
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, dijo a los israelíes: "Estamos en vísperas de una intensa entrada a Gaza".
Israel, afirmó, capturará el territorio y lo mantendrá: "Ellos no van a poder entrar ni salir".
La nueva ofensiva está calculada, según el portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), el general de brigada Effie Defrin, para recuperar a los rehenes restantes. Después de eso, según dijo el vocero a la radio israelí, "llegará el colapso del régimen de Hamás, su derrota, su sumisión".
La ofensiva no comenzará hasta después del viaje de Donald Trump a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Catar la próxima semana. Suponiendo que Trump no disuada a Israel de seguir adelante, el país necesitará un milagro militar y político para lograr los resultados descritos por Defrin.
Es más probable que la ofensiva agudice todo lo que hace que la guerra en Gaza sea tan controvertida. La guerra, que comenzó con los ataques de Hamás el 7 de octubre de 2023, ha llevado el conflicto entre palestinos e israelíes a un punto peligroso en su larga historia.
Prolongar la guerra divide a los israelíes, matará a aún más civiles palestinos y horroriza a millones de personas en todo el mundo, incluyendo a muchos que se consideran amigos de Israel.
Mientras las Fuerzas de Defensa de Israel atacan a Hamás en Gaza, el plan del gobierno israelí es que sus soldados obliguen a algunos o a todos los más de dos millones de civiles palestinos de Gaza a refugiarse en una pequeña zona en las ruinas del sur.
La ayuda humanitaria se distribuiría a través de contratistas, incluyendo empresas de seguridad privadas de Estados Unidos.
Las agencias humanitarias de Naciones Unidas se niegan a cooperar, y han catalogado el plan como una violación de los principios de la ayuda humanitaria.
También advirtieron sobre la hambruna en Gaza causada por la decisión de Israel, hace más de dos meses, de bloquear todos los envíos humanitarios. El asedio israelí, que continúa, ha sido ampliamente condenado, no solo por la ONU y los países árabes.

La oposición a la ofensiva israelí
Tanto Reino Unido como la Unión Europea se oponen a una nueva ofensiva israelí. Hace dos semanas los ministros de Asuntos Exteriores de Reino Unido, Francia y Alemania, todos aliados de Israel que consideran a Hamás un grupo terrorista, advirtieron que el bloqueo "intolerable" expone a los civiles palestinos, incluidos un millón de niños, a "un grave riesgo de hambruna, epidemias y muerte".
Los ministros también advirtieron, implícitamente, que su aliado estaba violando el derecho internacional.
"La ayuda humanitaria nunca debe utilizarse como herramienta política y el territorio palestino no debe reducirse ni someterse a ningún cambio demográfico", insistieron. "Israel está obligado por el derecho internacional a permitir el paso sin trabas de la ayuda humanitaria".
Israel niega haber violado el derecho internacional humanitario y las leyes de la guerra en Gaza. Pero, al mismo tiempo, las palabras de sus propios ministros sugieren lo contrario. Un ejemplo entre muchos: el ministro de defensa, Israel Katz, describió el bloqueo como una " herramienta principal de presión" contra Hamás. Esto suena como una admisión de que el bloqueo es un arma, aunque cause hambre a la población civil, lo cual constituye un crimen de guerra.
Los países y organizaciones que creen que Israel viola sistemáticamente sus obligaciones legales cometiendo crímenes de guerra analizarán minuciosamente cualquier nueva ofensiva en busca de más pruebas.
El lenguaje extremo empleado por los ministros de Isarael habrá sido notado por los abogados sudafricanos que alegan ante la Corte Internacional de Justicia que el país comete genocidio en Gaza.
Gran parte de este lenguaje proviene de ultranacionalistas que integran el gobierno de Netanyahu y consideran la nueva ofensiva como un paso más hacia la expulsión de los palestinos de Gaza y su reemplazo por colonos judíos.
Uno de los extremistas más vociferantes, el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, declaró que en seis meses Gaza estará "totalmente destruida".
Smotrich agregó que los palestinos del territorio estarán "desesperados, comprenderán que no hay esperanza ni nada que buscar en Gaza y buscarán reubicarse para comenzar una nueva vida en otros lugares".
"Reubicación", la palabra utilizada por Smotrich, será vista tanto por sus partidarios como por sus enemigos políticos como otra referencia a "transferencia", una idea discutida desde los primeros días del Sionismo para expulsar a los árabes de las tierras entre el río Jordán y el mar Mediterráneo.

Los críticos israelíes de Netanyahu afirman que prolongar la guerra con una nueva ofensiva en lugar de finalizarla con un alto el fuego tiene que ver con su propia supervivencia política, no con la seguridad de Israel ni con el regreso de los rehenes.
En los días posteriores a los atentados del 7 de octubre se formaban filas de coches aparcados apresuradamente frente a las bases militares mientras los israelíes se apresuraban a ofrecerse como voluntarios de la reserva para luchar contra Hamás.
Ahora, miles de ellos (algunas estimaciones de la izquierda israelí son más altas) se niegan a seguir cumpliendo con su servicio en la reserva. Argumentan que el primer ministro continúa la guerra porque, si no lo hace, la extrema derecha derribará al gobierno y el mandatario deberá responder por los errores de cálculo que dieron a Hamás la oportunidad de atacar.
Dentro de Israel, las críticas más duras a la ofensiva planeada provienen de las familias de los rehenes, que temen que sus seres queridos han sido abandonadas por el gobierno que dice estar rescatándolos.
Hamás aún mantiene cautivos a 24 rehenes vivos en la Franja de Gaza, según Israel, y retiene los cuerpos de otros 35 de los 251 secuestrados el 7 de octubre. El gobierno de Netanyahu ha afirmado repetidamente que solo la máxima presión militar posible permitirá que los sobrevivientes regresen a casa y que se devuelvan los cuerpos a sus familias.
En realidad, las mayores liberaciones de rehenes se han producido durante ceses al fuego. El último acuerdo de alto al fuego, que Trump insistió en que Israel firmara en los últimos días del gobierno de Biden, incluía una segunda fase planificada que supuestamente conduciría a la liberación de todos los rehenes y a la retirada total de Israel de Gaza.

Las amenazas a Netanyahu
Los aliados extremistas de Netanyahu le advirtieron que derrocarían a su gobierno si aceptaba una segunda fase del alto el fuego.
Israel bloqueó la ayuda humanitaria para presionar -según el gobierno- a Hamás para que aceptara un acuerdo renegociado que le daría a Israel la opción de volver a la guerra incluso después de la liberación de los rehenes.
Cuando Hamás se negó, Israel volvió a la ofensiva con un ataque aéreo masivo la noche del 18 de marzo.
Desde entonces, Israel ha ejercido una presión implacable sobre los palestinos en Gaza. Una nueva ofensiva matará a muchos más civiles palestinos, agravará la miseria de los sobrevivientes en Gaza y profundizará las divisiones tóxicas dentro de Israel.
Por lo que se ha visto hasta ahora, es improbable que sin acuerdo de alto al fuego Israel fuerce a Hamás a liberar a los rehenes restantes.
La masacre infligida por Israel en Gaza ha servido como una herramienta de reclutamiento para Hamás y otros grupos armados, según afirmó la administración del presidente Joe Biden justo antes de dejar el cargo en enero de este año.
Cabe recordar las palabras del secretario de Estado de Biden, Antony Blinken, en un discurso pronunciado en Washington el 14 de enero:
"Consideramos que Hamás ha reclutado casi tantos militantes nuevos como ha perdido", declaró Blinken. "Esa es la fórmula perfecta para una insurgencia persistente y una guerra perpetua".
Cuando Blinken habló, Israel afirmaba haber matado a unos 18.000 combatientes palestinos en Gaza. Desde entonces, han muerto más combatientes y muchos más civiles.
La masiva ofensiva israelí desmanteló a Hamás como organización militar estructurada hace más de un año. Ahora Israel se enfrenta a una insurgencia, que, como demuestra la historia, puede durar mientras haya reclutas dispuestos a luchar y a morir para derrotar a su enemigo.

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