de Ministros, que fue televisado a nivel nacional, y en el que el presidente colombiano Gustavo Petro criticó a su gabinete por las promesas incumplidas y defendió la recuperación de su mano de derecha de campaña, Armando Benedetti, para su proyecto.

Benedetti es un controvertido político envuelto en casos de corrupción -sin haber sido condenado- y sobre el que han caído acusaciones de violencia de género, cuyo regreso al gobierno fue duramente criticado por Márquez.

Semanas después, la primera vicepresidenta afrocolombiana de la historia del país y piedra angular de la victoria de Petro en 2022, habla con BBC Mundo sin evadir preguntas sobre su actual relación con el presidente, sus críticas a Benedetti y las expectativas incumplidas del gobierno del cambio.

Sobre su seguridad y la de su familia, eligió reservarse.

Línea gris.

BBC

Vicepresidenta, usted sale del ministerio días después de un Consejo de Ministros televisado donde se mostró "crítica y honesta" con las cosas que no compartía de su gobierno. Incluso dijo que esa honestidad podría causarle algún costo.

¿Diría que su salida del ministerio fue uno de los costos de esa honestidad?

No creo.

De hecho, ya había discutido internamente mi salida del ministerio y enfocarme en la vicepresidencia.

Por supuesto, yo he sido crítica toda la vida, dentro y fuera, en mi casa, en mi comunidad, dentro del gobierno.

Ahora Colombia pudo darse cuenta de mis posturas, que no las cambio.

Yo he sido esa persona que se vio en el Consejo de Ministros, la que ha estado acompañando al presidente Petro en el gobierno y, cuando he visto que hay cosas que no están bien, pues lo he dicho sin ningún problema.

¿Cómo está su relación con el presidente ahora mismo? ¿Diría que es mejor, peor o igual que en 2022?

(Ríe) Creo que hemos dialogado… tuvimos un diálogo como siempre en el gobierno.

Y bueno, yo me caracterizo por poner los puntos de vista sobre lo que considero que no está bien.

A mí no me eligieron en este gobierno para guardar silencio cuando tengamos errores o estén pasando situaciones…

Yo no soy una mujer de guardar silencio. Siempre he levantado la voz. Ser autocríticos también es parte de poder construir y avanzar en una sociedad.

Efectivamente, tenemos diferencias con el presidente, pero también hay un compromiso de país y yo creo que lo que importa es que avancemos en cumplirlo.

¿Esas diferencias que menciona con Petro la han llevado a sentirse decepcionada en algún momento?

No. Por supuesto he sentido mis emociones como todo el mundo.

Pero yo creo profundamente en lo que hago y lo que hace el gobierno nacional y sigo avanzando, haciendo mis mayores esfuerzos para que la igualdad y la equidad lleguen a cada rincón de Colombia.

La vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, junto al presidente Gustavo Petro.

AFP
En la última aparición pública de Francia Márquez como ministra de Igualdad, acudió con el presidente Gustavo Petro a inaugurar un campus universitario en Suárez, Cauca.

Tengo que decir que el presidente ha sido enfático en que el presupuesto tiene que ir a territorios excluidos.

Ahí tenemos puntos en común y es la fortaleza que nos ha permitido avanzar en medio de las diferencias.

¿Qué lecciones ha aprendido durante este tiempo en la vicepresidencia y cómo valora su labor en el Ministerio de Igualdad?

Mi llegada a la presidencia como mujer negra, de una región marginada y excluida, sin dudas ha exacerbado odios y racismos. Me ha tocado asumir desafíos del machismo y el patriarcado.

Comprendo perfectamente, estando aquí, cómo funcionan las violencias interseccionales, pero soy consciente de que estoy abriendo una puerta para que otras niñas de territorios excluidos y mujeres que no hayan tenido voz sepan que lo pueden hacer.

Estamos sembrando semillas de esperanza y para mí eso es lo principal.

Tal vez ahora toda la transformación, todos los sueños que tenemos, no los podamos hacer.

Transformar 500 años de exclusión, marginación y racismo de un sistema que sigue siendo colonial no se logra de la noche a la mañana.

Y estar frente al Ministerio de Igualdad ha sido de las tareas más retadoras e importantes.

La inequidad y la desigualdad es uno de los problemas estructurales de la nación y trabajar para cerrar esas brechas y generar oportunidades siempre es el camino correcto.

Le entrego a Colombia un ministerio creado con venticuatro programas maravillosos que ya transforman vidas y territorios.

Programas como Hambre Cero, que llevan alimentos a regiones como el Catatumbo, el Chocó o Bolívar.

O como Agua es Vida, llevando agua al Pacífico colombiano, a la costa nariñense, al Chocó, al Caribe.

Armando Benedetti, fotografiado cuando fue embajador de Colombia en Venezuela en 2022.

Getty Images
El nombramiento de Benedetti como jefe de despacho de Petro ocasionó una crisis de gabinete con múltiples renuncias ministeriales a comienzos de febrero.

Ahora espero que el nuevo ministro (Carlos Rosero) implemente estos programas completos y establecidos y que el Congreso apruebe la ley que garantice su continuidad, aunque eso ahora no está en mis manos.

Trabajar por la equidad es una necesidad para Colombia y para el mundo.

Una de las cosas que dijo en el Consejo de Ministros televisado a nivel nacional que no le parecían bien era el rol del actual ministro de Interior, Armando Benedetti.

Él estuvo desde el comienzo en la campaña con Petro. ¿Por qué tarda casi tres años en hacer público su descontento?

Soy mujer y asumí mi tarea aquí, en el gobierno, de liderar las políticas para las garantías de los derechos de las mujeres.

Y como mujer que ha vivido las violencias estructurales en este país, no puedo guardar silencio frente a las denuncias por violaciones a los derechos de las mujeres, sobre todo por violencias basadas en género.

Por lo menos yo no tenía información de esa situación.

¿Se refiere a las denuncias de algunas mujeres contra Benedetti?

Exactamente. Me refiero a las denuncias que se expresaron públicamente.

Sobre eso, por supuesto, yo no soy la juez.

Tienen que ser los entes competentes quienes esclarezcan estos hechos, pero como vicepresidenta tengo que manifestar mi rechazo a cualquier tipo de violencia, venga desde donde venga contra las mujeres, y es lo que he hecho.

También manifesté que respetaba la decisión del presidente.

Aunque tengamos posturas diferentes sobre esa situación, he respetado esa decisión y sigo en mi papel como vicepresidenta, cumpliendo el mandato que me dio el pueblo cuando nos eligió.

En su opinión, ¿qué importancia tiene Benedetti para Petro, al punto de que origina una crisis en el gabinete y que de cierto modo impulsa la salida de otros ministros muy fieles a al presidente como la extitular de Ambiente Susana Muhamad?

Bueno, esa es una pregunta que evidentemente no soy yo quien tiene que responder.

Es una pregunta que tiene que responder el presidente. Él sabrá cuál es la importancia del hoy ministro de Interior dentro del gobierno.

En lo que a mí respecta: venga la violencia de donde venga, siempre la voy a rechazar.

Usted forma parte del gobierno del cambio. Me gustaría que reflexionara sobre qué ha cambiado y qué no.

Creo que ha cambiado el miedo a ocupar los espacios de poder. En tiempos pasados era imposible que un hombre como Petro o una mujer como yo se atrevieran a disputar el poder en este país.

Ha cambiado el enfoque de dónde se invierten los presupuestos de la nación, que antes al gobierno se le miraba como un dios, que se pensaba imposible que un presidente o una vicepresidenta llegara a los rincones y territorios más excluidos.

Y no es solo la presencia física, sino que llegamos con inversión para transformar las realidades de esas comunidades.

Francia Márquez, el 28 de febrero de 2025 en el Cauca.

Getty Images
Márquez asegura que ha sido crítica desde el comienzo con lo que no compartía dentro del gobierno.

¿Qué más ha cambiado? Yo creo que la política en términos de la visión de género.

Creo que los avances de crear instituciones a nivel nacional, que se piensan en la población LGTBIQ+, en la población con discapacidad, en pensar presupuestos paras esas poblaciones, ha sido un cambio.

También pensar en una sociedad del cuidado.

Nosotros hemos vivido el conflicto armado y sido víctimas de una política de muerte.

Hoy, reconstruir ese tejido social de los saberes comunitarios, de las parteras, de las madres comunitarias, y decir que eso es lo que tenemos que aprender, mientras desaprendemos esa cultura de muerte que se nos ha impuesto, es parte de la transformación.

Por supuesto, tenemos desafíos como el logro de la paz, poder silenciar los fusiles, abrir las puertas de nuestro país maravilloso.

Es parte del camino que tenemos que seguir andando, pero no perdemos la esperanza para que la paz también sea referente para el mundo.

Pero el mismo Petro reconoce que la mayoría de promesas están incumplidas.

Los desafíos que tiene este país son demasiado grandes.

Lograr cerrar las brechas de desigualdad e inequidad es el desafío mayor que tiene Colombia. Somos de los países más desiguales e inequitativos del planeta.

Puedo decir que gran parte de las causas del conflicto armado y la violencia tienen que ver con la inequidad y la desigualdad histórica a la que ha estado sometida la sociedad.

Uno llega y quiere tener una varita mágica para al otro día ya haber hecho esos cambios, pero tampoco pasa así porque también hay unas estructuras ya establecidas para que nada cambie y que cuesta mover.

A veces no se logra esa transformación.

Sin embargo, este es el primer gobierno progresista, de izquierda, que llega al poder después de toda una vida de Estado-nación y, por supuesto, cuatro años no son suficientes para lograr el cambio necesario.

A qué estructuras se refiere, si puede ser más específica.

Las estructuras coloniales, las estructuras políticas mismas, el sistema mismo… es algo que no se transforma de la noche a la mañana.

Nosotros nos hemos encontrado con leyes que son una barrera para los avances de la transformación que hemos planteado.

Francia Márquez, durante la COP16 de Biodiversidad en Cali, Colombia, en noviembre de 2024.

Getty Images
Márquez se ha enfocado en la defensa de la igualdad étnica, de género, sexual en muchas de sus iniciativas como vicepresidenta.

Algo que sí cambió, al menos frente a la administración anterior de Iván Duque, fue la relación con Venezuela. Se adoptó un enfoque más neutral y se reabrieron las fronteras.

Pero este gobierno también ha sido criticado por no condenar con la suficiente fuerza lo que pasó durante el proceso electoral del 28 de julio de 2024, que acabó con Nicolás Maduro tomando posesión en enero, a pesar de las denuncias de la oposición de que las actas indican que Maduro no ganó las elecciones.

¿Cuál es su posición?

Mire, el presidente se ha manifestado sobre Venezuela y ha planteado lo que él considera que debe ser.

Sobre eso, ¿yo qué le puedo decir?

Nosotros hemos vivido una barbarie y lo último que podemos hacer es heredársela a un país hermano por no tener una relación.

Hemos recibido a muchas venezolanos migrantes, como en su momento muchas personas, con la violencia que ocurrió aquí, también migraron a Venezuela.

Hoy está en juego la vida de la gente, el bienestar de un pueblo.

Tenemos que hacer todos los esfuerzos necesarios para que el pueblo venezolano, por lo menos, no caiga en una guerra que sabemos a veces dónde empieza pero no dónde termina.

Colombia todavía paga el precio de una guerra que empezó por disputas políticas y hoy son millones de colombianos y colombianas los que han tenido que irse del país, huyendo de la violencia, y son miles de colombianos que han desaparecido o han sido asesinados en una guerra que todavía no sabemos cuándo va a parar.

No se trata de izquierda o derecha, sino de derechos humanos y vidas.

Creo que las posturas del presidente han estado en ese sentido.

¿Por qué se fortaleció la relación? ¿Quién estaba perdiendo?

Estaba perdiendo la gente, las familias que están en las fronteras entre Colombia y Venezuela y que al final son la misma familia que pasan el charco, el río, el puente.

A pesar de esa postura, igualmente Colombia arrancó 2025 con una crisis humanitaria en la región del Catatumbo, fronteriza con Venezuela. Es uno de los múltiples focos de violencia que en este inicio de año me llevan a pensar que, a prácticamente poco más de un año de nuevas elecciones presidenciales, la paz total parece lejos de concretarse.

Cuesta mucho porque en este país se han lucrado de la guerra y ésta resulta siendo un fortín político.

Cuerpos de rescate asistiendo a una víctima de la violencia en el Catatumbo.

Getty Images
La región fronteriza del Catatumbo inició 2025 con una crisis humanitaria y de violencia que sacudió a familias de un lado y otro de Colombia y Venezuela.

Aquí hay quienes ofrecen guerra para luego, en elecciones, ofrecer seguridad. Han sembrado el miedo y la gente vota solo por un candidato que les garantice que no tendrán violencia.

Es un círculo vicioso: te ofrecen violencia y luego en campaña te venden paz y seguridad.

Así nos han mantenido como sociedad, sometidos a una violencia absurda que se ha instrumentalizado para someter al pueblo.

Eso no puede seguir. Este gobierno no puede renunciar a los sueños de paz.

Por supuesto, las fuerzas armadas y policías, como ya lo dijo el presidente, tienen órdenes de proteger a la sociedad civil y garantizar la seguridad nacional, pero hay que seguir haciendo todos los esfuerzos de la paz.

Usted también ha vinculado las dificultades para conseguir la paz con la política antidrogas de Colombia. De hecho, ha apostado y sugerido legalizar ciertas sustancias y/o cultivos.

Pero esto siempre fue una línea roja con Estados Unidos, clave en la lucha contra las drogas en Colombia.

Ahora que Donald Trump tiene un discurso más proteccionista y aislacionista, y que ya el pasado enero la relación entre EE.UU. y Colombia estuvo bajo mínimos con la polémica de los deportados colombianos, ¿es el momento para que Colombia adopte otra política antidrogas?

Bueno, esa es una decisión que está en cabeza del señor presidente y, por supuesto, no puedo pasar por encima.

Él lo ha dicho de frente: el camino para acabar con la violencia, el conflicto armado, los cultivos ilícitos, la droga, que han sido el incentivo para generar violencia en muchos territorios, es transformar esa economía ilegal hacia una legal.

El presidente ha insistido en que el Congreso saque una ley que regularice el uso de la hoja de coca y la de marihuana.

Este gobierno ha tenido la voluntad de encontrar otros caminos posibles para enfrentar estos problemas.

La política de interdicción ha sido efectiva en términos de lucha contra el narcotráfico, de coger los eslabones grandes de la cadena del tráfico de drogas.

Antes, a quien se golpeaba era al campesino, al pobre que estaba en el territorio.

Este gobierno ha cambiado ese enfoque, poniéndolo en las industrias del tráfico de drogas transnacional.

Pero resolver el problema estructural implica el diálogo con varios actores y EE.UU. es un actor clave en esa discusión.

¿Y cómo se presenta ese diálogo?

Llevamos muchos años planteando una guerra contra las drogas que ha sido ineficaz, sin resultados, y eso muestra que hay que avanzar hacia la legalización, quitar el incentivo perverso que se hace a costa de la vida de la gente.

América Latina ha perdido un millón de personas asesinadas en el marco de esas economías ilícitas y hay un sinnúmero de gente encarcelada o judicializada.

Hemos perdido mucho como región por este flagelo del narcotráfico.

Yo creo que hoy toca seguir haciendo los esfuerzos para que se encuentren caminos que resuelvan esta situación y, lo digo como opinión personal, el camino es la legalización.

Francia Márquez, durante la entrevista con BBC Mundo una mañana de marzo en Cali.

José Carlos Cueto / BBC News Mundo
La vicepresidenta le reveló a BBC Mundo que terminará su mandato y que no se lanzará a otra fórmula electoral para los comicios presidenciales de 2026 en Colombia.

Queda poco más de un año para nuevas elecciones. ¿Ya pensó si va asumir algún rol para la próxima campaña, si piensa en alguna candidatura presidencial o una nueva fórmula?

(Ríe) No. Dije que a mí me eligieron para cumplir un mandato y espero terminar mi periodo.

Y espero que quienes lleguen a la presidencia sean los más idóneos: gente que piense en la paz, en la justicia y en el bienestar de todos los colombianos y colombianas.

Línea

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