El castillo aragonés de Isquia visto desde lo lejos con algunos veleros en el agua

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Hace casi 2.000 años, una erupción volcánica hundió Aenaria. Hoy, nuevas excursiones y excavaciones submarinas están reflotando la fascinante historia de Isquia, una isla volcánica del mar Tirreno situada en la región italiana de Campania.

"Estás bien. Solo no mires hacia abajo".

Contengo la respiración, tomo la mano extendida del capitán y subo al barco. Las olas relucen bajo mis pies; lo único que me separa del mar es una lámina de cristal.

Nada más zarpar, la vasta bahía de Cartaromana se abre ante nosotros.

Acantilados escarpados emergen de las olas; vacacionistas y vecinos toman el sol en el puente que conduce al Castillo Aragonés, una fortificación medieval de 2.500 años de antigüedad construido en un islote que se une a la isla como la cola de una ballena.

Tras solo 10 minutos en el mar, llegamos a una red de boyas que demarcan el área en el que se encuentran las ruinas.

Presiono las manos contra el fondo transparente del barco. A través del agua azul turquesa, entre la pradera ondulante de posidonia y pequeños peces rayados, vislumbro un montón de rocas.

Cuando la planta submarina se aparta, logro ver que las rocas están dispuestas formando un rectángulo alargado, con los lados revestidos de tablones de madera.

Se trata del muelle de una antigua ciudad, enterrado y perfectamente conservado en la fresca oscuridad durante siglos.

Es la antigua Roma, y está tan cerca que casi se puede tocar.

La erupción

Señal de tráfico con la inscripción ciudad de Isquia, al fondo el castillo aragonés.

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Me encuentro en la isla italiana de Isquia donde, alrededor del año 180 d. C., el volcán Cretaio hizo erupción y las ondas expansivas subsiguientes acabaron por sumergir la ciudad portuaria romana de Aenaria.

Al menos, eso es lo que creen los arqueólogos.

A diferencia de la erupción del Vesubio en el año 79 d. C. —documentada por Plinio el Joven horas antes de que devastara Pompeya—, no existen registros de la explosión y se ha escrito muy poco sobre el asentamiento en sí.

Durante casi 2.000 años tampoco hubo rastro físico de ella. Las ruinas permanecieron sumergidas en la bahía de Cartaromana, ocultas durante siglos bajo capas de sedimentos y material volcánico.

Los primeros indicios de su existencia se remontan a 1972, cuando dos buceadores encontraron fragmentos de cerámica de la época romana y dos lingotes de plomo en la costa oriental de Isquia.

El hallazgo intrigó a los arqueólogos, pero la investigación subsiguiente, dirigida por el sacerdote local Don Pietro Monti y el arqueólogo Giorgio Buchner, no arrojó resultados.

Las autoridades acordonaron la bahía. El caso permaneció en suspenso durante casi 40 años.

En 2011, apasionados navegantes locales reabrieron la exploración, esta vez excavando el fondo marino.

Pronto confirmaron que a dos metros bajo el lecho volcánico de la bahía se encontraban las ruinas de un enorme muelle de la época romana. Excavaciones posteriores encontraron monedas, ánforas, mosaicos, villas costeras y los restos de madera de un barco.

Durante siglos, Aenaria existió a medio camino entre la historia y el mito. Hoy, su redescubrimiento está transformando la historia de Isquia y ofrece a los viajeros cada verano la excepcional oportunidad de sumergirse en un fragmento de historia que se creía perdido en el mar.

Un pasado inquietante

Una estructura rectangular en piedra bajo el mar.

Alessandra Benini
Las ruinas de Aenaria estuvieron enterradas en el mar durante casi 2.000 años, preservadas bajo sedimentos volcánicos.

Hasta donde se sabía, el ADN de Isquia era griego.

La isla era famosa por ser la sede de la primera colonia griega en la península itálica, establecida alrededor del año 750 a. C. en el norte de la isla.

Los griegos la llamaron Pithecusae y aprovecharon los poderes curativos de sus aguas termales volcánicas para fundar sus primeros balnearios.

Hoy en día, con su exuberante belleza, su ambiente relajado y su venerada cultura termal, Isquia es el refugio de bienestar por excelencia de Italia, a pesar de estar ubicada sobre el supervolcán de los Campos Flégreos.

Pero es precisamente esa volátil geología volcánica la que ha dado forma a los verdes paisajes y playas salvajes de la isla.

También es lo que los arqueólogos asumieron durante mucho tiempo que había disuadido a los romanos de asentarse aquí de forma permanente.

Cuando los romanos tomaron Pithecusae, alrededor del año 322 a. C., rebautizaron la isla como Aenaria, un nombre que aparece en textos antiguos desde Plinio el Viejo hasta Estrabón, a menudo en relación con acontecimientos militares.

Pero a diferencia de los griegos, que dejaron tras de sí una necrópolis, hornos y tesoros de cerámica, de los romanos solo quedaron unas pocas tumbas modestas, grabados y opus reticulatum —técnica de construcción romana consistente en colocar bloques sobre un núcleo de hormigón de forma que los bordes quedan en diagonal y producen un dibujo entrecruzado— dispersos.

Los estudiosos se basaron en la teoría de que los romanos efectivamente llegaron a la isla, pero nunca la poblaron propiamente, quizás evitándola debido a sus constantes retumbos volcánicos.

"El nombre estaba documentado", coincide el residente local Giulio Lauro. "Pero nadie pudo encontrar el lugar".

Los arqueólogos habían estado buscando la Isquia romana en tierra firme, pero estaba enterrada bajo el mar.

El redescubrimiento moderno

Varios objetos arqueológicos identificados con marquillas se encuentran dispersos sobre un piso de arena, sobre el cual hay un piso de cristal en el cual está parada la fotógrafa.

Eva Sandoval
De las ruinas se han recuperado ánforas, monedas, lámparas de aceite y muchos otros objetos de uso cotidiano.

Lauro es el fundador de Marina di Sant’Anna, la rama cultural de la cooperativa de turismo marítimo Ischia Barche.

Junto con varios grupos culturales afiliados —compuestos por marineros isquianos, aficionados a la historia y arqueólogos—, han autofinanciado las excavaciones durante los últimos 15 años.

Lauro me aclara rápidamente que no es científico. "Pero me encanta el mar", dice.

"En 2010, se me ocurrió volver a explorar… La gente decía que quizá había algo allí, porque en los años 70 se encontraron artefactos. Pensé: ¿por qué no intentarlo?".

El plan era lanzar excursiones submarinas "para crear una atracción cultural", dice Alessandra Benini, la arqueóloga principal del proyecto. "[Entonces] se planteó: 'Veamos si realmente hay una historia más profunda de nuestra isla’".

Hubo desafíos, recuerda Lauro: "Obtener autorizaciones, capacitar al personal, conseguir financiación. Empezamos desde cero. Tuvimos suerte de creer en ello. Y luego, de encontrarlo".

Finalmente, la narrativa pudo reescribirse.

"Se creía que los romanos nunca habían construido una ciudad en Isquia", dice Benini. "Fue todo lo contrario".

Aenaria regresó del mar

Vista general de la Casa de la Columnata Toscana en el Parque Arqueológico de Herculano el 19 de marzo de 2025 en Ercolano, Italia.

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La arqueóloga Maria Lauro asegura que la mayoría de los fondos se destinan a excavaciones más conocidas como el Herculano, en Pompeya.

Cada día, en la bahía de Cartaromana, los bañistas se lanzan desde las rocas y los veleros se mecen en las olas. Me pregunto si sabrán lo que hay bajo el mar.

"La mayoría de los lugareños lo saben, gracias a los arqueólogos", dice la guía turística local Marianna Polverino. "Pero no muchos visitantes saben de la existencia de Aenaria ni que se puede visitar".

Cada verano, Benini y su equipo excavan el fondo marino. El progreso es lento debido a la constante escasez de fondos. "Invierten en Herculano, en Pompeya", comenta la arqueóloga consultora Maria Lauro, y debido a la turbulencia estacional del océano, solo pueden operar de mayo a octubre.

Durante los meses de actividad en el sitio, los curiosos pueden realizar excursiones en un barco con fondo de cristal o bucear para acercarse aún más a las ruinas.

"Se puede ver a los arqueólogos subacuáticos trabajando, el equipo que utilizan y todo lo relacionado", dice Benini.

Todas las visitas comienzan con la proyección de un vídeo en 3D en el pequeño auditorio de la cooperativa, donde se exhiben artefactos del sitio bajo un suelo de cristal, dispuestos sobre una capa de arena que evoca el fondo marino.

Camino sobre ánforas, lámparas de aceite y opus spicatum, azulejos dispuestos formando un patrón de espiga "típico de las tiendas de la antigua Roma", dice Benini.

El video, que muestra un submarino que termina en una Aenaria reconstruida digitalmente, está dirigido a niños, pero estoy fascinada.

El muelle bordea la costa y, justo al otro lado, se encuentra una ciudad romana resplandeciente con calles adoquinadas y edificios con columnas.

Pienso en que durante la erupción de hace casi 2.000 años, alguien, quizás un soldado romano, pudo haber estado de pie en ese enorme muelle, aterrorizado al verlo derrumbarse bajo sus pies.

Benini tiene su propia visión de ese fatídico día.

"Podría haber habido una ola similar a un tsunami, o tal vez un terremoto, que arrasó las estructuras y lo arrastró todo al mar", dice. "Esa es la película que tenemos en mente".

Reescribiendo la historia antigua

Una reconstrucción en 3D de lo que habría sido la ciudad portuaria

Alessandra Benini
Los recorridos a Aenaria comienzan con un vídeo informativo que presenta una reconstrucción en 3D de la ciudad portuaria.

Cada verano surge una imagen más clara de Aenaria, aunque persiste cierta confusión sobre la verdadera identidad del antiguo asentamiento.

¿Eran las ruinas una ciudad?

"[El nombre] Aenaria se refería a la isla en su conjunto. Así que no es que no hayamos encontrado la Aenaria mencionada por los antiguos: Aenaria es Isquia, eso es incuestionable", explica Benini.

"Hemos hallado un asentamiento de la época romana con un puerto bien conectado con todo el Mediterráneo y, presumiblemente, con una zona habitada tras él".

El uso del radiocarbono ayudó a establecer la edad de las estacas de madera del muelle aproximadamente entre el 75 y el 30 d. C.

El descubrimiento del naufragio en 2020 reveló equipo naval, al igual que un poste de amarre de bronce con forma de cabeza de cisne —típico de los buques militares romanos—, así como objetos como balas de plomo para hondas, lo que sugiere que Aenaria pudo haber sido un puesto militar crucial que controlaba el golfo de Nápoles.

Las ánforas recuperadas también sugieren la amplia extensión de Aenaria; las 142 variantes de arcilla provienen de 12 zonas de producción mediterráneas, que se extienden desde Campania hasta el Levante.

Los análisis más recientes demostraron que el plomo del yacimiento provenía de España, lo que ofrece una imagen aún más clara de la profunda red intercultural de Aenaria.

"Es probable que también hubiera un pequeño pueblo cerca [del puerto]", afirma Benini.

"Encontramos miles de mosaicos, tejas, peines de madera para el cabello, agujas para remendar redes, yeso decorado… Estos objetos no solo están relacionados con la navegación o el comercio. Sugieren una zona residencial".

Desde las excavaciones iniciales, se han descubierto dos villas costeras con grandes galerías en forma de túnel, alcobas y vestigios de termas romanas.

"Las ruinas de Aenaria ofrecen una perspectiva de la vida de los antiguos habitantes de la isla", afirma Polverino.

Fue verdaderamente el centro del comercio del Mediterráneo. Se comprende la importancia que tuvo Isquia, y que aún tiene, sin olvidar jamás la historia que la sustenta.

Mirando hacia el futuro

Un buzo explorando las ruinas arquológicas de Isquia.

Alessandra Benini
Cada verano, los arqueólogos excavan el fondo marino de Isquia y aprenden más sobre la historia de la isla.

Le pregunto a Benini qué espera encontrar este verano.

"Mi sueño es encontrar los cimientos de la ciudad residencial", dice. "Si encontramos el puerto, sabremos que hubo una ciudad".

El equipo espera introducir instrumentos Lidar, Georadar y perfiladores del subsuelo en las excavaciones. "Pero es caro. Necesitamos más inversionistas", subraya Benini.

Dejando de lado la financiación, el verdadero reto para los involucrados siempre ha sido llegar a un público más amplio.

"Estamos compartiendo una parte de la historia de Isquia que, hasta ahora, había estado desaparecida", dice Benini.

"El 99% de lo que hemos encontrado está bajo el agua. Es como Pompeya: hasta que fue excavada en el siglo XVIII, nadie sabía que estaba allí. Pero eso no significa que no fuera importante o que no existiera", prosigue.

"Reescribimos la historia", añade Lauro. "Renunciaron a encontrar algo en la bahía. Pero nosotros encontramos algo".

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BBC

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