
Horas después de que el expresidente colombiano Álvaro Uribe fuera condenado por soborno en actuación penal y fraude procesal, el senador Iván Cepeda Castro, víctima y testigo en el proceso, pasa el día atendiendo entrevistas y preparándose para la apelación de la defensa.
"Todavía no me ha dado tiempo reflexionar sobre lo que pasó ayer", confiesa el político izquierdista de 63 años a BBC Mundo, carraspeando, casi ronco, síntomas que denotan ratos largos de conversación.
Tras 13 años de una batalla judicial feroz, la justicia condenó este lunes a un expresidente colombiano en un proceso penal por primera vez en la historia.
En 2012, Uribe denunció a Cepeda ante la Corte Suprema de Justicia por manipulación de testigos luego de que el senador acusara al exmandatario de tener vínculos con el paramilitarismo, responsable de miles de muertes de civiles durante el conflicto armado.
La denuncia fue un bumerán para Uribe.
En 2018, la Corte no solo determinó que no había indicios de delito por parte de Cepeda, sino que ordenó investigar al expresidente por enviar a emisarios para que manipularan a testigos a su favor y en contra del senador.
El caso pasó a la justicia ordinaria en 2020 y, cinco años después, Uribe fue condenado por la jueza Sandra Heredia en un veredicto histórico para Colombia.
Cepeda, senador por la alianza izquierdista que encabeza Gustavo Petro en el gobierno y pieza clave en las conversaciones de paz con las guerrillas, hace balance para BBC Mundo.
¿Qué se hace la mañana después de un día por el que luchaste 13 años?
Responder entrevistas y prepararme para la apelación de la defensa de Uribe.
Esta situación se inscribe en una vida, la mía, que ha sido parte de muchos episodios de esta naturaleza, aunque no todos los días con una sentencia de este porte.
Estoy contento y satisfecho hasta cierto punto de lo logrado, pero también muy tranquilo, sin dejar que esto se me suba a la cabeza.
Intento no sobredimensionar las cosas para tener un raciocinio muy claro de lo que está pasando.
Tu padre fue asesinado por fuerzas del Estado y paramilitares en 1994, pero siempre dices que eliges la paz, la legalidad, y no la venganza. Has aguantado mucha presión estos 13 años. ¿Qué aprendiste?
A tener una actitud de valorar mis propias convicciones por encima de todo, más allá de cualquier circunstancia externa o ajena.
A no sacrificar nada con relación a eso. No poner mi dignidad por debajo de nada, ni de las presiones, ni del temor, ni la seducción que puede haber para que las posiciones no sean lo radicales o claras que se requieren en su momento.

La defensa de Uribe apelará y puede llevar el caso a la Corte Suprema.
Todavía hay mucho terreno de acción jurídica, pero llegamos a un punto difícil de revertir. No desde el punto de vista jurídico, pero sí el ético y político.
La condena de un juez es algo que no se borra así haya una apelación que prospere.
Uribe ha sido puesto en evidencia, todavía en un plano externo, en una acción para encubrir otras. Estamos a un nivel superficial, aunque muy grave, de su actuación.
Esto abre la posibilidad a otros avances que puedan desentrañar lo que él quiso encubrir.
Queda claro que estructuró un aparato para mentir a la justicia. La pregunta obvia es por qué.
¿Qué quería encubrir? Ahí están los pecados originales.
Se condenó a Uribe por fraude procesal y soborno en actuación penal, pero no por sus presuntos vínculos con el paramilitarismo. Esa fue tu denuncia original contra el expresidente. ¿La seguirás persiguiendo?
Ayer propuse un ejercicio distinto en vez de seguir por este camino tortuoso y difícil.
¿Por qué voluntariamente no solo Uribe, sino todos los responsables del Estado colombiano, con cargos como la jefatura, se abocan a la verdad, a contarla públicamente y enfrentarla?
Exorcicemos esto de cara a las víctimas, pidiendo perdón y reparándolas. Es el camino correcto.
Ahora, tenemos toda la paciencia, las pruebas y los datos para seguir por el otro camino (el judicial).
Uribe nos acusa de ser guerrilleros y terroristas, pero eso son afirmaciones genéricas.
Si nos lleva a ese terreno, tendremos que decirle quién es él. Nosotros sí tenemos pruebas. Él elige el camino.

Propones que esta condena dé lugar a un acuerdo nacional por la paz y la reparación, pero parece estar polarizando todavía más el discurso político en gran parte de la opinión pública.
Creo que la condena se está usando en medio de un debate electoral y el uribismo, que gira en torno a un caudillo, siente que todo entra en un plano de inseguridad cuando él está atravesando por una situación como esta.
Hay que mirar otros fenómenos y realidades que acontecen. Una de ellas, la expresada por la jueza Heredia.
La jueza tiene una preparación altísima y la convicción de que su labor es hacer la realidad la justicia.
Ella, mujer, dijo que la han maltratado. No solamente en esta investigación, sino por ser mujer.
Ayer dijo que había sido blanco de ataques que no se le harían a un hombre.
Son realidades que, creo, está perdiendo de vista el uribismo; no está entendiendo que estamos en otro país en Colombia.
Ese tipo de situaciones generan otras dinámicas, que van por el lado de la verdad, la justicia, los derechos de la gente y las víctimas organizadas.
Uribe sigue insistiendo en que es inocente y que esto es una persecución política. Parte de la derecha apoya esa postura y pone en duda la independencia judicial. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, también criticó el juicio.
Todo esto es parte de un libreto que no es nuevo.
En el caso de Uribe, eso ya no convence. Se ha vuelto repetitivo y ha dejado de tener fuerza para una parte muy importante tanto de su público político como del país.
Él se quejó en los alegatos que había perdido popularidad y que esto le estaba costando políticamente. Él sabe lo que esto representa.
Entonces les queda ese recurso manido de emplear el aparato mediático, influir a la opinión y hacer cabildeo en Washington con el nuevo gobierno para ver si, con esa presión externa, pueden ganar algo.
A mi modo de ver, es muy desafortunado todo eso. Uno se pregunta en qué piensan Rubio y otros congresistas.
Creen que esas actitudes tienen algún efecto, pero solo producen un profundo rechazo del poder judicial y el público.
Si nosotros nos ponemos en el mismo plano, mañana podríamos preguntarles qué está pasando con la lista Epstein o con los escándalos que tienen cada uno de esos congresistas que conocemos bien.
En Colombia se dice que la justicia cojea pero llega, aunque otros viven convencidos de que los poderosos son intocables. Si condenaron a Uribe, ¿qué pueden esperar los colombianos sobre otras investigaciones?
Pienso que esto alentará a muchos jueces y fiscales a que vean el buen ejemplo de la jueza Heredia, otros jueces y fiscales que han actuado en este proceso y también las víctimas.
Esto pone a Uribe en un plano muy incómodo porque mañana lo podrían interpelar directamente, habiendo una condena de fraude procesal sobre otros delitos mucho más graves.
Se ha abierto una vía, realmente.

La derecha ya se está preguntando si otros líderes guerrilleros, de izquierda, serán investigados.
En la práctica es una pregunta un poco sofística, falsa.
Los jefes guerrilleros, los que no murieron en combate o fuera de combate, todos han pasado por la cárcel y, si no han pasado, pronto tendrán que afrontar la justicia.
El presidente Petro, exguerrillero, estuvo en la cárcel, donde fue torturado.
Líderes de las Farc, en estos días, serán objeto de sanciones por parte de las jurisdicciones creadas en los acuerdos de paz de 2016. Van a tener que encarar esas sanciones.
La gran mayoría de desmovilizados, o al menos el 30% de esas personas, estuvieron en la cárcel.
El Estado sí ha combatido y judicializado a las guerrillas.
Yo estuve en el proceso de paz y de 6.700 guerrilleros había 3.000 encarcelados. Hubo que indultar y sacarlos.
Es mentira que aquí haya juzgados de un solo lado, por no hablar de los asesinatos de líderes políticos de izquierda.
A nosotros nos han matado miles de personas y dirigentes políticos. Es un poco cínico que la derecha presente las cosas de esa manera.
El hijo mayor de Uribe te acusó de ser jefe político de las Farc.
Ayer hice una invitación generosa: podemos transitar el camino del acuerdo.
El hijo de Uribe o Uribe mismo me pueden llamar guerrillero y estoy seguro de que no tienen ninguna prueba. Si la tuvieran, ya me hubieran procesado.
Nosotros, en cambio, sí tenemos pruebas del pasado de Uribe. Tanto, que este proceso es precisamente sobre un aparato creado por él para ocultar esa responsabilidad.
Si ellos continúan en este ejercicio de estigmatizarme a mí y mis compañeros, públicamente nosotros saldremos a profundizar las investigaciones.
Entonces, perfecto, aquí está servida la posibilidad: o transitamos un camino de concertación o podemos seguir en esto.
Y en ese camino quien tiene las de perder es Uribe. Esa actitud arrogante, calumniosa, mentirosa, es la que lo llevó hasta hoy, a las puertas de perder la libertad.

Ayer mismo el expresidente Ernesto Samper dijo que a la paz hay que darle más de mil oportunidades. Tú pareces seguir ese mantra, a pesar de que este mismo gobierno que prometió trabajar por la paz total parece lejos de conseguirlo.
No porque las cosas sean difíciles o estén en crisis hay que dejar de hacerlas.
En lo que mí depende y seguramente de otras personas, haremos lo necesario y posible para que se reanude una política de paz organizada, seria y sobre todo eficaz en el próximo gobierno, que esperamos sea una continuidad de las mejores cosas de este…
¿Descartas entonces que este gobierno tenga tiempo para la paz?
No, no. Creo que se puede avanzar todavía en más de un año que queda.
Por ejemplo, en mi caso, aspiro a que con el ELN, de cuyo equipo de negociación de gobierno hago parte, se llegue a algún punto importante aunque hoy las conversaciones estén suspendidas.
El problema de la paz y de la guerra en crisis no es estrictamente colombiano. Asistimos a una entronización de la guerra en el mundo en sus peores formas.
No solo de la guerra, sino también del genocidio.
Por supuesto que debemos redoblar los esfuerzos para paz.
Parte de la opinión pública colombiana te ha halagado mucho por tu constancia y entereza en las últimas horas. Incluso hablan de ti como candidato presidencial.
Está más fácil lo del juicio… [entre risas]
Es una decisión muy grande que no me tomo a la ligera. Es necesario valorar mucho lo que significa no solo en mi vida profesional sino en nuestro proyecto político.
Sopesando eso, tomaré la decisión.
Antes me había incluso negado a pensarlo, pero registro que está aumentando esa presión. Tendré que abocar esa decisión con seriedad. Veremos.

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